Marifé de Triana es conocida por su fuerza interpretativa. Por eso la llamaban la actriz de la copla. Se metía tanto en los papeles que a veces parecía poseída por el espíritu de esos caracteres dominados por la pasión, el desgarro y el arrebatamiento. Canciones como La Loba, Encrucijada, Locura de mi querer o Torre de Arena dejaron claro que el plato fuerte de la artista de Burguillos era el drama. Cuanto más conflictivos eran los personajes y sus circunstancias, más intención le ponía a la transmisión.
Sin embargo, en los espectáculos de copla el público también necesitaba espacio para relejar la tensión y disfrutar con temas más ligeros, divertidos y desenfados que descongestionaban la pena y el dolor. Por eso hoy os traigo una canción que representa a esa otra Marifé guasona, salerosa y bailonga a la que no le importa animar el cotarro y sacar una sonrisa de oreja a oreja a su audiencia.
El poema fue compuesto en el año 1956 por Rafael de León, Andrés Molina Molés y Manuel Quiroga. Es una mezcla de rumba con garrotín y habla de una jovencita que está enamorada de su vecino e insta a la madre del chaval a que haga de intermediaria para provocar un encuentro entre los chicos. Esta tarde analizamos Señora vecina
Vecina, señora vecina
Su niño de usté me mira al pasar
Vecina, señora vecina
Su niño de usté me empieza a gustá.
Er pelo como la tinta
Los ojos de cordobán.
Pero dicen que es muy pinta
Que sabe más que Briján.
Lo que le hace falta es una mujer
Que lave y que guise y sepa cosé
Por qué, por qué no le dice usté
Que me siga y me pretenda
Que su niño es una prenda
Si lo saben entender.
Vecina, récele usté
A San Antonio bendito
A ver si hace un milagrito
Y se arranca de una vez.
Encienda una vela que la pago yo
Señora Manuela de mi corazón
Vecina, señora vecina
Su niño de usté me ha querío besá
Vecina, señora vecina
En er corredor, ojú, con la oscuriá.
Que niño más sinvergüenza
Besarme a mí, que valor
A lo mejor usté piensa
Que más gana tenía yo.
Esa cabesita la debe sentá
Que no vuelva a casa por la madrugá
Encienda una vela que la pago yo
Señora Manuela de mi corazón
Por qué, por qué...
...................................
El yo poético se dirige a Manuela, la madre del chaval por el que está suspirando, mediante la marca del vocativo: Vecina, señora vecina.... Con el fin de crear complicidad con la familia del chico, generar algo de empatía y causar una buena impresión, la protagonista recurre a la elevación del estatus social como fórmula de tratamiento: SEÑORA vecina. Aunque los personajes son de origen y condición humilde, la chica utiliza el sustantivo de nobleza (señora) como fórmula de respeto para la segunda persona. Esto se extiende al pronombre de cortesía (su niño de USTED).
Como podéis observar, encontramos un fallo gramatical que refleja el habla vulgar, propia de personas que no han tenido formación académica. En una misma frase encontramos dos elementos que expresan la vinculación personal: por un lado, el posesivo (su niño), y por otro lado, el genitivo o complemento del nombre (de usted). Uno de los dos sobra. La redundancia es agramatical: Se puede decir "el niño de usted" o "su niño" pero no "su niño de usted".
En una época en la que se inculcaban valores como la discreción, el recatamiento y el pudor, no estaba bien visto airear los sentimientos de una manera pública. La correspondencia afectiva y amorosa no era tan explícita como ahora. Había que deducirla a través de los sentidos. De ahí el verbo perceptivo: el niñó de usted me MIRA al pasar. Si te gustaba un chico o una chica no podías decirle nada de una forma tan directa lo guapo/a que era. La "tensión sexual" se intuía a través del lenguaje corporal y sensorial: gestos, miradas....La protagonista cree/llega a la conclusión de que puede haber algo con el vecino de al lado, porque este la mira.
Y por supuesto, el tema había que llevarlo en secreto e involucrar al menor número posible de personas. Por eso, la chica elige a alguien del núcleo familiar: la madre del muchacho, que es su vecina (de ahí lo de "Señora vecina"). La voz lírica se sincera con la figura maternal de una manera espontánea de forma que crea un vínculo afectivo con ella: su niño de usted me empieza a gustar. La chica habla sin filtros, expresando lo que siente de una manera ingenua, pura e inocente (me empieza a gustar...), que es propia de la primera vez, del primer amor. Siguiendo la estética del amor cortés recurre a la figura del cómplice (madre).
La descripción del muchacho incluye aspectos físicos (faciales) y aspectos espirituales (de carácter).
-Los rasgos externos hacen hincapié en lo moreno de la cara, ya sea con comparaciones (el pelo como la tinta...) o metáforas (los ojos de cordobán...). La tinta de una pluma de escribir es oscura. El cordobán es una tonalidad negra acastañada, como la piel curtida de la cabra o el macho cabrío. Se trata del canon o prototipo de belleza español: el hombre moreno.
