jueves, 30 de marzo de 2023

Tientos del reloj: el drama de sufrir una infidelidad y llevarlo en silencio

A lo largo de estos años hemos analizado coplas en las que se puede ver de manera directa o indirecta, y desde diferentes perspectivas, el tema de la infidelidad (Me casó mi madre, Con ruedas de molino, Romance de la otra o Mi amigo, por citar algunos ejemplos)

En la canción que os traigo hoy, la protagonista sufrirá en sus propias carnes el drama que supone ser una mujer cornuda, mientras el marido lleva una doble vida con otra persona. En el año 1934, Quintero, León y Quiroga crearon para la voz de Estrellita Castro estos Tientos del reloj. Rafael Farina, Marifé de Triana o más recientemente, Pasión Vega, se han atrevido a versionar este tema.



Cuando se marcha de noche
no le pregunto a donde va,
y en mi tiniebla me quedo
sola con mi soledad.
Y cuando siento la llave,
rayando el filo del día,
hago de que no me entero
entre despierta y dormida.

No sé lo que hacer,
No sé lo que hacer,
que me duele la cal de los huesos
de tanto querer.


Las ducas que paso yo no se las diera
ni al más enemigo de mis enemigos,
"pa" que no sufriera:


¿Dónde estará ahora?,
¿Qué será de él?,
¿Qué otros labios estará besando
para calmar su sed?"
Y me dan en vilo la una y las dos,
y me voy clavando,
igual que puñales,
las dos manecillas que tiene el reloj.

Yo sé que hay otra en su vida
que no lo quiere pa'na
y que lo tiene loquito
y bien que lo torea.
Se le descompone la cara
cuando regresa a mi vera 
y hago ver que no lo miro 
los surcos de sus ojeras 

Mejor es callar,
Mejor es callar,
que no sepa que yo voy conociendo
me entero de todo

Las ducas que paso yo no se las diera
ni al más enemigo de mis enemigos,
"pa" que no sufriera:


¿Dónde estará ahora?,
¿Qué será de él?,
¿Qué otros labios estará besando
para calmar su sed?"
Y me dan en vilo la una y las dos,
y me voy clavando,
igual que puñales,
las dos manecillas que tiene el reloj.

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La canción se estructura de la siguiente manera:

1. Una primera estrofa de introducción, que contiene el planteamiento del conflicto dramático. Predomina el componente descriptivo, ya que a partir de una estampa realista y cotidiana de la vida de la protagonista, el receptor deduce que algo no marcha bien en la relación con su marido: ella en la cama esperando a que él regrese a casa después de pasarse toda la noche fuera del hogar.

Aunque en el inicio del texto no se hable explícitamente de cuernos o infidelidad, gracias a la inserción de este segmento realista, el receptor intuye que el esposo no está en casa porque está haciendo algo prohibido al margen del matrimonio.  

2. Un estribillo que recoge los lamentos y reflexiones de la protagonista. Es la parte más lírica e intimista del tema, ya que el objetivo no es describir o narrar una historia, sino transmitir unos sentimientos, fruto de una situación anímica desesperada. No es plato de buen gusto que te engañen con otra persona. 

3. Una segunda estrofa, que sirve para detallar, ampliar y profundizar en diferentes aspectos de esa infidelidad. Aquí predomina el componente narrativo y explicativo. La protagonista nos cuenta algunos detalles del idilio pecaminoso, además de darnos su opinión

En las tres partes, la mujer habla en primera persona, constituyendo la voz poética. Esta se manifiesta en las marcas formales verbales (pregunto, quedo, siento, sé, paso, hago), los posesivos (mis tinieblas, mi soledad, mis enemigos, mi vera) y los pronombres (me quedo, me entero, me duele, me voy clavando, yo voy conociendo…).

Por el contrario, el marido (foco de conversación) queda representado con las marcas de tercera persona: verbos (marcha, va, estará, regresa), posesivos (su sed, su vida, sus ojeras) y pronombres (LO quiere, LO tiene loquito, LO torea, LE miro…).

Como veis, los dos eslabones de la relación se manifiestan a lo largo de la canción, cohesionando todo el poema.

En la primera parte del tema, juegan un papel importante los elementos relacionados con la oscuridad (de noche, mis tinieblas, dormida…). Recordad el proceso místico que os expliqué hace unos meses. La noche simboliza la soledad del alma, la falta de armonía, la falta de conexión con la otra entidad. Aunque la protagonista y el marido están casados, sentimentalmente no hay afecto, no hay amor, no hay ilusión. Lo importante no es la distancia física, sino la distancia del corazón. La falta de luz simboliza la falta de reciprocidad amorosa.

