jueves, 30 de septiembre de 2021

Niña colombina: una historia de desamor en tierras onubenses

Después de una tragedia tan intensa y truculenta como la de El maletilla, hoy toca una copla dulce e intimista, pero no por ello menos triste y melancólica. Cuenta la historia de una joven que sufre un desengaño amoroso, tras prendarse de un marinero

La voz aterciopelada y sosegada de Gracia Montes junto a su sensibilidad y forma de interpretar tan serena y comedida, fueron claves para que esta Niña Colombina se convirtiera en una de las habaneras más bellas del repertorio, allá por el año 1979.



Con una rosa en la boca

Bajaba desde el Conquero

Y en una esquina sin luna

Se la encontró un marinero

 

La rosa fue deshojada

Por un beso que le dio

Y ahora va desconsolada

La niña sola llora de amor

 

Rosa del Conquero

No lo esperes más

Que tu marinero

Nunca volverá

 

Es una ruina

Este mal querer

Rosa del Conquero

Niña colombina

No llores por él

 

El viento dijo esta copla

Desde la ría al Conquero

La niña se vuelve loca

Sin ver a su marinero.

 

El corazón en pedazos

Y la mirada en el mar

Con una rosa en los brazos

La niña sola llorando va

 

Rosa del Conquero

No lo esperes más

Que tu marinero

Nunca volverá.

 

Es una ruina

Este mal querer

Rosa del Conquero

Niña colombina

No llores por el

................................................................

Una de las virtudes de este poema es que el protagonismo no lo tienen los hechos (la no correspondencia del marinero y la joven) sino los sentimientos, la situación anímica, el estado emocional de la protagonista, fruto de ese desengaño

Se trata de una copla antimorbosa, ya que huye de los detalles más triviales y banales de la relación, para centrarse únicamente en el contexto espiritual de la chiquilla (la pena y el desasosiego después del rechazo).

Aunque en el poema se genera implícitamente una situación de no flechazo (el marinero no está por la labor de empezar una relación seria y deja a la muchacha compuesta y sin novio), no se indagan en las circunstancias que provocan el desamor.

Otras composiciones buscan el morbo (la alusión a terceras personas, cuernos, escenas de despecho, repudio, rencor, maldiciones de la mujer al amante…). En cambio, este tema deja de lado los posibles motivos y causas de la no correspondencia para centrarse en el componente humano que es la situación anímica y psicológica de la mujer.

Además, la proyección de emociones se hace sin estridencias ni dramatismos. La chica está triste (algo normal, ya que el amado no le corresponde). Sin embargo, para mostrar esa aflicción no hace falta exagerar, ahondar e intensificar el conflicto (en plan, pobre niña que se encuentra tan sola, desamparada y desgraciada). Se puede expresar el dolor que uno tiene dar tanto ruido.   

El hecho de que en la canción no hable la protagonista en primera persona, sino que toda la historia la conozcamos a través de un narrador externo, contribuye a dar una visión más comedida y elegante de la realidad (y no por ello, exenta de sentimientos).

Aunque este narrador en tercera persona sea un testigo que no forma parte de la historia, sí se implica emocionalmente, y a veces, penetra en el interior de la chica, de forma que hay frases dichas por el narrador, que podría decir perfectamente la protagonista.

La frontera entre narrador-protagonista resulta muy tenue. Se trata de un narrador lírico, subjetivo, que se pelea con la historia y la tiñe de elementos emocionales, dramáticos, sentimentales pero sin excesos.

Lo fácil ante una copla de desengaño amoroso como esta es ponerla en boca de la mujer para que derroche y vomite todo lo que tenga dentro, sin filtro, optando por un estilo barroquizante y excesivo. En cambio, aquí, la presencia de un narrador que media entre la acción y el receptor da ese toque de elegancia y renacimiento que dota de brillantez a la composición

El comienzo del tema resulta sensualista y colorista. Recuerda a un poema modernista. La acción se inserta en un marco natural idílico y paradisiaco, de base real, como es la Atalaya del Conquero, un paisaje de Huelva, famoso por sus puestas de sol y preciosas vistas. Se trata de una zona montañosa con mucha vegetación, desde la que se divisa el mar y todos los pueblos de la comarca.

Esta ambientación preciosista también se proyecta en la descripción y presentación de la protagonista: Con una rosa en la boca, bajaba desde el Conquero.

