lunes, 24 de febrero de 2025

Sevilla (Plácido Domingo): una oda a la capital hispalense

El tema de esta tarde podría definirse como una mezcla de copla con cante lírico. Está dedicado a una de las ciudades más emblemáticas de Andalucía. Fue compuesto en el año 1990 por Manuel Alejandro y su hija Beatriz para la voz de Plácido Domingo en su espectáculo "Soñadores de España". Un año más tarde, Rocío Jurado haría una estremecedora versión de Sevilla



Torres,
con alas de oro
que sueñan distancias.
Calles,
con sombras de siglos
y nardos de plata.

Cantes
que arañan estrellas,
que arañan el alma.
Noches
reflejos de un río
que quiso ser mar,
que quiso ser mar.

Sevilla
verde claridad sonora,
verde tierra,
azul el aire
donde el agua adormecida
de una torre,
se enamora.

Sevilla,
verde claridad sonora,
de andaluzas soledades.
Fuego y nieve,
llanto y cante.
Sevilla,
Sevilla,

..........................................................

Si tuviéramos que analizar el poema desde una perspectiva literaria diríamos que su lenguaje recibe el influjo del modernismo exotista de los últimos años del siglo XIX y primeros del XX caracterizado por el preciosismo, el sensorialismo y el exceso de ornamentación, que tan bien cultivó Rubén Darío. 

El objetivo principal de esta canción es homenajear, ensalzar, elogiar y piropear a la ciudad hispalense. Estamos ante una especie de himno, pero en lugar de estar dedicado a una persona, tiene como centro un lugar geográfico concreto: Sevilla, capital de Andalucía que celebra esta semana su día grande. 

En los himnos es frecuente utilizar recursos literarios y lingüísticos ruidosos, rimbombantes, excesivos, sonoros, coloridos y efectistas con el fin de que el objeto ensalzado quede marcado en el poema bajo la premisa de cuanto más ruido hagamos, más pasión sentimos por alguien o algo. El lenguaje modernista motiva la creación de ambientes elevados y solemnes, que son perfectos para llevar a cabo las labores de ensalzamiento

De hecho, los primeros versos evocan uno de los tópicos más explotados de la lírica modernista: la torre de marfil: Torres con alas de oro. La torre simboliza un lugar idílico, de ensueño, un mundo de hadas, en el que el poeta busca refugiarse y evadirse de la cruda realidad. Ese mundo de ensueño se caracteriza por su belleza, sensualidad y hermosura, valores asociados a la ciudad de Sevilla. 

El símbolo modernista de la torre está al servicio del elogio. Las torres doradas configuran un mundo paradisiaco y placentero en el que se circunscribe la urbe hispalense. La personificación (torres […] que sueñan distancias) dibujan un paisaje vivo y colorido, en el que todos los elementos parecen cobrar vida y movimiento. Sevilla es una ciudad viva y atractiva.

La descripción se tiñe de preciosismo a medida que avanza la canción, mediante la alusión a elementos florales y metálicos: Calles [...] con nardos de plata. En el Modernismo exotista es frecuente la alusión a elementos decorativos y valiosos (oro, plata, flores, joyas…).

La metáfora enfatiza el prestigio de Sevilla como ciudad histórica, la cual tiene un recorrido de muchos siglos en los que han pasado muchas cosas a nivel sociopolítico y cultural: calles con sombras de siglos. La historia de España como país se refleja en las propias calles de Sevilla. Hay vestigios, monumentos, edificios, tradiciones que recuerdan diferentes épocas históricas pasadas (los árabes, el siglo de Oro, el XIX…). 

Las sombras representan el paso del tiempo, pero también como este va dejando una huella eterna en el entorno. La ciudad permanece imperdurable a pesar del devenir de los siglos. Todas las civilizaciones que han pasado por la península Ibérica dejan su marca en Sevilla: visigodos, romanos, musulmanes. El resultado final es un crisol cultural rico, diverso y variado.

Además, Sevilla es una ciudad con un gran legado cultural, especialmente musical. De ahí la alusión a los cantes andaluces (copla, flamenco, sevillanas), los cuales aparecen personificados con el objetivo de enfatizar su capacidad de emocionar: Cantes que arañan estrellas que arañan el alma. Al fin y al cabo, la función de la música y el cante es emocionar, conmover, plasmar sentimientos (sean alegres o tristes). Esos cantes ponen los pelos de punta al que escucha. De ahí la aparición de un verbo relacionado con el sentido del tacto (arañar). Arañar significa tocar la fibra sensible del espectador

Este pensamiento se inserta en estructuras anafóricas y paralelísticas: Sustantivo (cantes) + oración de relativo (que arañan estrellas/ que arañan el alma). El poder de los cantes es tan fuerte que emociona no solo a las personas humanas (el alma) sino también a elementos inertes e inanimados (estrellas). El fin de la hipérbole es elevar a la ciudad de Sevilla y darle la trascendencia que merece. Es un lugar que no te deja indiferente por su belleza, categoría y magia.