Además, la protagonista irradia una actitud de dejadez, de no querer luchar, de no querer hacer frente a la situación: Cuando se marcha de noche, no le pregunto a donde va. Ella se limita a sufrir, a lamentarse, a resignarse, a no hacer nada, a recrearse en la tristeza. Todo esto se manifiesta mediante la derivación: SOLA en mi SOLEDAD. En un mismo verso, aparece el adjetivo sola y el sustantivo soledad. El sustantivo es un derivado (por sufijación: sol-edad) del adjetivo.

La esposa focaliza la historia, tal y como la vive todos los días. El objetivo es conseguir veracidad y fidelidad narrativa, es decir, lo que ella ve, oye y siente todas las noches mientras está en la cama esperando a que su marido regrese a casa, trasladarlo al lector, con el fin de que este extraiga conclusiones y configure sus intuiciones e impresiones.

¿Cuál es la intención del yo poético? Que el receptor piense que el marido le pone los cuernos a la esposa, sin necesidad de que la protagonista lo diga explícitamente, no queriendo contaminar ni influir en el espectador para ganarse su favor o su compasión. No quiere hacer una “guerra” de esto.

Por eso, la protagonista se recrea en los detalles sensoriales de todos los días (el ruido de la cerradura, los primeros rayos del Sol…). La escena se construye a partir de impresiones y percepciones, no de descripciones científicas y objetivas.

A partir de indicios sensitivos es posible sacar conclusiones: Y cuando siento la llave rayando al filo del día, hago ver que no me entero entre despierta y dormida. Ella misma sabe que el marido llega a casa por la mañana después de haber pasado la noche con la otra. Puede fingir o hacerse la tonta, pero la realidad es la que es.

La protagonista cuenta la historia recreándose en el ambiente de una forma realista, y a la vez pausada, morosa, lenta, a cuentagotas, dando muchos rodeos en el lenguaje, dotando de intriga a la historia. Para decir algo tan sencillo como “Cuando regresa a casa por la mañana”, la protagonista embellece y retuerce el lenguaje, hace un circunloquio. Quiere que el receptor comprenda su sufrimiento sin necesidad de caer en el mal gusto, el morbo y lo indecoroso que entraña el concepto de infidelidad, que es un tabú en la sociedad de la primera mitad del XX.

La perífrasis verbal “hago ver” implica fingimiento, artificialización, teatralización. La protagonista está haciendo un papel, se hace la tonta y la despistada. Ella sabe de sobra le verdad (el marido está con otra). Lo que pasa es que no quiere complicarle las cosas. Por eso, finge estar adormecida en la cama: Hago ver que no me entero entre despierta y dormida.

La antítesis despierta-dormida es un mecanismo para enfatizar y dar realismo a ese fingimiento, haciéndonos ver que ella se hace la tonta, pero no es tonta.

Esta escena posee un influjo cinematográfico importante. En muchas películas y series de televisión, cuando el marido sale por la noche de juerga, la mujer se queda en la cama despierta hasta que él regresa. Cuando ella oye la puerta, se hace la dormida, intentando quitar hierro al asunto, como si la cosa no fuera con ella, para no mostrar signos de debilidad a la otra parte.

Como veis, los términos despierto y dormido no solo se aplican a un contexto físico de sueño (cama), sino también de conocimiento de la verdad (infidelidad), en la línea de la filosofía platónica.

El estribillo adquiere un tono melodramático. La protagonista expresa dolor y tristeza por la traición del marido. Por un lado, surgen una serie de inquietudes existenciales (en plan “qué hago con mi vida”), ya que ante un caso así de grave y trascendente, mucha gente no sabe cómo actuar (me callo, le perdono, me enfrento a él…). Esto se manifiesta mediante la reduplicación del verbo: No sé lo que hacer, no sé lo que hacer

La proyección del dolor se expresa con metáforas que adquieren tintes hiperbólicos: que me duele la cal de los huesos de tanto querer. En la poesía de la copla es frecuente la identificación del color blanco de los huesos con la cal viva (también de color blanco). Este tipo de imagen bebe de la poesía de cancionero, en la que el dolor anímico (alma) se acaba convirtiendo en dolor físico (cuerpo)

A pesar del desgarro, del tono altisonante, de la intensidad lírica y del halo de dolor y pena que impregnan el discurso de la protagonista, la muchacha controla sus emociones. La razón predomina sobre la pasión. Otros personajes (véase el de Encrucijada) se dejan llevar por la locura y el caos. En este caso, se expresan sentimientos negativos desde la mesura, la cordura y el equilibrio.