-Los rasgos psicológicos hacen referencia a la posible falta de madurez del chaval, que es la propia del varón joven/adolescente que todavía no ha sentado la cabeza y no sabe lo que quiere: pero dicen que es muy pinta y que sabe más que Briján. En definitiva, se trata de un cabecita loca que va de flor en flor en busca de diversión y satisfacción inmediata, pero sin proyecto fijo.
Ser un pinta es una locución coloquial que significa tener un espíritu desvergonzado y desaprensivo. Es decir, ser un granuja, un tuno, un brivón, un pillo, sobre todo en el ámbito de las relaciones con féminas. Esto contraste con el carácter dócil, virgen e ingenuo de ella
Saber más que Briján es una expresión dialectal que se utiliza en Andalucía para referirnos a personas que saben mucho de la vida, son unos listillos y tienen mucha perspicacia. El vecino aunque es joven ya tiene mucho camino andado y no es un novato en esto de las relaciones con personas del sexo contrario
Por cierto, Briján era un ingeniero ingles de la compañía minera de Riotointo que en realidad se llamaba Brian. Era un tipo muy listo e inteligente. El boca a boca de la gente hizo la deformación fonética hasta convertir "Brian" en "Briján". De ahí nació la expresión saber más que Briján, un hombre que hablaba de cualquier tema y tenía respuestas para todo.
Para la chica, el carácter alocado del chaval no es un problema, ya que forma parte de la personalidad innata de todos los varones, y finalmente acaba sucumbiendo ante los encantos de una mujer que aporta estabilidad. Es decir, el hombre joven, por naturaleza, es un ser visceral, instintivo, que busca el placer y la diversión y no tiene claro lo que quiere. Al final, termina madurando y ese comportamiento animal es algo temporal o provisional que se acaba corrigiendo cuando conoce a la mujer adecuada, que le haga sentar la cabeza y enderezar un proyecto de vida.
¿Y cuál es la mujer adecuada según el yo poético? La muchacha que siga a rajatabla los preceptos del famoso manual de Fray Luis de León "La perfecta casada", que fue apoyado por la sociedad franquista y la Sección Femenina: lo que le hace falta es una mujer que lave y que guise y que sepa coser.
El polisíndeton representa la suma de virtudes femeninas en el contexto de los años cincuenta: que lave Y que guise Y que sepa coser. La protagonista se vende ante la madre del chaval como una perfecta ama de casa. En esta época el canon de mujer, era el de madre de familia dedicada a las labores del hogar: hacer la comida, comprar, fregar, limpiar los platos, atender a los niños, la colada, coser. No era habitual que una señora trabajara fuera de casa ni cobrara un salario.
El paralelismo otorga al texto un tono doctrinal, ya que esto era lo canónico y normativo de la época. La mujer no podía desviarse ni un ápice de estas tareas, que estaban interiorizadas: conjunción copulativa (que) + verbo en subjuntivo relacionado con el ámbito doméstico (guise/lave/cosa...).Las mujeres que iban por libre eran las solteronas y eran denostadas socialmente.
En el estribillo, la protagonista se dirige abiertamente a la madre del chaval mediante la interrogación retórica y le pide que haga de intermediaria: ¿Por qué no le dice usted que me siga y me pretenda? El pronombre causal negado (¿por qué no...?) y el de cortesía (usted) atenúan el imperativo, de forma que convierten la orden en una sugerencia o invitación para reducir la molestia.
La similicadencia del pronombre de primera persona (ME siga, ME pretenda) marca la etapa del cortejo según la tradición cortesana. Cuando un hombre se enamora de una mujer, es él que toma la iniciativa y lucha por conseguir el amor. De ahí la presencia de verbos de vinculación que implican contacto visual (seguir, pretender).
La interrogativa indirecta (le dice usted QUE me siga y me pretende) desvincula a la amada del proceso, ya que no está bien visto que una muchacha sea la que ronde al amado. Debe ser el varón el que vaya a por la hembra, o en su caso, recurrir a una profesional, que era la alcahueta o celestina. En cierta medida la protagonista quiere que la vecina sea la Trotaconventos de la historia y haga lo posible para que se produzca un encuentro.
A pesar de la inmadurez del chaval, la muchacha se dirige a él de manera afable y cariñosa: que su niño es una prenda si lo saben entender...La palabra prenda se utiliza como apelativo afectivo para decir que alguien es buena persona. La subordinada condicional muestra la actitud comprensiva del yo poético ante la falta de sensatez del chico: si lo saben entender.... El chaval es majo. Lo único que le pasa es que es joven y no ha puesto todavía los pies en la tierra. Hay que tener paciencia y entender que el proceso es ese. Los chicos son juerguistas, fiesteros, les gusta el cachondeo, estar con unas, con otras, disfrutar de la vida, entrar, salir. Ya se les pasará la tontería y pensarán en cosas serias (familia, trabajo, casa...). Por eso la protagonista, en lugar de quedarse con lo superficial (fiestero, sinvergüenza...) va más allá y hace un esfuerzo por entender el proceso de madurez de los chicos.
Aparte de pedir a la vecina que haga de intermediaria, también recurre a la fe y al poder de los santos: vecina, récele usted a San Antonio Bendito, a ver si hace un milagrito y se arranca de una vez.
