jueves, 6 de abril de 2023

Madrugá en Sevilla (Rocío Jurado): una sevillana sobre la procesión más emblemática de Andalucía

Hoy es Jueves Santo, día muy especial para los sevillanos. Estamos a escasas horas del inicio de la Madrugá, la procesión más emblemática de la Semana Santa de Andalucía. La Hermandad del Silencio (1340), El Gran Poder (1431), La Macarena (1595), el Calvario (1571), La Esperanza (1418) y los Gitanos (1753) están a punto de iniciar su estación de penitencia.

En honor a estas cofradías, a la capital hispalense, y en general, a nuestras tradiciones, fiestas y costumbres, vamos analizar esta sevillana compuesta para la voz de Rocío Jurado: Madrugá en Sevilla.

Cada palo de la sevillana está dedicada a un paso de la procesión. ¿El problema? Al ser cuatro estrofas, hay tres hermandades que se quedan fuera (el Silencio, El Calvario y los Gitanos), y en la última estrofa se añade el Cachorro, que no forma parte de la estación de penitencia, pero los sevillanos lo veneran con el mismo fervor y pasión.



La esperanza de Triana

tiene la cara morena

Las lágrimas que le caen

le van lavando sus penas.


Madruga, madruga del Viernes Santo

bajo una luna que brilla,

lagrimas derrama el cielo

que la recoge Sevilla.


Noche de luto y saeta,

silencio de amor y canto

El Señor del Gran Poder

va entre la brisa y el llanto.


Madruga, madruga del Viernes Santo

bajo una luna que brilla,

lagrimas derrama el cielo

que la recoge Sevilla.

Que llora y ríe sus penas


Que llora y ríe sus penas

Sevilla tiene una virgen,

Según como tú la mires

te mira La Macarena.


Madruga, madruga del Viernes Santo

bajo una luna que brilla,

lagrimas derrama el cielo

que la recoge Sevilla.


De su costado divino

un chorro de sangre emana

Y el río lava tus penas

Ay Cachorro de Triana


Madruga, madruga del Viernes Santo

bajo una luna que brilla,

lagrimas derrama el cielo

que la recoge Sevilla.

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La primera estrofa está dedicada a la Reina de Triana, que es la Virgen de la Esperanza, con sede en la Capilla de los Marineros.

El yo poético evoca a la virgen en un tono exclamativo, cercano a la saeta: La esperanza de Triana, Ay!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!. Después, describe el rasgo físico más famoso de la imagen, que es el color tostado de su piel (La esperanza de Triana tiene la cara morena) y el rostro lloroso (las lágrimas que le caen).

La prosopografía mariana está enriquecida por la personificación: las lágrimas que le caen, le van lavando las penas. A una realidad inanimada (lágrima) se le asigna un acto propio de un ser humano (lavar). En este caso, las lágrimas son un reflejo externo de la tristeza de la virgen por la muerte de Jesús. Cuando algo nos duele, una reacción corporal es el llanto, que consiste en expresar el dolor por la muerte de un ser querido.

La segunda sevillana está dedicada al Cristo del Gran Poder. La escultura data del año 1620 y fue diseñada por el cordobés Juan de Mesa.

La figura religiosa aparece representada en un contexto de solemnidad y devoción absolutos, que resultan compatibles.

-Por un lado, la fe se vive desde el intimismo y el recogimiento. El dolor se sufre desde dentro sin necesidad de pompas y ceremonias: noche de luto […], silencio de amor. La noche y el silencio simbolizan la soledad de Cristo en el momento de su muerte. Un momento tan trascendental como es la crucifixión de Jesús necesita una actitud de respeto. El amor también se expresa callando. Esta postura es muy erasmista.

-Por otro lado, la fe también se vive desde la exaltación y el ruido: noche de saeta […] y canto. El dolor por la muerte de Cristo también se puede expresar desde el desgarro y el llanto desbordado. Cuando algo nos duele, no podemos evitar manifestarlo, a veces, de forma un tanto aparatosa. La saeta es un cante que permite expresar devoción y fervor por la imagen religiosa, además del dolor del momento litúrgico que representa.