En el Modernismo son frecuentes los ambientes nocturnos y naturales, que crean un marco preciosista e idílico. Esto se percibe en la canción: Noches reflejos de un río que quiso ser mar. Evidentemente, el río al que se alude es el Guadalquivir, que como muy bien sabéis pasa por la ciudad de Sevilla, creando una estampa de gran belleza y fama.

El circumloquio da solemnidad al poema. Recordad que se trata de un himno. El yo poético endiosa la ciudad. Las frases largas configuran un discurso señorial y elevado. Se prefiere dar un rodeo y utilizar muchas palabras (reflejos de un río que quiso ser mar) en lugar de utilizar una sola palabra (reflejos del Guadalquivir). La segunda expresión es mucho más práctica y coloquial, pero pasa más desapercibida entre tanta alabanza. El poeta prefiere dar un rodeo, aunque tenga que recurrir a la presuposición de los oyentes. El receptor ha de saber que ese río al que se alude es el Guadalquivir. No obstante, con unos conocimientos geográficos mínimos, lo normal es que todo el mundo lo sepa. 

Además, la personificación del circumloquio engrandece la estampa: de un río que quiso ser mar. El río aparece personificado, está dotado de voluntad. El río no se conforma con ser "un río del montón", sino que aspira "a ser algo más". Busca equipararse a un concepto mucho más grande y ambicioso (el mar). Estos de aires de grandeza forman parte de la naturaleza del himno. En los himnos es frecuente elevar el objeto ensalzado de forma que no sea un objeto común sino un objeto extraordinario, grande y especial, que destaque por encima del resto. Se busca siempre lo superlativo, colocar el elemento elogiado en una posición de superioridad. En definitiva, que sea lo más de lo más. Por eso el Guadalquivir se codea con el mar. 

En el estribillo, el yo poético se dirige a la urbe con el vocativo: Sevilla, verde claridad sonora. El estilo modernista sigue presente en las sinestesias. El objetivo es crear un ambiente sugerente, mediante la asociación de sensaciones, que configuran un flujo sensorial único e indescriptible, aludiendo a colores (verde), tonalidades (claridad) y ruidos (sonora). Un sustantivo que denota luminosidad (claridad) es aderezado con adjetivos vinculados a otros sentidos como son el oído o la vista (verde y sonora). Esto configura una atmósfera emotiva, subjetiva, mágica y misteriosa, muy del gusto del preciosismo. 

La adjetivación cromática da color a la estampa, como si el yo poético estuviera haciendo una pintura o retrato de la ciudad. Esta pintura se plasma en paralelismos: adjetivo de color + elemento natural (verde tierra/azul el aire). Se trata de un ambiente vivo, paradisíaco y activo. A pesar del escenario urbano, el retrato está aderezado con muchos elementos de la madre tierra (agua, aire...). 

Las personificación de los componentes del paisaje dota de "alma" a toda la pintura: Donde el agua adormecida de una torre se enamora. 

El yo poético busca matices que generen contrastes: por un lado, es un río tranquilo, sosegado, quieto. Esto está vinculado a la elegancia, el retiro, la armonía y el relax, que nos trasladan a un paraje idílico. Por otro lado, es un río agitado, con sentimiento, con voluntad, con chispa, que hace cosas típicas de los seres humanos (enamorarse, aunque sea de una torre). No es un elemento muerto ni aburrido. 

Se trata de un paisaje humanizado, con alma. Además la estampa hace referencia a una de las imágenes más espectaculares de Sevilla: el Guadalquivir pasa al lado de la Torre del Oro, uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad, una de las mejores muestras del arte almohade del siglo XIII. 

Estos contrastes de sensaciones y sentimientos se insertan en enumeraciones bimembres antitéticas: fuego y nieve, llanto y cante...Su función es reflejar la riqueza y diversidad de la ciudad. Hay de TODO. Al fin y al cabo, la realidad es un conglomerado muy diverso de emociones y circunstancias y Sevilla es un cachito de esa realidad con sus encantos y peculiaridades.

Métricamente, las estrofas constan de seis versos sin rima. El primero y el cuarto poseen dos sílabas mientras que el resto son hexasílabos. 

En los estribillos tampoco hay rimas y la disposición silábica se irregulariza. No obstante, hay palabras que poseen asonancias muy próximas fonéticamente (torres-calles, distancias-plata, noches-cantes). Aunque técnicamente no hay rima, nuestro oído puede escuchar algo próximo a la rima, aparte de ritmo


martes, 11 de febrero de 2025

Amor marinero (Rocío Jurado): trascendencia pasional aderezados con sensualidad, mística y técnicas amatorias

¿Qué os parece si damos un salto del género de la nana al de la habanera? Corría el año 1974 cuando los maestros Bazán y Tejero compusieron para Rocío Jurado Amor marinero, uno de los temas más emblemáticos de la chipionera

Esta copla, que derrocha sensualidad, pasión y romanticismo, tiene como protagonista a una mujer que está calada por los huesos de un marinero. 