Esto se ve a mitad del estribillo, cuando la voz poética afirma no desear el mal ajeno, a pesar de tener motivos para sentirse enfadada y dolida:  Las ducas que paso yo no se las diera, al más enemigo de mis enemigos, para que no sufriera.

La palabra ducas es típica del flamenco y del habla gitana. Significa “penas”. El vocablo enemigo aparece repetido dos veces en el texto: una vez como adjetivo (más enemigo), y otra vez como sustantivo (mis enemigos).

El hecho de no desear el mal a nadie da una visión humanizada de la mujer. Aunque el dolor es intenso, observamos que no hay odio, no hay rencor, o al menos, estos no se proyectan en las palabras y actos del personaje. Tiene motivos para estar dolida, pero mantiene la dignidad y el sentido de la moral.  

La protagonista actúa con cabeza y corazón a la vez. Lo fácil sería maldecir al amado, insultar a la querida, desear las peores desgracias a ambos (recordad lo que pasaba en la canción del Pañolito blanco). Sin embargo, a pesar del dolor, la voz poética se contiene, adopta una postura equilibrada (sufre, lo pasa mal, su dolor es intenso, pero no muestra resquemor). El dolor es de ella y para ella. Eso genera empatía de cara al espectador

Las interrogaciones retóricas reflejan las inquietudes y miedos de la protagonista, que no logra quitarse de la cabeza a su amado: ¿Dónde estará ahora? ¿Qué será de él?  Las situaciones y experiencias traumáticas como las infidelidades generan un debate mental. Nuestra cabeza no puede parar de darle vueltas al asunto, ya que es un tema que ha calado fuerte y nos afecta en todos los planos de nuestra vida

La protagonista describe el episodio de la infidelidad, mediante una imagen físico-corporal muy sensual (beso), en sinécdoque: Otros labios le estarán besando para calmar su sed.

Como veis, la figura de la querida queda representada por una parte del cuerpo (labios) en lugar de por el todo (cuerpo).

La metáfora del amor como sed que debe ser saciada configura una visión renacentista del amor. En la poesía del XVI (Garcilaso, Boscán) al amor se concibe como fuerza vital o energía espiritual, portadora de plenitud, sin la cual no se puede vivir. En otras palabras: se trata de una necesidad primaria.

El hecho de que la protagonista diga que el marido satisface su sed de amor con otra mujer, es una forma implícita de hacer autocrítica. Me explico: normalmente, si una persona tiene sed es porque no le han dado agua. Tal vez la mujer no le ha dado todo lo que le podía dar (y por eso, se ha ido fuera a buscarlo). Indirectamente, utilizando la metáfora de la sed, la protagonista está diciendo (aunque sea inconscientemente) que en casa, el marido no pudo satisfacer toda la sed amorosa. Por lo tanto, ella también ha hecho cosas mal.

El estribillo termina de una forma melodramática y altisonante. La protagonista no para de darle vueltas al tema una y otra vez, hecho que se manifiesta en la falta de sueño. Cuando estamos perturbados y preocupados por algo nos cuesta dormir, y nos pasamos la noche en vela reflexionando y pensando: Y me dieron en vilo, la una y las dos…

Esta imagen del paso del tiempo con la protagonista haciendo disquisiciones mentales, enlaza mediante un polisíndenton con otra imagen, en la que el paso del tiempo se acaba convirtiendo en dolor físico, gracias a la comparación de las agujas del reloj con el arma blanca, que le lleva a la autolesión: Y me dan en vilo la una y las dos, y me voy clavando como dos puñales las dos manecillas que tiene el reloj

En la segunda estrofa, como ya os dije, la protagonista se limita a ampliar y dar detalles de la infidelidad. A ella no le importa reconocer que es una cornuda, y de forma explícita asume la realidad que le toca vivir: Ya sé que hay otra en su vida. Ya no se anda con deducciones o indicios (que si le cerradura, que si viene por la mañana temprano). Ahora va al grano.

El yo poético vierte sus impresiones y opiniones sobre el idilio extramatrimonial, de una forma clara pero educada. Ella piensa que en esa relación no hay amor, solo placer físico. Se trata de una relación superficial, basada en el interés: Ya sé que hay otra en su vida que no lo quiere para nada y que lo tiene loquito. Solo es un capricho.