El adelantamiento del complemento circunstancial de instrumento y del complemento circunstancial de lugar al verbo (hipérbatos “con una rosa en la boca bajaba…” y “en una esquina sin luna se la encontró…”) permite al narrador recrearse en este ambiente casi pastoril, configurando una escena entrañable/placentera de la que cuesta despegarse

Al fin y al cabo, esta primera estrofa es la única parte feliz de la canción, pues en ella se narra el encuentro entre los amados: En una esquina sin luna se la encontró un marinero. Es el único momento en que vemos a la chica gozosa, antes de su desdicha.

La metáfora lumínica (esquina sin luna) hace referencia a la discreción, al silencio, al secretismo que encierran las relaciones no matrimoniales. Los amantes necesitan verse en sitios tranquilos, fuera de los ojos de la gente, para no ser juzgados. De ahí la alusión a la oscuridad (sin luna). En los años 70 la mentalidad puritana estaba a la orden del día

En la segunda estrofa se produce un contraste, ya que la protagonista pasa del estado de dicha al de infelicidad y desdicha. Además, este cambio se produce de manera súbita y brusca: en un verso está contenta disfrutando del marinero, y al siguiente está llorando

A partir de aquí se rompe el idilio y la canción se convierte en drama: La rosa fue desojada por un beso que le dio, y ahora va desconsolada. La niña sola llora de amor

La imagen de la rosa desojada, desde el punto de vista de la protagonista, representa la virulencia, la intensidad, la fuerza del sentimiento amoroso. La rapidez e inmediatez con la que se produce el enamoramiento nos recuerda a la vieja poesía de cancionero, en la que un contacto sensorial implicaba caer bajo los efectos de Cupido.

En Niña Colombina no se implica tanto al sentido de la vista, sino el del tacto (un beso, el cual aporta un matiz sensual y físico).

Lo que está claro es que ella se ha encariñado perdidamente del marinero y daría lo que fuera por pasar el resto de su vida con él.

La rosa desojada, además, puede funcionar como metáfora del desvirgamiento. La flor representa la pureza, la inocencia, la ingenuidad, la naturaleza en su máxima candidez. Tal vez este encuentro acabara en un escarceo amoroso y la chica perdiera la virginidad. De ahí que la flor se quede sin pétalos. El paso de niña a mujer es uno de los momentos míticos e inolvidables en la vida de una persona (todo el mundo recuerda cómo, dónde, cuándo y con quién se acostó la primera vez)

Desde el punto de vista del marinero, la imagen de la rosa desojada tiene un matiz físico y sexual. El marinero solo se deja llevar por lo superficial (la chica es bella, guapa, joven, tiene buen cuerpo...), pero no quiere ir más allá, ni formalizar una relación

La rosa metaforiza la juventud y belleza de la chica. En la poesía amorosa es típico identificar a la amada con una flor, ya que las flores son elementos naturales bonitos y hermosos, que brillan en primavera. La juventud es la primavera de la vida, el momento en que el cuerpo de una persona está en su máxima plenitud.

Mientras que para el chico, el encuentro solo ha sido un aquí te pillo, aquí te mato (amor carnal), para la chica ha sido un momento trascendental y culminante en su vida que no olvidará jamás (amor espiritual). Esta diferencia provoca la no correspondencia (él no quiere ir más allá y ella sí), y por tanto, el desengaño.

Los complementos predicativos enfatizan el estado de tristeza de la chica, ya sean en su orden sintáctico natural (y ahora va desconsolada) o en hipérbaton (la niña, sola, llora de amor).

En el estribillo, el narrador se dirige e invoca a la protagonista mediante metáforas en vocativo (Rosa del Conquero) e imperativos (no lo esperes más).

Ya dijimos que el narrador, aunque no forme parte de la historia, se implica de forma subjetiva en la misma llegando a interactuar con la chica. Su función consiste en dejar las cosas claras a la mujer, ser sincero, desvelar cuál es la cruda realidad, para que la asuma: No lo esperes más, que tu marinero nunca volverá

Leyendo esto, nos da la impresión de que el narrador resulta demasiado tosco, directo, frío e incluso dañino en sus palabras. El adverbio de frecuencia y el futuro de indicativo (nunca volverá) cierran la puerta a la esperanza. No hay posibilidad de que el marinero vuelva con la chica. La historia está acaba. No hay marcha atrás.

Sin embargo, el narrador, implícitamente, hace el papel de maestro de la vida, de amigo, de adoctrinador para la protagonista. Muchas veces los amigos nos dicen cosas que no queremos oír, pero lo hacen por nuestro bien, para que asumamos la adversidad lo antes posible y evolucionemos en la vida. Sería absurdo dar falsas esperanzas, a algo que es imposible.