A pesar del éxito obtenido con esta canción, los dos autores no volvieron a componer para Rocío, cosa que resulta sorprendente, sabiendo que detrás del arte de la copla siempre hay un fin comercial. La gran Nati Mistral también hizo una estupenda versión del poema


Este pañuelo de seda, caray,
me lo trajo un marinero,
con la boquita de fresa, caray,
y los ojitos de cielo.

Besos de ron y de menta
en estos labios me da.
Y estoy echando la cuenta, caray,
pa'que no vuelva a la mar.

Mis brazos son las amarras
de tu querer, marinero.

Yo soy la bahia,
tú eres el velero.
No me dejes niño
que sin tu querer me muero.

Si piensas darme de lao, caray,
yo te lo aviso primero,
que tengo número dao, caray,
a cinco o seis marineros.

Tanto tenderle los celos
como una red de pescar,
que se ha tragao el anzuelo, caray,
y me tiene secuestrá

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A lo largo del tema la protagonista habla en primera persona. Esas marcas se manifiestan en el posesivo (MIS brazos), los pronombres personales (ME lo trajo YO soy la bahía) y las formas verbales (Estoy echando…, Me muero, te lo aviso). El uso (y abuso) de la primera persona del singular está relacionado con el lirismo

Ya os he explicado alguna vez que la lírica es el género literario en el que la expresión de sentimientos predomina sobre la narración de historias. La mujer se está sincerando, está mostrando sus verdaderos pensamientos y emociones, es explícita en sus preferencias, manifiesta esa pasión y ese amor que siente por el marinero sin necesidad de ocultar nada. 

Ella está enamorada y así lo hace saber en la composición. El intimismo se proyecta bajo una atmósfera de sensualismo, que crea un ambiente cálido y agradable. De hecho, se hace alusión a la belleza física del muchacho y al contacto físico mediante besos. 

La protagonista se dirige a su amado marinero, el cual se manifiesta con las marcas de segunda persona como el posesivo (TU querer), el vocativo (marinero, niño), el pronombre personal (TÚ eres el velero, TE lo aviso) y las formas verbales (No me dejeS, Si piensaS).

Estamos ante una declaración de intenciones. Hay una persona enamorada (la mujer) y una persona que recibe esos sentimientos de amor (el marinero). Ya tenemos los dos engranajes de la relación amorosa.

La pasión no solo se proyecta en la persona del marinero, sino también en todos aquellos elementos, accesorios y circunstancias que están vinculados a él. Por eso, al inicio del tema, la chica se muestra entusiasmada ante el pañuelo que le regaló: Este pañuelo de seda, caray, me lo trajo un marinero. El pañuelo se convierte en pretexto, en inspiración, en el punto de partida para evocar los momentos placenteros que ha pasado con el muchacho.

Cuando estamos enamorados, cualquier cosa relacionada con nuestro amado (su olor, sus pertenencias, su ropa), nos hace suspirar, embobarnos, caer en una situación de éxtasis. Eso es más o menos lo que le pasa a la muchacha. La contemplación del pañuelo supone recordar una serie de experiencias humanas e íntimas (detrás del pañuelo, hay una persona a la que quieres mucho). Un objeto inanimado (pañuelo) genera una serie de pensamientos y sentimientos muy profundos, que realmente se están vinculando con un elemento humano (marinero).

El demostrativo (este pañuelo) crea una situación de proximidad, calidez y bienestar. La mujer recuerda a su marinero en el presente, aquí y ahora, durante el acto de habla. El pañuelo, y por ende, el marinero, se encuentran en una situación de cercanía, ya no de cercanía física, sino de cercanía en el pensamiento. Amar no significa estar literalmente al lado de otra persona, sino tenerla en nuestra mente

El componente sensorial es significativo. El pañuelo está hecho de un material de textura agradable, blanda, suave, que genera placer sensitivo y sensualidad (pañuelo de seda). Pensar en el amado es un acto que genera bienestar y plenitud. 

La interjección (caray) da un toque de espontaneidad al discurso del yo. Mezclar el sensualismo con la coloquialidad dota de sinceridad a la expresión y enfatiza la admiración que ella siente hacia él. Al fin y al cabo, está enamorada y muere por sus huesos. Cuando amamos a alguien nos quedamos embobados con sus talentos, habilidades y capacidades. 

El marinero queda descrito con metáforas del mundo natural que expresan el atractivo físico: Con la boquita de fresa […] y los ojitos de cielo. La fresa es una fruta de color rojo. Los labios del muchacho se identifican con las fresas, ya que son del color de la pasión. El cielo es azul. Por tanto, los ojos del marinero se identifican con azul del cielo, que es un elemento trascendental. El diminutivo (ojitos) da un carácter afectivo y dulzón al poema. El yo crea un contexto idílico, casi paradisíaco y configura un prototipo de belleza masculino. Cuando estamos felices, todo se tiende a ver de una manera “perfecta”, armónica.

La temperatura pasional va in crescendo a medida que avanzamos en las estrofas, hasta que se produce el contacto físico entre los amantes (beso), que es el momento climático y culminante del tema. 