Las estructuras en paralelismo reflejan esa falta de trascendencia: pronombre (lo) + verbo (tiene-quiere) + complemento (nada-loquito). Seguramente, la querida sea una mujer más joven y guapa y eso haya encandilado al marido (de ahí la metáfora de la locura). El resultado es una unión fría, basada en la obtención de placer inmediato pero sin afecto. Para la Iglesia este tipo de vínculos eran viciosos, pecaminosos y tentativos

El marido es retratado con una animalización: Y bien que lo torea. Los buenos toreros son capaces de controlar y dominar a los toros. Lo mismo pasa con la querida (torero) y el marido (toro). Al ser una relación basada en el atractivo físico y el interés, la querida hace lo que quiere con el marido. Él obtiene placer físico, prestigio y ego por estar con una chica guapa y joven, y ella, a cambio, le pide cosas materiales

Se trata de una relación mercantilista. Muchos maridos se encaprichaban de chicas más jóvenes y guapas, y quedaban hechizados (lo tiene bien loquito). Ellos mantenían una relación con ellas, y si querían que esta relación fuera duradera, tenían que darle todos los caprichos que ellas pidieran (y que bien que lo torea). En estos casos, las queridas no estaban enamoradas (no le quiere para nada). Solo se aprovechaban de la situación para obtener cosas. La protagonista nos dice que el tipo de relación que mantiene la querida y su marido es de este tipo: SUPERFICIAL.

Al final de la segunda estrofa, la protagonista detalla otro momento importante, que es cuando ella y el marido coinciden juntos en casa. La mirada, el cuerpo y el gesto de él se convierten en una caja de resonancia, capaz de transmitir mensaje: Se le descompone la cara cuando regresa a mi vera.

El marido se siente incómodo ya que está engañando a su esposa, y aunque eso no se diga con palabras, se puede leer en el cuerpo y la cara (mirada descompuesta). De hecho, en esta parte de la copla encontramos verbos relacionados con el sentido de la vista (ver, miro). Para el hombre también es una situación conflictiva, ya que tiene que convivir con los remordimientos y el sentimiento de culpabilidad.

La protagonista, haciendo un análisis visual, se da cuenta de todo lo que pasa, no solo de la infidelidad, sino también del sufrimiento del marido por el cargo de consciencia. No obstante, ella opta por hacerse la tonta y hacer como si nada pasara: Y hago ver que no me miro los surcos de sus ojeras.  De nuevo, observamos la perífrasis de fingimiento (hago ver).

La cara es el reflejo del alma. Normalmente, las ojeras suelen salirnos cuando estamos preocupados o estresados por algo. La metáfora de los surcos como los hoyos que nos salen cuando tenemos ojeras es una forma de enfatizar la verdad del lenguaje corporal.

El segundo estribillo es idéntico al primero. Solamente encontramos una modificación cuando la protagonista toma la decisión final ante la situación conflictiva: resignarse, aguantar carros y carretas, hacer como si nada pasara, convivir con el problema: mejor es callar, que no sepa que yo voy conociendo y me entero de todo.

Se trata de no complicar las cosas y dejarlo correr. Era lo que hacían muchas mujeres en la época del franquismo. No les quedaba más remedio que resignarse, adoptar una postura estoica y aguantar. Las mujeres no son tontas. Se hacían las tontas (que no es lo mismo). De hecho, en esta parte de la copla encontramos verbos de entendimiento (enterarse, conocer, saber…). Las mujeres son muy listas. Lo que pasa es que en esta época lo normal era aguantar lo inaguantable.

Cada estrofa está formada por la combinación de dos coplas: cuatro versos octosílabos con rima entre el segundo y el cuarto (va-soledad, día-dormida), mientras que el primero y el tercero quedan libres (noche-quedo, llave-entero).

En los estribillos, el número de sílabas se hace más irregular. Hay hexasílabos (no sé lo que hacer), decasílabos (que me duele la cal de los huesos), dodecasílabos (las ducas que paso yo no se las diera) y heptasílabos (para que no sufriera).

Obviando las repeticiones, la estructura del estribillo queda así:

-Dos tercetos, con rima del primer verso con el tercero (hacer-querer, diera-sufriera) y el segundo queda libre (huesos, enemigos).

-Una “cuasi-copla. Digo casi porque uno de los versos es de arte mayor (otros labios le estarán besando). Para que sea copla perfecta, los versos deben ser de arte menor (de ocho sílabas o menos). De todas formas, la rima sí es perfecta, entre segundo y cuarto (él-sed).

-Y por último, una estrofa de cuatro versos sin rima. El primero y el último son dodecasílabos y los del centro hexasílabos.



jueves, 2 de marzo de 2023

Los piconeros: amor y sufrimiento en silencio

Durante los años de la Guerra Civil (1936-1939), la mayor parte de las producciones cinematográficas españolas se rodaron en países extranjeros. Debido al ambiente de hostilidad e inseguridad que había en España (frentes de guerra, bombardeos, hambre, persecuciones políticas, ejecuciones ideológicas, miseria…) muchos directores optaron por llevar a cabo los rodajes de sus películas en estudios foráneo

Este fue el caso de la conocida película Carmen la de Triana, protagonizada por Imperio Argentina y rodada en Alemania en 1938. El film incluye varios números musicales, entre ellos esta copla por bulerías de Perelló y Mostazo, que lleva por título Los piconeros.