Aunque parezca que el narrador está en el interior de una coraza, y en una posición de superioridad moral (es muy fácil hablar/aconsejar desde la distancia, cuando no has pasado por lo mismo), no es una entidad apática. Todo lo contrario.

El hecho de que el narrador interactúe con la chica hace que el espectador le coja cariño (empatía) y se genere un contexto dramático grave, pero sin dramatismos excesivos. El relator desvela la realidad a la chica tal cual es, sin tapujos, ni titubeos, ni ambigüedades

El narrador penetra en el pensamiento de la protagonista y se implica tanto, que hay metáforas que no sabemos si las expresa la chica o él (Es una ruina este malquerer). Se trata de un estilo indirecto libre, que recuerda al del monólogo interior de la novela contemporánea

La ruina, que es un concepto económico, físico y material (falta de recursos, de dinero) se aplica a un estado sentimental y psicológico. Esta transfiguración semántica permite ahondar en la tristeza de la chica. La protagonista, en términos anímicos y espirituales, está en un estado ruinoso. Su pobreza no se debe a falta de dinero, sino a falta de amor

A pesar de su aparente frialdad, podemos ver al narrador dando ánimos y consolando a la chica: Rosa del Conquero, niña colombina, no llores por él. El relator sacar a relucir su lado más humanizado y empático.

En la segunda parte del tema, el sensualismo y colorismo del escenario se han perdido. La tristeza de la protagonista afecta a la Naturaleza que le rodea. Esta se solidariza con su estado anímico, uniéndose a su pena y dolor. Por ejemplo, al inicio de la segunda estrofa se dice que el viento se encarga de difundir la aflicción de la muchacha por la comarca: El viento dijo esta copla desde la ría al Conquero

La personificación de los elementos naturales no está al servicio de crear una atmósfera idílica, sino todo lo contrario: generar un ambiente gris, melancólico, incoloro, que es el que corresponde a la decadencia espiritual de la chica

Se recurre a un motivo temático de la poesía medieval de cancionero: el amor como enfermedad, el cual puede llegar a ocasionar trastornos y locuras en el ser humano

En la Edad Media se escribían tratados teóricos sobre los efectos que producían el enamoramiento y el mal de amores, así como sus remedios y soluciones. En Niña Colombina, la protagonista alcanza un estado de enajenación mental: La niña se vuelve loca sin ver a su marinero. El desengaño amoroso ha provocado una alteración de sus facultades (enfermedad).

El uso del posesivo (su/tu marinero) implica una relación de vinculación y dependencia, que es propia de una concepción tradicionalista del amor, el cual se define como algo material y físico. Es como una pertenencia o posesión, sin la cual no se puede vivir.

Detectamos un par de imágenes que connotan soledad y desencanto:

La primera de ellas es “el corazón en pedazos”. La rotura simboliza la no unión, la falta de correspondencia, la separación física y espiritual de los amantes. Esto provoca dolor y pena. El corazón se ha roto jejjee.

La segunda estampa es la de los ojos de la niña anclados hacia el mar. Su amante es marinero. Por tanto, mirar al mar es una forma de establecer un vínculo con él.

En ningún momento la protagonista habla. Se crea un ambiente de silencio absoluto, donde el narrador se limita a describir los movimientos y gestos de la niña (en este caso, la mirada).

Esta estampa genera un flujo dramático por sí mismo, sin necesidad de recurrir a la explosión emocional en primera persona: Y la mirada hacia el mar, con una rosa en la mano, la niña sola llorando va. No hace falta rasgarse las vestiduras para expresar el dolor de la protagonista

Como veis, mirar el mar es una forma de esbozar y recordar el amante (que simboliza el idílico pasado). En este caso, la rosa ha perdido su valor sensual y físico y ha adquirido un significado más melancólico y nostálgico.

Métricamente el poema está compuesto de versos cortos (arte menor). Cada estrofa está formada por la unión de dos cuartetas de versos octosílabos (8a 8b 8a 8b).

En el estribillo los versos son de 6 sílabas (hexasílabos) y forman una cuarteta (6a 6b 6a 6b) y una “cuasi-quintilla” (digo casi porque no es una quintilla del todo, ya que en las quintillas no deben quedar versos sueltos y aquí si hay un verso suelto, terminado en “Conquero”): 6a 6b 6- 6a 6b.


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