Para transmitir la sensación placentera del beso, la protagonista recurre a metáforas relacionadas con el mundo de las bebidas y las especias: Besos de ron y de menta, en estos labios me da. Se describe una experiencia íntima y casi inefable con elementos físicos sensoriales. Evidentemente, esto nos acerca a la mística: describir con palabras las sensaciones íntimas que genera un evento tan personal y subjetivo como es un beso, resulta muy muy difícil. Para transmitir el éxtasis que sentimos, tenemos que recurrir a metáforas, que crean un contexto aproximado, que nunca será el auténtico. Como decía Bécquer, las palabras son insuficientes para representar la totalidad de pensamientos (inefabilidad).

El ron y la menta son productos con un sabor bastante fuerte y peculiar. Cuando un amor es de verdad, no te deja indiferente. Los sentimientos nos dejan huella, están dotados de autenticidad y originalidad. El vínculo con esa persona nos marca de por vida. Dar un beso genera sensaciones espirituales y físicas agradables, placenteras, plenas, cargadas de riqueza, como una mezcla del dulzor del ron y el frescor de la menta. 

Como es lógico, se trata de una visión totalmente subjetiva, enfocada desde la perspectiva del personaje femenino. Esas son SUS sensaciones, SU manera de ver las cosas. Al fin y al cabo eso es la lírica: sentimientos íntimos. Cada persona es un mundo.

El hipérbaton enfatiza el momento extático, pues antepone el objeto directo que contiene los elementos placenteros que genera la experiencia íntima (besos de ron y canela), a la forma verbal (me da), la cual queda relegada al final de la oración. Lo más importante no es la realidad (el hecho de dar besos), sino los sentimientos y sensaciones que genera esa realidad (qué se siente al besar a la persona que quieres). ¿Entendéis el sentido del hipérbaton? Se está dando prioridad al sentimiento que al hecho. 

El intimismo queda envuelto en un halo de sensualidad. Por eso el léxico recuerda al modernismo más exotista y al Rococó dieciochesco: accesorios sensuales (pañuelo), tejidos agradables (seda), elementos naturales (cielo) colores y sabores marcados (fresa, ron, menta). El sensorialismo es más que evidente. 

El resultado es una visión renacentista del amor: este se convierte en algo necesario e imprescindible para la vida. Satisface una necesidad humana (todos los hombres necesitamos amar y ser amados). El amor se concibe como la energía regeneradora, fortalecedora del espíritu, gracias a la cual la vida cobra sentido. La muchacha no puede concebir una vida sin su marinero. Cuando hay amor uno de los miedos que se genera en la persona enamorada es el hecho de que ese amor se termine, de que la persona que quieres desaparezca de tu vida. Por eso, la protagonista muestra cierta preocupación de que el marinero se vaya a la mar y se separen: Y estoy echando la cuenta […], para que no vuelva a la mar

En el estribillo, el yo poético recurre a dos metáforas extraídas del mundo de la marinería, para explicar el hecho místico (su amor con el marinero):

-Mis brazos son las amarras de tu querer, marinero. Las amarras son cuerdas que sirven para sujetar una embarcación, de tal forma que quede unida al muelle. Las amarras representan la unión entre el barco y el muelle, es decir, entre la amada y el amado. Los dos elementos están unidos, como el alma con Dios en el proceso místico.

-Yo soy la bahía, tú eres el velero. Estas metáforas se insertan en estructuras de paralelismo: Pronombre personal (yo/tú) + verbo existencial (soy/eres) + atributo (la bahía/ el velero). Esto representa el acercamiento paulatino entre el amado (velero) y la amada (bahía). Normalmente, los barcos cuando atracan se dirigen a las bahías. Se crea de nuevo una vinculación, una unión mística, pero recurriendo a elementos de un contexto marinero. En la mística son frecuentes las metáforas cotidianas (el cazador y la caza, el amado y la amada). 

Mediante la negación del subjuntivo la protagonista ruega al marinero que no la abandone: No me dejes niño que sin tu querer me muero. El tono es suplicante y hasta angustioso. 

La pasión hacia el marinero se ha convertido en algo trascendental. Sin este muchacho la vida carece de sentido para la protagonista. La hipérbole (me muero) da un carácter tremendista y melodramático al contexto. Su objetivo es enfatizar la magnitud del amor marinero en la existencia de la chiquilla. Esta exageración conlleva una urgente necesidad de posesión que puede ser destructiva en ciertos momentos. Imaginad la hecatombe que se va a producir en el yo poético si un día la relación acaba. 

En la segunda estrofa la protagonista hace uso de juegos y estratagemas para mantener al marinero a su lado. ¿Y cuál es la técnica? Muy sencillo: poner celoso al muchacho: Si piensas darme de lado, […] yo te lo aviso primero: que tengo número dado a cinco o seis marineros. 

La mujer le dice al marino que tiene más pretendientes y él no es el único. Es una manera de advertirle de que actúe con cuidado, ya que tiene competencia y su amor no es algo seguro. El tono del discurso pendula entre lo serio y lo jocoso, generando ambigüedad. Por un lado parece que se enfadada, pero por otro, está jugando. 