Este tema ha sido versionado en numerosas ocasiones, gracias a artistas de la talla de Concha Piquer o Rocío Jurado. En la película La niña de tus ojos de Fernando Trueba, la actriz Penélope Cruz se atreve a cantar esta canción en alemán.



Ya se ocultó la luna, luna lunera
ya ha abierto su ventana la piconera,

La piconera, madre y el piconero
va a la sierra cantando con el lucero,

con el lucero.


Ya viene el día, ya viene mare,
ya viene el día, ya viene mare,
alumbrando su clara los olivares
alumbrando su clara los olivares.

¡Ay! Que me diga que si,
¡Ay! Que me diga que no.
Como no lo a querío ninguna
le quiero yo,
mi piconero como el picón.

Por su culpa culpita yo tengo,
negro negrito mi corazón.
Por su culpa culpita yo tengo,
negro negrito mi corazón.

Faja de "sea" lleva mi piconero
y un marsellé "bordao" de terciopelo
de terciopelo, madre y en el sombrero
una cinta que dice por ti me muero,
por ti me muero.

Ya viene el día, ya viene mare,
ya viene el día, ya viene mare,
alumbrando su clara los olivares
alumbrando su clara los olivares.

¡Ay! que me diga que si,
¡Ay! que me diga que no.
Como no lo ha querío ninguna
le quiero yo,
mi piconero como el picón.

Por su culpa culpita yo tengo,
negro negrito mi corazón.
Por su culpa culpita yo tengo,
negro negrito mi corazón.

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La copla está protagoniza por una mujer que se enamora perdidamente de un piconero. ¿Y cuál es el problema? Que el piconero está casado y mantiene una relación con otra mujer (que en la canción aparece citada como la piconera).

En la España rural de Posguerra era frecuente encontrarse la figura del piconero, cuyo oficio consistía en fabricar y vender un tipo de carbón vegetal llamado picón. Este tipo de carbón era utilizado para hacer funcionar los braseros. Los piconeros se pasaban la mayor parte del día fuera de casa, en el campo, recogiendo sierpes de oliva, tamujo y ramas de encina o de cualquier otro árbol de los montes

El procedimiento para hacer el picón consistía en amontonar las ramas y restos vegetales, y prenderles fuego, hasta que adquirían un toque ennegrecido. Entonces, se echaba agua y se removía poco a poco hasta que las ascuas (el futuro picón) se fueran apagando. El picón se prendía en los braseros y el poder calorífico era tremendo. Antes de que existieran las calefacciones y los braseros eléctricos, la gente se protegía del frío así.

En este poema juega un papel importante el entorno natural y los ciclos atmosféricos. Como ya os he dicho, los piconeros se pasaban la mayor parte del día en el campo o en el monte. La jornada empezaba por la mañana temprano, antes de que saliera el Sol. Por eso, en esta canción encontraremos descripciones y referencias al fenómeno del amanecer:

 -Ya se ocultó la luna, luna lunera y ha abierto su ventana la piconera

-el piconero va a la sierra cantando con el lucero

 -Ya viene el día, mare, alumbrando su clara los olivares”.

La prosopopeya/personificación de la Luna (la cual realiza acciones humanas, como es el hecho de ocultarse, esconderse, desaparecer) vivifica el ambiente y representa la Naturaleza como una realidad motriz y dinámica. La Luna parece un ser con vida propia, moviéndose por el cielo, desde la parte más alta (medianoche) hasta la parte más baja (línea del horizonte) por donde acaba “metiéndose” al rallar el día.

Esto es un reflejo del funcionamiento cíclico del planeta: el sol (día) se oculta por el horizonte para dar paso a la luna (noche), y la luna (noche) se oculta en el horizonte para dar paso al sol (día), por los siglos de los siglos, sin interrupciones.

El ciclo de la Naturaleza simboliza la repetitividad y la monotonía de la vida y del oficio del piconero. El piconero lleva a cabo unas rutinas y unos hábitos que se repiten una y otra vez, sin variación.  Todos los días son iguales para el muchacho. Su devenir vital es predecible, mecánico y rígido (lo mismo que la llegada del día y de la noche).

