Cerramos el mes de agosto de la misma manera en que lo empezamos, con un tema ye-ye alegre y dicharachero, que los maestros Guijarro y Algueró compusieron en 1965 para Conchita Bautista. Hoy analizamos Cabecita loca
Cabecita loca
Cabecita loca
Cabecita loca
Tú no cambiarás
Cabecita loca
Cabecita loca
Cabecita loca
Cada día más
Cabecita, cabecita loca
Qué bonitos ojos
Qué bonita boca
Cabecita, cabecita loca
Ya no tengo nada
Nada en que pensar
Nada en que pensar
Tú me dices cabecita loca.
Vas alborotando todo lo que tocas,
Y aunque lo pretendas,
Cabecita loca y aunque lo pretendas
Tú no cambiarás
Tengo en la cabeza pajaritos
Y la tengo llena de serrín
Tú tienes la culpa
Que viva loquita por ti
Ay mira, mira
Cabecita, cabecita loca
Vas alborotando todo lo que tocas,
Pero yo te quiero
Cabecita loca, pero yo te quiero
Cada día más
Cabecita loca,
Cabecita loca
Cabecita loca
Tú no cambiarás
Cabecita loca
Cabecita loca
Cabecita loca
Cada día más
Ay mira, mira,
Cabecita, cabecita loca,
Vas alborotando, subiendo, bajando
Rompiendo, cambiando todo lo que tocas,
Pero yo te quiero,
Cabecita loca, pero yo te quiero
Cada día más
Pero yo te quiero cada tarde,
Cada noche, cada día más y más
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¿Sabéis lo que significa la expresión “ser un cabeza loca”? Se aplica la metáfora “cabecita loca” (o cabeza de chorlito) a aquellas personas, que por lo general, piensan poco las cosas antes de hacerlas. Se lanzan a la piscina casi sin pensárselo, llevando a cabo cualquier tipo de proyecto o empresa sin medir las posibles consecuencias que pueda tener.
La sociedad da una visión negativa y estereotipada de este tipo de individuos: que si tienen poco juicio, que si no utilizan la razón, que si tienen muchos pájaros en la cabeza, que si son unos soñadores, que si son unos irresponsables, que si les falta madurar, que si traen a la familia por la calle de la Amargura con sus locuras, que si un día piensan una cosa y al día siguiente la contraria....
Este tipo de personajes son incomprendidos y criticados por la masa. La gente asocia lo realista (razón) a la esfera de lo positivo y aceptable, mientras que lo idealista (corazón) es visto como algo negativo y terrible, ya que atenta contra las normas del orden, el sentido común y las convenciones sociales.
La impulsividad de este tipo de personas no suele ser bien vista. Esto se traduce en conceptos tales como la inmadurez, la escasa reflexión o la falta de ordenación de las ideas. Pensad en personajes como el Quijote. Él anteponía sus aspiraciones, pasiones e ideales (ser un caballero) a todo lo demás. Ser un soñador era visto como algo risible y ridículo en el seno de una sociedad realista, que buscaba que la gente tuviera los pies en el suelo. De ahí que el héroe sea visto como un inadaptado (aspecto en el Romanticismo llevaría hacia una actitud de rebeldía contra el mundo).
Sin embargo, cuando el amor hacia alguien es puro y auténtico te dan igual los defectos que la sociedad ve. Te es indiferente que sea realista o idealista o lo que puedan pensar los demás. Tú sabes que esa persona a la que tanto quieres está siendo feliz con sus locuras e impulsividades. Por lo tanto, el defecto se convierte en virtud.
Eso es lo que le pasa a la protagonista de esta copla. En lugar de concebir el término “cabecita loca” como un cúmulo de imperfecciones, lo ve como algo amable, agradable, divertido, gracioso y de lo que reírse. A pesar de ser un poco cabecita loca, la muchacha quiere muchísimo a su amado y daría su vida por él.
Aunque la melodía resulta frívola y ligera, el poema recoge un fondo temático importante: debemos querer a la gente, con sus virtudes y defectos. ¿Qué más da que el chaval sea considerado por la gente un cabecita loca, si luego es buena persona y se hace querer?
El sufijo diminutivo (cabec-ita) da un carácter afectivo al discurso y atenúa los efectos negativos del supuesto defecto del amado. Ser un cabeza loca no se mira como algo nocivo y dañino sino entrañable y gracioso. No suena igual “cabeza loca” que “cabecita loca”. El apreciativo neutraliza una parte importante de las connotaciones negativas, convirtiendo lo malo en algo estándar y neutro.
En lugar de ver la locura como algo criticable, horripilante y reprochable, se concibe como si fuera algo que forma parte de la personalidad del muchacho y no afecta a la capacidad de amar y ser amado.