La oración subordinada condicional en presente y la oración principal en presente (si piensas…., te lo aviso) crean un contexto de gravedad a pesar del tono lúdico. Parece que las palabras de la muchacha son ciertas, y lo que ella dice podría pasar sí o sí. El presente de indicativo en estas estructuras marca los hechos como seguros. Parece una verdad universal en plan “yo tengo más pretendientes así que ten cuidado, que como hagas algo malo, te vas a enterar". Digamos que es una "amenaza amable". 

Sin embargo, las expresiones coloquiales (darme de lado, tener número dado...) suavizan el discurso y crean una especie de juego o chanza. "Dar de lado" significa dejar de hacer caso a una persona y "tener número dado" significa tener pretendientes.  

La disyunción en el numeral (cinco o seis marineros) lima la dureza del contexto, pues da la impresión de que la muchacha se ha tirado algún farol (ya no sabe ni el número exacto de amantes que tiene jajja).

Esa mezcla de jocosidad y seriedad crea una atmósfera de realidad. En las relaciones amorosas, muchas veces hacemos comentarios que por un lado parecen enfados, pero por otro lado están llenos de broma y banalidad. ¿Cuántas veces vuestras novias o novios os hacen comentarios que no sabéis si son en broma o en serio?

Al final, esa oscilación entre risa y gravedad, ha sido la responsable de que la mujer haya conquistado el corazón del marinero. La unión definitiva se representa con comparaciones y metáforas marineras: Tanto tenderle los celos, como una red de pescar, que se ha tragado el anzuelo y me tiene secuestrada.

La frivolidad de las imágenes es evidente aunque el fin sea trascendente. Parece que la chica ha pescado al chico, le ha tendido trampas (tengo más pretendientes, tú no eres el único …), él picó el anzuelo, y cayó en la red. El proceso místico, se enmascara con metáforas pesqueras, cuya meta final es la unión (secuestrada). Ella forma parte de él. Él forma parte de ella. Los dos son un mismo ente. 

En estos versos detectamos el influjo de la poética amatoria de Ovidio, el Ars Amandi. Para conquistar a la persona que quieres, debes utilizar una serie de técnicas, herramientas, tácticas y estrategias. El fin de estas argucias es ganarte la atención del otro y que caiga rendido a tus pies. 

Para autores como Ovidio o el Arcipreste de Hita, el amor tiene una parte inexplicable, misteriosa, pero también una cara más racional que se puede controlar artificialmente. La gente, a base de aprendizajes y sabiduría, conoce y aplica técnicas para ganarse el amor de una persona. Eso es lo que le pasa a la voz lírica: está enamorada del marinero y recurre a técnicas para que cuaje la relación, en la cual confluye lo innato y lo aprendido, y lo frívolo con lo trascendente. 

-Trascendencia porque la protagonista no puede vivir sin su marinero. Lo quiere profundamente. Surge una necesidad de unión (física y de pensamiento), que no tiene una explicación racional. Eso tiene un nombre y se llama AMOR. 

-Frivolidad porque la protagonista da mucha importancia a lo físico y superficial (que si es guapo, que si tiene ojos azules, que si besa bien…) y utiliza técnicas que cosifican al marinero (que si le pongo una red, que si el anzuelo, que si cae en la trampa de los celos...).

Métricamente, si obviamos las interjecciones (caray), detectamos el predominio de versos cortos (arte menor). Las estrofas están formadas por cuartetas: cuatro versos de ocho sílabas que riman el primero con el tercero y el segundo con el cuarto (8a 8b 8a 8b).

El estribillo está introducido por un dístico, es decir, dos versos sin rima (Mis brazos son las amarras/ de tu querer marinero). Después, encontramos una copla: cuatro versos octosílabos en los que primero y tercero van por libre (bahía-niño), y el segundo rima con el cuarto (velero-muero): 8- 8a 8- 8a.



jueves, 30 de enero de 2025

Qué bonita es mi niña (Isabel Pantoja): un mundo infantil plagado de belleza, felicidad, juego y bondad

La copla de esta tarde se circunscribe en el género musical y literario de la nana. Las nanas son canciones de cuna destinadas a arrullar y dormir a los niños. Si un bebé no deja de llorar, lo mejor que podemos hacer es darle un biberón de leche caliente y cantarle una dulce nana para que se calme. A los pocos segundos caerá rendido en el lecho y los padres podrán descansar tranquilos, al menos durante unas horas. Las melodías son suaves, delicadas, sosegadas, lentas, y las letras están cargadas de ternura, inocencia e imágenes literarias de gran belleza y colorido, que configuran un mundo infantil idílico.

La canción que analizamos hoy se hizo popular en los años cincuenta, en la voz del trío Los Gaditanos. Uno de los componentes del grupo era el padre de Isabel Pantoja, el cual le cantaba a su hija Qué bonita es mi niña, cuando la tonadillera era solo una cría. 