El imperativo (récele), el elogio (San Antonio bendito) y la fórmula de finalidad (a ver) marcan el tono de desesperación del yo poético. La chica quiere hacer todo lo posible para que la relación cuaje. San Anonio de Padua es el patrón de los amores imposibles. De ahí la presencia del léxico relacionado con lo sobrenatural, que está relajado por el diminutivo (milagrito).
La metáfora musical representa el inicio del proceso amatorio: y se arranca de una vez...En flamenco, el término "arrancar" significa empezar a cantar un palo (arrancarse por sevillanas, bulerías o seguidillas). Igual que un coche cuando arranca el motor jejjeje. La protagonista quiere que comience el cortejo y el chico le ronde.
Con el fin de ganarse la empatía de la madre, la chica recurre a elogios (señora manuela de mi corazón) y evita causar molestias en el entorno familiar (encienda una vela que la pago yo...). Aunque el cirio es un utensilio barato, la muchacha está dispuesta a pagarlo para que la vecina no tenga que esforzarse en hacer nada más. Además, la presencia de un elemento eclesiástico está vinculado a una actitud piadosa y fervorosa, que en el seno de la sociedad franquista estaba bien visto. Las madres quieren que sus hijos se casen con chicas devotas y creyentes.
En la segunda estrofa se produce el encuentro entre los dos jóvenes. Este se narra desde la perspectiva de ella, de una manera sencilla y rápida, sin entrar en detalles sensuales: vecina, señora vecina, su niño de usted me ha querido besar, [...] en el corredor, con la oscuridad.
Se utiliza un verbo de voluntad (me ha QUERIDO) y otro que implica contacto físico (besar). El lugar elegido forma parte de la cotidianidad (en el corredor). Se trata de la escalera, el rellano, un espacio que es común a ambos personajes, y da un toque de costumbrismo a la canción. El decoro era importante en esta época. No estaba bien visto que un hombre y una mujer mostraran su afecto en público, y mucho menos, dieran rienda suelta al sentido del tacto. De ahí que se eligiera un contexto de penumbra (en la oscuridad...). Si un novio quería besar a la novia debía hacerlo en un sitio apartado (en la última fila del cine, en una esquina del rellano con las luces apagadas, en un rincón del parque...). Los amantes estaban quebrantando las normas sociales. Por eso lo hacían a escondidas, en secreto, evitando el escándalo, ya que algo tan simple como un beso era un tema tabú que generaba polémica y desprestigio.
Se puede decir que ha empezado la primera fase del proceso amatorio, que es cuando el amado persigue a la amada. Los comportamientos y reacciones de los amantes está regido por las convenciones y es una especie de juego. Cuando el chico ronda a la chica, lo normal es que la chica se haga la remolona, no se deje avasallar tan fácilmente, haga ver cómo que no le gusta (cuando en el fondo está coladita por él). El juego del amor cortés consiste en que la muchacha se resiste a caer en los brazos del muchacho. Pone el grito en el cielo como si el amado fuera un loco o un atrevido que osa entrar en los dominios de ella. De ahí las exclamaciones retóricas, ya sea con despectivos (qué niño más sinvergüenza), o quejas (besarme a mí, qué valor).
Estas convenciones atentan contra el principio de sinceridad, ya que en el fondo la amada está deseando caer en los brazos del amado, pero para cumplir con la tradición cortesana de la "dama inalcanzable o divina", debe contenerse y hacer como que no le gusta. En definitiva, hace lo contrario de lo que piensa tal como le reconoce a la vecina: a lo mejor usted piensa que más ganas tenía yo. Por supuesto, aunque diga que es un sinvergüenza, ella está encantada de que le ronde y le bese.
En el amor cortés, el hombre debe ganarse a la mujer. Tiene que luchar por ella y esforzarse para que la relación funcione. En este caso, la protagonista le pide que madure y ordene su vida: esta cabecita la debe sentar, que no vuelva a casa por la madrugá
La cabeza funciona como metonimia del pensamiento. Se alude al continente (cabeza) por el contenido (cerebro). El diminutivo (cabecita) atenúa los posibles defectos del chaval. Lo que ella quiere es que sus hábitos de vida sean más disciplinados si quiere un proyecto de vida estable. Si van a ser novios, esto significa que él debe dejar de ronear a otras chicas y salir de fiesta hasta las tantas.
La personificación de un concepto inanimado (sentar la cabeza) representa la fuerza de la maduración personal. Cuando conoces a la persona adecuada, el componente egoísta e instintivo se desgasta y pasa a un segundo plano, en pro de un nuevo modelo de vida vinculado a la otredad. Te adaptas a un nuevo marco común. Al estar con una buena chica, al chaval se le pasarán las ganas de ir de fiesta y no será tan importante salir por ahí y conocer gente.
Las estrofas están formadas por la unión de un serventesio (9A 11B 9A 11B), una cuarteta (8a 8b 8a 8b) y un pareado (11A 11A)
Los estribillos constan de dos redondilla (8a 8b 8b 8a) y un pareado (12A 12A).