Ser un cabeza loca es parte de la psicología del amado y no pasa absolutamente nada por poseer ese distintivo/etiqueta. La chica quiere al chico independientemente de su condición. Es más: esa locura da un toque atractivo a la relación. El hecho de ser tan loco lo convierte en un ser auténtico, original, fiel a unos principios. El vocativo (cabecita loca) no se interpreta como un reproche o queja, sino como un apelativo afectivo y cariñoso para dirigirse afectuosamente al amado.
El futuro de indicativo da solidez a la personalidad del muchacho: Tú no cambiarás. El chico, de forma innata es así de loco. No se puede hacer nada por cambiarlo. Ser un cabeza loca es algo que lleva en los genes. Hay personas que por naturaleza son impulsivas y pasionales. Otras, la biología les hace más reflexivas y teóricas. Cada uno es como es.
La sentencia del yo poético al amado (Tú no cambiarás...) demuestra la sintonía y la armonía entre los dos miembros de la pareja. Ella conoce a la perfección la esencia psicológica del chico, y actúa de acuerdo a ello, sin imponer ni reprochar nada, limitándose a disfrutar de la forma de ser y de ver la vida de su amado (aunque sea tan cabecita loca).
En eso radica el amor auténtico: en respetar la pureza de la persona a la que quieres y en disfrutar de sus virtudes e imperfecciones. Si ese muchacho dejara de ser un cabecita loca, perdería su identidad. Por eso, en lugar de cambiarlo o transformarlo (convirtiéndolo en alguien que no es), el yo poético prefiere que cada día sea más fiel a su esencia. El indefinido (cada), la unidad de tiempo (día) y el adverbio de cantidad (más), dan un efecto intensificador: Cabecita loca, cada día más.
Como veis, en las palabras de la voz lírica no hay reproche alguno. Todo se mueve en un contexto de amabilidad y diversión.
Mediante las estructuras en paralelismo (pronombre exclamativo + adjetivo+ sustantivo), el yo poético elogia a su amado: Qué bonitos ojos, qué bonita boca.
La alabanza se basa en aspectos físicos y corporales del chaval (ojos, boca...), lo cual da un toque de sensualidad a la copla. Os recuerdo que estamos ante una canción ye-ye, y en este tipo de temas es frecuente encontrarnos referencias a la belleza superficial y el atractivo físico.
La muchacha se muestra enamorada del chico a lo largo del texto. Cuando quieres a una persona, esta pasa a ocupar el centro de tus pensamientos, llegando a una situación totalmente hiperbólica, en la que te olvidas de todo lo que te rodea. Parece que el mundo ha desaparecido y no hay nadie más. Solo existe tú y la otra persona.
La anadiplosis enfatiza esa visión del amor, de un amor que anula y borra todo lo que hay alrededor: Ya no tengo nada/ nada en que pensar. Para el yo poético, solo existe su amado (y nada más). Estos excesos y radicalismos sentimentales evocan a la poesía de cancionero, ya que el poder del amor es muy fuerte.
El carácter jovial de la melodía, el sensualismo de los afectos y la sencillez del lenguaje reducen el componente tremendista y excesivo, y hace que estas palabras tan altisonantes, se envuelvan en un halo de intimismo y cercanía, mucho más asequible y entendible
Como ya hemos dicho, a la protagonista no le importa el carácter alocado y pasional del chaval. Tened en cuenta que hay personas viscerales e impulsivas que actúan de corazón, de manera inmediata, en caliente, sin importar las normas, razones, reglas o convenciones, dejándose llevar por lo que te pida el cuerpo en ese momento. Son como terremotos, volcanes o torrentes, que necesitan explotar emociones en un momento determinado, sin importar el orden o la razón. De ahí que tomen ciertas decisiones que causen sensación o desconcierto en la gente. Este tipo de seres no suelen ser bien vistos por la sociedad. La figura del amado queda asociada a palabras que denotan ruido, fuerza o escándalo: Vas alborotando todo lo que tocas
El verbo alborotar implica desorden, desarmonía, caos. A este tipo de gente le cuesta adaptarse a los contextos realistas y racionales. Para el resto de la sociedad son seres que llevan una vida poco sana y recomendable, y que están continuamente trastocando el orden social, familiar y moral (todo lo que toca...). En esta canción el yo poético rebaja las dosis de negativismo y crítica, y dibuja la psicología del amado de forma amable y divertida, ya que lo quiere mucho y ve absurdo hacerle cambiar
Un mecanismo gramatical que enfatiza la personalidad arrolladora del amado es la similicadencia. Esta consiste en en repetir una serie de palabras que comparten el mismo accidente morfológico. En este caso, se acumulan verbos en gerundio, que crean una enumeración en asíndeton de gran intensidad y sonoridad: Vas alborotando, subiendo, bajando, rompiendo, cambiando todo lo que tocas.
Al no cerrar la enumeración con la conjunción copulativa (y), se crea una sensación eternidad: el amado es un ser activo, que siempre está trastocando todo lo que le rodea debido a su fuerte carácter. Su personalidad es así y no la cambia. Este muchacho es como un torbellino, que no puede estarse quieto. No deja indiferente a nadie. Continuamente está llamando la atención allá por donde va, y en todos los momentos del día. Agota tus energías.