Cuando esta niña creció y se convirtió en artista, Isabel la versionó en un disco de 1979. El Consorcio, Perlita de Huelva y Manolo Escobar hicieron estupendas versiones del tema, que está envuelto en un halo de misterio respecto a su autoría. Unos dicen que fue Francisco García de Val. Otros dicen que fue Florencio Ruiz (de los Gaditanos). Sea cual sea la teoría, lo que está claro es que las estrofas de este poema configuran una preciosa nana, que se va alternando con unos estribillos rítmicos y festivos. 



Ayer tarde yo cantabaMientras mi niña dormía
Ayer tarde yo cantabaMientras mi niña dormía
Y los almendros llorabanY los almendros llorabanDe la infinita alegría
Y los almendros llorabanY los almendros llorabanDe la infinita alegría
Que bonita que es mi niñaQue bonita cuando duermeQue parece una amapolaEntre los trigales verdes
Que bonita que es mi niñaQue bonita cuando duermeQue parece una amapolaEntre los trigales verdes
Jugaban al esconditeEl sol con los limoneros
Jugaban al esconditeEl sol con los limoneros
Y los almendros mirabanY los almendros mirabanPor ver dormir a un lucero
Y los almendros mirabanY los almendros mirabanPor ver dormir a un lucero, ay
Que bonita que es mi niñaQue bonita cuando duermeQue parece una amapolaEntre los trigales verdes
Que bonita que es mi niñaQue bonita cuando duermeQue parece una amapolaEntre los trigales verdesTrigales verdesTrigales verdesTrigales verdes

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Los primeros versos crean el contexto dramático necesario para la nana: Ayer tarde yo cantaba, mientras mi niña dormía

Como veis, se crea una escena con todos los elementos que hacen falta para una canción de cuna: la madre cantando, el chico durmiendo, el contexto temporal es el apropiado (la tarde es un momento del día perfecto para el sueño: la siesta, el relajamiento necesario que se hace a mitad del día para reponer fuerzas y descansar). 

El léxico está bien elegido. Los vocablos están relacionados con las personas (yo, mi niña), el tiempo (ayer tarde) y las acciones (cantaba, dormía). La unión de todos ellos crea el contexto de nana.

El posesivo (mi niña) vincula a la madre con su hija, y de esta manera se intensifica el amor y la ternura materno-filial. Las madres quieren mucho a sus niños, forman parte de sus vidas, son su mayor tesoro. Una madre no es nada sin su hijo. De ahí esa necesidad de posesión.

Las nanas son canciones destinadas a los bebés. Por tanto, el mundo creado debe ser feliz, idílico, bello, bonito, dinámico, vivo y colorido. Los niños son seres inocentes, puros e ingenuos. Todavía no conocen el lado macabro y perverso de la vida. Son muy pequeños. Hay que protegerlos. Por eso, el entorno es casi de ensueño, cuyos integrantes derrochan alegría, sonrisa y placer estético. De ahí la personificación de elementos vegetales y naturales. Se trata de una personificación optimista, plena, feliz, con un ligero hedor de hipérbole: Y los almendros lloraban de infinita alegría

A un elemento inanimado (almendro) se le añaden cualidades humanas (llorar). El paisaje pintado es sensual (los almendros son árboles dotados de esbeltez y majestuosidad, su copa es redondeada y sus flores blancas). El color blanco representa la pureza, la inocencia y la candidez (propia de los niños). 

Estos detalles tienen su porqué en este tema. Las lágrimas de los almendros no son de pena o tristeza, sino de alegría. A los niños no se les puede crear un mundo mustio o triste. Para una madre, tener un niño es una bendición. En contextos así, el sentimiento negativo y funesto (lágrima) tiene valor positivo y optimista. Se llora de felicidad. De hecho, el adjetivo cuantificador le da un toque hiperbólico al texto, con el objetivo de enfatizar la plenitud: Infinita alegría

En la segunda estrofa continúa la personificación de elementos naturales Jugaban al escondite el sol con los limoneros. Se crea una Naturaleza viva, motriz y dinámica. A los niños les encanta el movimiento. Los niños son seres inquietos, tienen curiosidad, necesitan moverse, descubrir el mundo, abrir y cerrar cajones. Un mundo bonito, pero quieto no les llama la atención. Hace falta belleza, pero también hace falta movimiento. De ahí la personificación: se le atribuyen cualidades humanas (jugar al escondite) a elementos vegetales (limonero) y climatológicos (sol).

Se trata de una personificación de corte lúdico, que refleja la esencia del mundo infantil. Los niños son seres que buscan el placer inmediato. A estas edades solo quieren jugar, pasarlo bien, divertirse. No ven más allá. Lo importante es satisfacer sus necesidades aquí y ahora. Por eso el autor ha seleccionado una escena que tiene que ver con la realidad más cercana del niño (juego del escondite). 

Para captar la atención de los niños debemos recurrir a elementos que resulten vistosos, efectistas, sean coloridos, brillantes, se muevan y denoten diversión y juego. 

Estamos ante una Naturaleza motriz, formada por la unión de elementos (sol, limoneros, almendros...). Cada uno de estas entidades cumple un rol, una función. Si antes los almendros lloraban de felicidad, ahora son observadores y testigos de eventos celestiales trascendentales, que llaman la atención de los bebés: Y los almendros miraban por ver dormir a un lucero. 