La vida del piconero es tan exacta como el ciclo de la Naturaleza. Todas las mañanas a la misma hora se levanta, dispuesto a empezar el trabajo, siguiendo los mismos pasos y procesos que el día anterior

El hipérbaton da musicalidad al poema y dota de trascendencia a este momento del día, el amanecer, el cual supone el comienzo de una nueva vuelta del ciclo: Ya se ocultó la Luna. El verbo (se ocultó) se adelanta al sujeto (La Luna).  El fin de la noche supone el comienzo de un nuevo día, y eso genera ilusiones y alegrías (estás vivo, tienes un día por delante con muchas cosas por vivir y por hacer aunque sepas lo que te va a pasar). Al inicio de la jornada, siempre existe ese gusanillo por ver qué te deparará el día.

La musicalidad también queda potenciada mediante efectos derivativos que tienen como objetivo crear juegos fónicos agradables para los oídos (significantes), aunque no tengan un significado concreto: luna lunera. Todo esto da un carácter sensual y preciosista a la composición (suena bonito) y a la vez refuerza la idea del fin de la noche como los instantes previos al comienzo del reinicio del ciclo (con todas las ilusiones y proyectos que eso conlleva).

El hipérbaton se traslada a la segunda estrofa de la canción: Ya viene el día, ya viene, mare. El vocativo (madre) y la reduplicación (ya viene…ya viene) crea una atmósfera emotiva, ya que la protagonista siente necesidad de expresar ilusión y esperanza por el comienzo del día.

Tened en cuenta que ella está enamorada del piconero. Tal vez ese nuevo día que acaba de comenzar, sea el día en que se sus deseos se cumplan y pueda ver materializado su amor con el muchacho, es decir, este caiga rendido a sus pies. Esto supone un aliciente de vida para la chica, el cual se proyecta con la personificación y vivificación de la luz solar sobre los elementos del mundo natural: Ya viene el día […] alumbrando su clara los olivares.

En esta copla los elementos que dan luz juegan un papel fundamental (lucero, día, alumbrar...). Recordad que la luz, según la mística, está relacionada con el sentimiento y la pasión amorosa. Por tanto, el reinicio del ciclo del día no solo tiene que ver con la rutina del piconero, sino también con las ilusiones del yo poético. ¿Será este día el definitivo, cuando el piconero y ella puedan consumar su amor?

El vocativo acerca el poema a la jarcha mozárabe y la cantiga de amigo gallega de la lírica tradicional. En este tipo de composiciones la voz poética es femenina (como en esta copla), y siempre se dirige a otra mujer de la familia (a la madre, a la hermana…) transmitiéndole sus inquietudes amorosas. En este caso, la protagonista está coladita por el piconero, y se lo hace saber a la madre.

La rutina no solo afecta al personaje del piconero, sino también a su entorno. Todos los días, a la misma hora (amanecer), la mujer del piconero ya está abriendo las ventanas de la casa, síntoma de que en esa vivienda hay vida, hay movimiento, hay normalidad. Si no se abren las ventanas es que algo extraño pasa.

Como veis, el personaje de la piconera es designado de una forma metonímica. El que se dedica a ejercer el trabajo de piconero (ir a recoger ramas al bosque, prenderlas, hacer el carbón…) es su marido. La mujer se conoce como piconera por ser la mujer del piconero (y no por ejercer el oficio).

Estos fenómenos de designación son frecuentes en contextos rurales y coloquiales, sobre todo, a la hora de poner motes: etiquetar a una persona por la funcionalidad (rol social) e importancia que tiene otra persona con la que está relacionada o vinculada familiarmente.

Las anáforas (ya se ocultó la Luna/ ya ha abierto su ventana la piconera) resaltan la exactitud, la monotonía y la precisión con la que transcurre la vida de esta familia de piconeros. En esta casa, todo funciona con un rigor tremendo, sin alteraciones en la rutina y los horarios: todas las mañanas la mujer abre la ventana a la misma hora, el piconero se levanta, sale a la sierra…El ciclo natural se acaba coordinando con el ciclo familiar y vital, de una forma armónica. A la vez que la Naturaleza se mueve, se mueve el quehacer del matrimonio.

El hecho de que el piconero salga cantando hacia la sierra es una forma de dar vitalismo y optimismo a su filosofía de vida: Y el piconero va a la sierra cantando con el lucero. A pesar de lo duro y mecánico que es su trabajo, el piconero se lo toma con buen humor, gracia y alegría, mirando siempre el lado agradable y bonito de las cosas.

Esto recuerda a la canción del Sembrador y a las Espigadoras de la Rosa del Azafrán. A pesar de la dureza del trabajo en el campo, los personajes no se hunden en la miseria ni se quejan. Miran la vida de forma amena, ahondando en las cosas encantadoras del mundo (como puede ser disfrutar de la belleza salvaje de la sierra, la luz del amanecer o la estampa del Sol alumbrando los olivares).