El Cristo del Gran Poder es representado en movimiento: el Señor del Gran Poder va entre la brisa y el llanto. En lugar de ver una estampa quieta e inerte de la escultura, observamos a un Cristo rodeado de vida, ya sea de elementos naturales (la brisa, el aire del entorno natural) o humanos (el llanto de los fieles).

El tercer palo tiene como protagonista a la Virgen de la Macarena, del barrio de San Gil, muy famosa por sus mariquillas, cinco piedras verdes engarzadas en forma de azucena que fueron un regalo del torero Joselito El Gallo.

En estos versos se alude a la ambigüedad en la expresión facial de la Dolorosa. Este tema ha generado multitud de leyendas/mitos/debates y ha convertido la imagen en todo un icono de nuestra cultura. El rostro de la virgen solloza y sonríe a la vez, en función de los ojos del observador: Sevilla tiene una virgen que llora y ríe […]. Según como tú la mires, te mira la Macarena.

La antítesis (llora-ríe) da un carácter humanizado a la divinidad. La vida es una sucesión de momentos buenos y malos. La Virgen sufre por la muerte de su hijo, pero ríe al verse venerada por todo el pueblo sevillano. Es un trasunto del hombre, que en función de las circunstancias, unas veces se siente feliz y otras triste.

La metonimia dota de fama local a la virgen: Sevilla tiene una virgen. Se alude a la ciudad (Sevilla) por los habitantes de esa ciudad (sevillanos) con el fin de dar grandeza a su veneración y culto.

La voz poética se dirige a los oyentes mediante las marcas de segunda persona, ya sean verbales o pronominales (según como TÚ la mireS, TE mira la Macarena) con el fin de involucrar al espectador en la adoración y devoción a esta virgen.

La última estrofa se centra en el Cachorro de Triana. Este Cristo no forma parte de la Madrugá. Procesiona el viernes Santo por la tarde/noche y tiene su sede en la Basílica Menor del Cristo de la Expiración.

La descripción de la escultura entronca con la tradición de la imaginería sufriente y sangrante que tanto criticaba Antonio Machado en la Saeta: de su costado divino un chorro de sangre emana. La tradición artística y folclórica siempre ha representado a Cristo en los momentos de su muerte y crucifixión. De ahí, su vinculación con elementos como la sangre, las heridas, las espinas, la agonía, los clavos, la carne rota…

No obstante, mediante la personificación del agua, se rebaja el grado de crudeza: el río lava tus penas, Cachorro de Triana. A pesar del dolor físico, encontramos a un Cristo sereno, aliviado, calmado, en paz consigo mismo.

En el estribillo el yo poético crea una estampa preciosista, en la cual un elemento astral y natural (Luna) contempla el espectáculo de la procesión: Madrugá de viernes santo, bajo la Luna que brilla. La Luna es un elemento que da luz (en la mística la luz es amor), y está en lo alto de la esfera celeste, como si fuera un Dios.

Los elementos naturales no pueden evitar emocionarse y verse afectados por todo lo que representa la Semana Santa: lágrimas derrama el cielo... El firmamento llora la muerte de Jesucristo, y los habitantes de la ciudad (metonimia de Sevilla) se ven contagiados por esa emoción. Es imposible permanecer indiferente e impasible ante tal espectáculo.

Respecto a la métrica, todos los versos son octosílabos y predomina la rima asonante. Si obviamos las repeticiones de sintagmas, observamos que cada estrofa está formada por una copla: cuatro versos de arte menor que riman segundo con cuarto (morena-penas), mientras que el tercero y el primero quedan libres (Triana-caen): 8- 8a 8- 8a. Este esquema también lo vemos en los estribillos (brilla-Sevilla, Santo-cielo)

La tercera sevillana forma una redondilla: cuatro versos de arte menor que riman primero con cuarto (penas, Macarena) y segundo con tercero (virgen, mires)



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