La esfera celeste se mueve. Es normal que aparezcan y desaparezcan astros (el sol se pone, las estrellas se ocultan, la luna sale...). Todo esto genera fascinación en los niños, que lo ven como si fuera magia. Cuando una estrella se oculta en el cielo, esa estrella “se va a dormir”. Una manera metafórica bonita de describir el ciclo de la Naturaleza.

La topografía creada es de corte idílico e infantil. Por un lado, los elementos funcionan por separado, ya que cada uno de ellos ejerce una función (el almendro llora, el sol juega al escondite, los árboles miran a los luceros...). Es como un cuadro del Bosco. Hay muchos componentes/integrantes y el público los contempla separadamente. Sin embargo, después, hace una lectura en conjunto que le permite dotar de sentido a la pintura. Todos los elementos se unen y crean una estampa viva y humana, que representa la esencia del mundo infantil: un mundo bonito y feliz, donde todo es color, alegría y eternidad. No existe lugar para la crueldad, el odio, el dolor, la pena o la muerte. 

En el estribillo se rompe la melodía lenta y sosegada de las estrofas, para dar lugar a un derroche de fuerza y ritmo festivo y bailable. El yo poético exalta y elogia las cualidades positivas de su hija con la exclamación retórica: !Qué bonita, que es mi niña”, Qué bonita, cuando duerme. 

Los paralelismos crean un contexto de solemnidad: Pronombre exclamativo (Qué) + adjetivo positivo (bonita) + oración subordinada (Que es mi niña/ Cuando duerme). Para una madre, tener un niño es una experiencia gratificante. Su hijo es un ser trascendental y majestuoso. De ahí el tono elevado y arengoso que destila el estribillo. El yo poético celebra la existencia de la niña. Irradia alegría de vivir y júbilo

Los elogios quedan matizados con las comparaciones procedentes del mundo vegetal: Que parece una amapola entre los trigales verdes. Se trata de una escena que estéticamente resulta bella. El color rojo de la amapola contrasta con el verde del trigo. El hecho de imaginar en nuestra mente una estampa así genera placer visual-sensorial. Tanto el trigo como las amapolas son elementos bonitos, al igual que los niños pequeños. El adjetivo cromático es importante (amapola roja, trigal verde). El color representa la fuerza vital. Cuando algo es colorido está en su mejor momento, en una etapa de plenitud. Eso es lo que pasa con los niños, que están viviendo un momento idílico, donde todo es maravilloso. Su cuerpo está sano, son bellos por fuera, tienen toda la vida por delante, los tenemos alejados de todos los males, su infancia es feliz, no tienen preocupaciones...

Las nanas son canciones que tienden a crear mundos de hadas, de príncipes azules, de barquitos de vela, de caritas sonrientes, de almendros que ríen. A muchos de vosotros, seguramente esta copla os parezca empalagosa y ñoña. Sin embargo, las nanas, por esencia, son así. Un niño no podría dormirse con canciones truculentas o lacrimógenas. Si queremos dormir a un niño debemos hacerlo con canciones que se adapten a sus concepciones vitales, a sus sistemas de representación del mundo, a sus propias maneras de ver las cosas. En otras palabras: tenemos que ponernos al nivel de un niño y a sentirnos como ellos. Como decía William Blake, los niños pequeños están encerrados en una coraza o en una nube. Ya habrá tiempo de que bajen de ahí. Pero de momento, vamos a dejarlos, que son niños.

Métricamente los versos son octosílabos. La copla es reiterativa, ya que repite frases enteras e incluso estrofas. Tened en cuenta que los niños todavía no alcanzan una comprensión lingüística total. Debemos repetirles las cosas una y otra vez hasta que nos entiendan, y hablar de manera sosegada y lenta para que capten el sentido de nuestros mensajes. La canción es un reflejo de la comunicación materno-filial. La lentitud suele generar sueño (al fin y al cabo, la pretensión de las nanas es dormir a los niños).

Si obviamos las repeticiones, el análisis métrico es sencillo:

-La primera estrofa es una cuarteta: cuatro versos octosílabos que riman primero con tercero y segundo con cuarto (8a 8b 8a 8b). Las rimas son consonantes, para facilitar la musicalidad (cantaba-lloraba, dormía-alegría). Para los niños es más pegadizo la rima consonante que la asonante.