La protagonista muestra su incertidumbre y sus dudas sobre la correspondencia y la reciprocidad del sentimiento amoroso por parte del piconero. Para ello, emplea las estructuras en paralelismo con elementos antitéticos: Ay, que me diga que sí/ Ay, que me diga que no.

La interjección (Ay) da autenticidad al estado anímico, ya que la voz poética no sabe si el piconero está o no enamorado de ella. El hecho de no conocer la verdad (me querrá o no me querrá) genera miedos, inseguridades, quebraderos de cabeza.

Lo que sí está claro es que ella está enamoradísima. Por eso, hace una declaración de intenciones explícita, en toda regla, recurriendo al tópico becqueriano de que no habrá nadie que te quiera como yo te he querido, procedente del poema Volverán las oscuras golondrinas: como no lo ha querido ninguna, le quiero yo.

La protagonista recurre a la acción superlativa relativa para expresar su amor en forma máxima, y a la vez, establecer comparaciones y límites con aquellas damas que también aman al piconero. En su plano mental, ella misma considera que es la que más ama al chico.

El objetivo del yo poético es resaltar sus sentimientos sobre los sentimientos de los demás, destacando su autenticidad y verdad (por encima del resto, incluida la esposa). Evidentemente se trata de un pensamiento egocéntrico (una persona no es nadie para juzgar los sentimientos de los demás y hacer afirmaciones del tipo “nadie te ha querido como yo te quiero”). Para hablar, primero hay que meterse en la piel de todos los que forman parte de la historia y conocer las circunstancias. Sin embargo, cuando estamos enamorados actuamos de forma egoísta y somos capaces de validar esta concepción

Para la protagonista, el amor va más allá de convencionalismos y reglas culturales. Puede haber pasión sin necesidad de formalizar relaciones, noviazgos o matrimonios. De hecho, ella en esta copla está manifestando explícitamente su amor hacia un hombre que está casado y no le importa decir abiertamente, que el amor que ella tiene por el piconero es más auténtico que el que tiene la piconera: como no lo ha querido ninguna, le quiero yo

En ese sentido, la mentalidad de la protagonista es muy liberal. Aunque luego no llegue a nada con el piconero, en su forma de pensar adopta una postura muy avanzada para la época: no hace falta estar casado para que haya amor. Esto recuerda al Romance de la otra (el amor de la querida podía ser más auténtico que el amor de la esposa). Aquí pasa lo mismo: el yo poético cree que su amor hacia el piconero es superior

Sin embargo, a pesar de esas ideas tan avanzadas, la realidad es otra, y cuando hay un matrimonio de por medio, es muy difícil romper las estructuras y convenciones sociales. Finalmente no habrá correspondencia y la protagonista sufrirá y llorará en silencio. El dolor se manifiesta mediante la metáfora del color negro. El negro simboliza el luto, la ausencia, el dolor, la tristeza: Por su culpa culpita yo tengo, negro negrito mi corazón.

El hecho de usar diminutivos (culpa-culpita, negro-negrito) permite al receptor sentir lástima por la chica, empatizar con ella, compadecerse, pues el hecho de utilizar sufijos apreciativos en un contexto de tristeza da cierta ternura y verdad al discurso, y hace que el receptor sienta pena por la protagonista. Recordad que los diminutivos crean una atmósfera afectiva y adquieren mucho poder retórico.

La imagen del color negro queda reforzada con una comparación que está inspirada en el oficio de piconero: como el picón, […] yo tengo, negro negrito mi corazón. El corazón roto de la protagonista se representa con el color negro, que es el cromatismo del picón. Cuando quemamos las ramas y los restos vegetales se obtienen trozos de materia negros. El corazón de la protagonista está tan negro como el color del picón cuando arde. El negro es el color del luto y del duelo.

En la segunda parte del tema, la protagonista describe al piconero, indagando en sus aspectos de indumentaria y vestimenta. Desde un punto de vista literario, las descripciones físicas reciben el nombre de prosopografías. Para dar agilidad y dinamismo al discurso, se recurre a la elipsis u omisión del verbo llevar”, ya que se presupone que antes de cada prenda aparece el verbo “llevar”: Faja de seda lleva mi piconero, y [lleva] un marsellé bordado de terciopelo, y en el sombrero [lleva] una cinta que dice por ti me muero

Como veis, en esta parte de la canción aparecen palabras relacionadas con el campo semántico del vestido y la moda. El hipérbaton da protagonismo a las diferentes prendas: Faja de seda lleva mi piconero. El complemento directo (faja) se adelanta al verbo (lleva) y el sujeto (mi piconero) se pospone

La protagonista da una visión sensual y preciosista del muchacho, aludiendo a tejidos y materiales de textura cálida y placentera para el tacto (faja de seda, marsellé bordado de terciopelo).