A pesar de ese carácter tan alocado, el yo poético muestra su amor hacia él. La conjunción coordinada adversativa marca el contraste: este chico será “políticamente incorrecto”, pero no va a constituir una traba, un obstáculo o un impedimento para llevar a cabo la acción de amarlo: Vas alborotando todo lo que tocas, PERO yo te quiero cada día más
El hecho de encontrar palabras relacionadas con el campo semántico de las franjas del día, es una forma de configurar un sentimiento de amor eterno y duradero: Pero yo te quiero cada TARDE, cada NOCHE, cada DÍA, más y más.
La estructura paralelística del determinante indefinido (cada) + el fragmento temporal (tarde/noche/día) crea una armonía rítmica, a la vez que el yo poético hace una declaración explícita del amor. Se trata de un sentimiento sincero y verdadero, que va in crescendo y se da a todas horas. Aunque se produzcan antítesis (tarde/noche), en todas las situaciones es posible el amor.
En la sexta estrofa asistimos a otro tópico de la literatura cancioneril. Aunque el amor verdadero supone el respeto a la esencia de la otra persona y quererla con sus virtudes y defectos, también es posible que se produzcan contagios. El cariño es tan grande que acabas aprendiendo/asimilando cosas del otro. Se produce un trasvase de cualidades de manera involuntaria. De ahí que el yo poético femenino absorba rasgos de locura de la personalidad del muchacho, tal como se refleja en estas frases hechas: Tengo en la cabeza pajaritos, y la tengo llena de serrín
Tener pájaros en la cabeza es una expresión que aplicamos a personas muy fantasiosas, inmaduras, poco juiciosas, soñadoras, a la que les falta sentar su vida. En otras palabras: a las que tienen la cabecita loca. La mujer reconoce explícitamente mediante el presente de indicativo en primera persona (tengo), que en ocasiones, no es tan ordenada ni tan perfecta como parece.
Lo mismo ocurre con la expresión “la cabeza llena de serrín”. El serrín son restos de madera, los desperdicios que obtenemos después de pasar la sierra por la madera. Por lo tanto, la cabeza (metonimia del cerebro) está prácticamente vacía, sin contenido…solo restos. El yo poético reconoce que no actúa con razón
Los rasgos de la personalidad de él (locura) se extienden a la psicología de ella. En el proceso amoroso esto es posible: quieres tanto a una persona que involuntariamente acabas tomando rasgos del otro. Al fin y al cabo ese es el fin de las relaciones personales: mejorar como seres humanos, enriquecer nuestro espíritu, coger lo mejor de los demás para aplicarlo a nuestra vida, adquirir nuevos matices. Se puede ser fiel a uno mismo y a la vez aprender de los demás. Las dos cosas son compatibles.
En contextos amatorios puros es más fácil que se produzcan estas asimilaciones, tal como reconoce la protagonista, dirigiéndose al amado mediante el pronombre y el verbo en segunda persona: Tú tienes la culpa….
Cuando queremos a alguien nos interesamos por su forma de ver y concebir la vida, queremos aprender sus filosofías vitales, asimilar sus mejores cualidades…El placer amoroso contribuye en el proceso de maduración personal. Existe un tópico lírico medieval que es del amor como locura o trastorno que nos hace cambiar de personalidad y provoca efectos en nuestra conducta: Tú tienes la culpa que viva loca por ti. Nuestra vida cambia al conocer a nuestra media naranja. El amor altera nuestros actos diarios.
Él es responsable, en cierta medida, del cambio de ella. Al fin y al cabo, realismo e idealismo no son conceptos contrarios. Se necesitan mutuamente. Evidentemente, para vivir la vida hay que tener cierta madurez, hacer uso de la razón, crear un orden, pero a veces, el caos, la fantasía, los sueños también nos ayudan a vivir y son necesarios. Se puede ser realista y a la vez tener momentos idealistas. Esta relación servirá para que la protagonista entre en contacto con el toque de locura necesario para mejorar en su vida
Además, estos versos permiten el juego semántico con el concepto de locura, dando el toque gracioso y humorístico: la locura del carácter de él VS la locura de amor de ella. Las interjecciones (Ay...) y los apelativos (Mira, mira...) refuerzan la comunicación con el amante
Métricamente, detectamos un predominio del verso hexasílabo ("tu no cambiarás", “cabecita loca”, “y aunque lo pretendas”). A veces las reduplicaciones alargan los versos hasta convertirlos en arte mayor (Cabecita, cabecita loca). En algunas partes encontramos versos largos (decasílabos, endecasílabos) sin necesidad de repeticiones: "Tú me dices cabecita loca”; “Vas alborotando todo lo que tocas”
Los paralelismos y las repeticiones contribuyen al ritmo sin necesidad de rimas, las cuales son casuales y residuales (cambiarás/más, loca/boca, loca/tocas). El resto del poema rima de manera libre.