-La segunda estrofa y los estribillos son coplas (8- 8a 8- 8a): cuatro versos de ocho sílabas que riman el segundo con el cuarto (limonero-lucero, duerme-verde), mientras que primero y el tercero quedan libres (escondite-miraban, niña-amapola).


miércoles, 15 de enero de 2025

Érase una vez (Paco Ibáñez): el mundo al revés

Hoy analizamos un poema de José Agustín Goytisolo que fue musicalizado por Paco Ibáñez. El 2 de diciembre de 1969 el cantautor valenciano celebró uno de sus conciertos más emblemáticos en el Olympia de París. El recital incluyó música y voz en directo, y se grabó en un doble LP titulado Paco Ibáñez en el Olympia. La portada fue diseñada por el pintor Antonio Saura. Uno de los temas incluidos fue Érase una vez

El disco es un homenaje a grandes autores y poetas de la literatura española: Góngora (Amor tirano), Rafael Alberti (A galopar), Gloria Fuertes (Villancico), Miguel Hernández (Andaluces de Jaén), Gabriel Celaya (España en marcha), el Arcipreste de Hita (La gran perdida de Alhama), Quevedo (Es amarga la verdad), Blas de Otero (Me queda la palabra), Jorge Manrique (Coplas a la muerte de su padre), Nicolás Guillén (Soldadito Boliviano) o Cernuda (Un español habla de su tierra). 



Érase una vez un lobito bueno
al que maltrataban todos los corderos. (bis)

Y había también un príncipe malo
una bruja hermosa y un pirata honrado. (bis)

Todas estas cosas había una vez
cuando yo soñaba un mundo al revés. (bis)

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El autor recurre a un lenguaje infantil, típico de la cuentística y la fábula, que tanto gusta a los niños y al público joven. De hecho, el comienzo del poema se recurre a la fórmula típica de los relatos cortos: Érase una vez…El verbo ser adquiere el valor de existir en pretérito imperfecto. Es el mecanismo habitual para introducir un mundo imaginativo, ficcional, que nada tiene que ver con el real.

A continuación, se enumeran una serie de personajes que son una degradación o deformación paródica de caracteres típicos de los cuentos clásicos y fábulas tradicionales de Fedro, Esopo, Iriarte, Samaniego o Parrault: un lobito bueno al que maltrataban todos los corderos, […], un príncipe malo, una bruja hermosa y un pirata honrado.

Los adjetivos valorativos de cualidad subjetiva (bueno, malo, hermosa, honrado) asignan una propiedad a los personajes de los cuentos, que se contraponen a la concepción tradicional, normativa o canónica que todos tenemos en mente. En esta canción, los personajes son atípicos, extraordinarios, fuera de lo común…

Lo normal en los cuentos es que el lobo sea el malo, el antagonista, el que fastidie a los buenos y se coma a los corderos. Pensad en relatos conocidos como Los tres cerditos o Caperucita Roja. En estas historias, el lobo no para de amargar la vida a los demás, siempre está haciendo cosas malas, se ensaña con los débiles. En esta canción, sin embargo, se trata de un lobo bueno, que en lugar de atacar, es atacado y ridiculizado por los corderos, que aquí hacen el rol de fuertes

Los príncipes azules son un clásico del mundo del relato corto. Por lo general, son personajes que pertenecen al bando de los buenos, ya que intentan impartir justicia y contribuir al desarrollo feliz de la historia. En cambio, en este poema, el príncipe es malvado.

Las brujas se retratan como seres feos, monstruosos, deformes, horripilantes, desagradables (a los niños les dan miedo). En esta ocasión, la bruja de esta canción es bella, guapa y hermosa, rompiendo con el canon tradicional.

Los piratas son seres que representan la ambición, la avaricia, la codicia, la acumulación de botines y riquezas, la corrupción material y moral (siempre están atracando a otros barcos, apresando a la gente, pidiendo rescates…). En el poema de Goytisolo, el pirata es un marinero honrado, humilde, justo, leal, íntegro, honesto, austero, digno…vamos una maravilla jjajajajaa

El poema posee una estructura sintética o inductiva. Parte de casos particulares, individuales, concretos (cada uno de los personajes: pirata honrado, bruja hermosa, príncipe malo, lobito bueno), y de ahí se remonta a la reflexión genérica, con el objetivo de extraer teorías e ideas.

Mediante el cuantificador y el demostrativo el yo poético formula la conclusión o síntesis del texto: todas estas cosas había una vez cuando yo soñaba un mundo al revés.

De una manera breve, sencilla, transparente, inocente, ingenua, infantil, el poeta nos describe uno de los hechos más perversos, dolorosos, macabros, desmoralizadores y reales de la vida: solo en el mundo de los sueños y la imaginación es posible encontrar la justicia. En el mundo real no hay valores, no hay sentido común, no hay lógica.

Si queremos un mundo ideal, no tenemos más remedio que crearlo con nuestra mente (ya sea mediante el arte, la imaginación o los sueños), ya que no lo vamos a encontrar en ningún sitio. El mundo perfecto es imposible, irrealizable, intangible. Pura utopía. Resulta contradictorio, irónico y caprichoso, que al final, el mundo que debería ser (justo, bondadoso, virtuoso), sea visto como el mundo del revés (raro, infrecuente, extraño, excepcional, atípico), mientras que el mundo de la injusticia, la maldad y el caos se haya asumido como algo real, tangible y normal. Duele pero es así.

Métricamente, predomina el verso corto (hexasílabo). En cada estrofa, el segundo verso rima con el cuarto (bueno-corderos, malo-honrado, vez-revés) y el primero y tercero quedan libres. El poema consta de tres endechas: 6- 6a 6- 6a