La muchacha se recrea en los pequeños detalles y complementos del piconero. Las fajas son tiras de tela que rodean el cuerpo por la zona de la cintura. El marsellés es un tipo de chaqueta corta flamenca. El sombrero (rematado con una cinta) se utiliza para cubrir la cabeza.

El objetivo es crear una imagen muy refinada y elegante del piconero, del que está enamorado. En esta parte de la canción, el amor se enfoca hacia un matiz más físico y corporal que espiritual, ya que la protagonista suspira por la belleza del piconero.

En el estribillo hemos visto cómo la protagonista se siente triste y dolorida por la no correspondencia del piconero. Sin embargo, a pesar de la no reciprocidad, a la muchacha le cuesta asumir la realidad y sigue haciéndose ilusiones y creándose su propia película de fantasía en torno al muchacho: Una cinta que dice por ti me muero.

La chica se niega a quedar como la despechada de esta historia (la pobre mujer que no es correspondida). Ella quiere pensar que la no correspondencia no se produce por falta de sentimientos de una u otra parte, sino simplemente por circunstancias y contextos personales (él ya está casado y no quiere complicar la situación relacionándose con otra mujer).

La protagonista cree que el piconero realmente está enamorado de ella, hecho que se expresa con la hipérbole (por ti me muero). Lo que pasa es que él está casado y tiene miedo de decir la verdad y romper esa fachada matrimonial que se ha creado. Por lo tanto, solo queda la resignación para ambas partes

Evidentemente, esta estrofa puede tener lecturas e interpretaciones muy interesantes:

-Por un lado, el amor como sentimiento que no solo se manifiesta a través de la palabra, sino que crea un lenguaje complejo en sintonía con el cuerpo y la puesta en escena, los cuales constituyen una caja de resonancia que comunican y expresan emociones. La protagonista percibe que por la cinta del sombrero es posible ver que el piconero está enamorado de ella.

Evidentemente, esto puede ser válido desde la perspectiva individual y subjetiva de la protagonista (son sus impresiones personales), pero eso no quiere decir que sea la verdad latente. Muchos de vosotros podréis pensar que es una tontería que por el detalle del sombrero, el piconero pueda arder en deseos de estar con la chica.  

Cuando estamos enamorados y tenemos incertidumbre sobre si nos corresponderán, empezamos a ver signos donde no los hay y es difícil distinguir la realidad de nuestras fantasías, aspiraciones y deseos (lo que queremos que pase). El lenguaje no verbal, puede ser verdadero, y en otras ocasiones puede engañarnos.

-Por otro lado, todo personaje (sea real o literario) busca cuidar su imagen social. Todos los seres humanos queremos transmitir, proyectar y conservar una fachada de prestigio, para generar impresiones positivas en los demás (honor). La protagonista no quiere quedar como la típica mujer despechada no correspondida (resulta muy humillante de cara a la gente), así que estas fantasías suavizan el dramatismo y permite al yo poético quedar en una posición de dignidad: ella no es una mujer no correspondida por falta de amor, sino por contextos y circunstancias personales (él está casado y se crea una situación compleja).

¿Cuál es el análisis de la voz lírica? el piconero está enamorado de ella y si no fuera por la presencia de la piconera, esa relación podría haber fraguado. De esta manera, se reduce la sensación de fracaso para la protagonista: no estoy con él porque está casado y si no fuera por eso estaría conmigo.

Evidentemente, este análisis está enfocado desde la subjetividad (lo de la cinta del sombrero no es una prueba científica).

Lo que busca la protagonista es crear una situación de ambigüedad en la que el lector no tenga del todo claro los sentimientos de los personajes y siempre haya duda de si realmente el piconero está o no enamorado de la protagonista. La duda no es sinónimo de fracaso, sino reflejo de unas circunstancias que muchas veces no puedes controlar.

Métricamente predominan los versos largos, sobre todo los dodecasílabos en las estrofas (ya ha abierto su ventana la piconera) y los decasílabos en los estribillos (ya viene el día, ya viene mare).

En la segunda estrofa de los estribillos encontramos algunos versos cortos pentasílabos (le quiero yo) y octosílabos (ay, que me diga que sí) mezclados con decasílabos.

En cuanto a la rima, los cuatro versos de la primera estrofa forman dos pareados (lunera-piconera, piconero-lucero).

En la segunda estrofa, los cuatro versos riman entre sí, como si fuera una cuaderna vía del mester de clerecía pero en versos dodecasílabos (piconero-terciopelo-sombrero-muero)

En el resto del tema detectamos leves asonancias (mare-olivares, yo-picón)