miércoles, 19 de octubre de 2022

Dos gardenias (Antonio Machín): las etapas del amor a ritmo de bolero

La canción que vamos a analizar hoy es un bonito bolero que vio la luz en el año 1945. Fue escrito por la compositora y pianista cubana Isolina Carrillo. En Hispanoamérica tuvo éxito en las voces de Daniel Santos y Omara Portuondo. En España, fue Antonio Machín el que lo iconizó. Se titula Dos gardenias


Dos gardenias para ti
Con ellas quiero decir
Te quiero, te adoro, mi vida
Ponle toda tu atención
Que serán tu corazón y el mio

Dos gardenias para ti
Que tendrán todo el calor de un beso
De esos besos que te di
Y que jamas te encontrarán
En el calor de otro querer

A tu lado vivirán y te hablarán
Como cuando estás conmigo
Y hasta creerán
Que te dirán te quiero.

Pero si un atardecer
Las gardenias de mi amor se mueren
Es porque han adivinado
Que tu amor me ha atraicionado
Porque existe otro querer

A tu lado vivirán y se hablarán
Como cuando estás conmigo
Y hasta creerán
Que te dirán te quiero.

Pero si un atardecer
Las gardenias de mi amor se mueren
Es porque han adivinado
Que tu amor me ha atraicionado
Porque existe otro querer

Es porque han adivinado
Que tu amor me ha atraicionado
Porque existe otro querer

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Para los más despistados, una gardenia es una planta de la familia de las rubiáceas, que tiene su origen en China. Posee hojas perennes, de color verde claro, lisas y brillantes. Las flores son parecidas a las rosas, pero de color blanco, ideales para decoración de una casa. Posee un aroma muy intenso y agradable, capaz de perfumar una habitación durante varios días. En la cultura popular, simboliza la gracia femenina, la sutileza y el mérito artístico.

El uso de la gardenia en este poema tiene dos enfoques diferentes:

-Por un lado, la gardenia como elemento físico o material, que es el regalo que el amado hace la amada dentro del proceso del cortejo amoroso: “Dos gardenias para ti”. Regalar flores a la dama es una táctica habitual desde los tiempos del amor cortés, como forma de conquista y gesto de cariño.

-Por otro lado, la gardenia como elemento simbólico o metafórico. En este caso, la flor representa la propia relación de amor entre los amantes. Esto nos remite a la lírica clásica y renacentista, donde el yo poético proyecta sus emociones y sentimientos sobre elementos del paisaje natural. Es lo que pasaba, por ejemplo, en Garcilaso de la Vega. Cuando el amado estaba en la etapa de esplendor con la amada, la Naturaleza era majestuosa y paradisíaca (sol, fuentes, árboles, ríos, hierba…). Cuando el amado estaba en una etapa de desengaño y decepción (no correspondencia, muerte de la amada), la Naturaleza perdía su brillantez (hojas secas, flores marchitas…).

Pues algo así pasará con las gardenias en este bolero. En función del devenir del proceso amoroso, el aspecto y forma de las flores será uno u otro. Las plantas son un trasunto del amor entre la pareja. La flor adquiere una dimensión comunicativa. Evoluciona junto al amor de la pareja, de forma paralela y simultánea, adaptándose a los acontecimientos. La propia flor nos ayuda a hallar los diferentes estadios y fases por los que atraviesa el yo poético con la amada. La voz poética usa las gardenias para transmitir un mensaje o idea, se apoya en ellas, las dota de lenguaje propio: “Con ellas te quiero decir…”

En el tercer verso el protagonista se declara ante la dama, se convierte oficialmente en amado: “Te quiero, te adoro, mi vida”. Es el inicio de la relación. Utiliza un vocativo de pertenencia o posesión (mi vida). En el amor cortés, la mujer se concibe como un objeto del hombre. Las estructuras en paralelismo (te quiero, te adoro) es una forma sencilla y elegante de mostrar los sentimientos, sin necesidad de amaneramientos ni afectaciones en el lenguaje.

Mediante el imperativo, el hombre le pide a la mujer que conciba las gardenias no como regalo físico de cortejo o agasaje, sino como objeto simbólico y esencial del propio amor: “Ponle toda tu atención…”. El indefinido (toda) es una forma de dar trascendencia al objeto. Se trata de algo importantísimo para ellos. Es la que marcará simbólicamente la relación. Esto se ve muy bien en la metáfora: “Qué serán tu corazón y el mío”. La gardenia es trasunto del propio amor. El posesivo bimembrado marca la unión entre el amado y amada: tu corazón y el mío

En la segunda estrofa llegamos a la etapa pasional de la relación. En los grandes cancioneros se conoce como periodo de esplendor o de máximo apogeo. Los amados están en una nube. No hay más vida que ellos jajajaja. La pasión amorosa se representa de forma metafórica con elementos que dan calor, por influjo de la mística: “Dos gardenias para ti, que tendrán todo el calor de un beso”. 

La anadiplosis crea un momento de sensualidad. El yo poético se recrea en el placer físico que supone el contacto con la amada. En la mística es la etapa de unión o fusión. “Calor de un beso/de esos besos que te di”. El amor se vive a través de los sentidos (el beso implica al tacto bucal).

La pasión quedará magnificada y elevada a un nivel máximo. Esto es típico de la fase de esplendor: creerse que no hay otro amor como ese, que es el más auténtico, el más pasional, que los demás amores jamás superarán ese nivel. Cuando estás en la cresta de la ola te ves poderoso, te ves al nivel de un dios. Piensas que nada ni nadie va a romper ese amor y que la relación es invencible e inquebrantable. Se ve inconcebible el fin de la pasión. El adverbio de frecuencia junto al futuro de indicativo, enfatizan la seguridad férrea del yo poético ante el amor: “De esos besos […] que jamás te encontrarán en el calor de otro querer”. Es en esta fase donde los amados creen que el amor va a ser eterno y es imposible que fracase.

Ese estado de perfección idílica entre los amados se reflejará en la descripción de la gardenia, gracias a la personificación: “A tu lado vivirán, y te hablarán cunado estás conmigo, y hasta creerán que te dirán te quiero”. La planta funciona como testigo de la relación amorosa, que alcanza su punto climático. Se sincroniza al proceso vital del amor (el amor y las gardenias nacen, crecen, se desarrollan…a la vez, simultáneamente). Las gardenias contribuyen al lenguaje del amor. Con su aspecto (olor, color…) comunican ese estado de felicidad, placer y pasión por el que están pasando los personajes. Las flores están al servicio del idealismo sentimental.

En la última estrofa del poema asistimos también a la última etapa del proceso amoroso, que es su final. El amor puede acabarse. La relación se rompe. Los amantes se separan, dejan de sentir la pasión: “Pero si un atardecer las gardenias de mi amor se mueren…”. La puesta de sol funciona como metáfora del final. El atardecer marca el fin del día. El día acaba igual que acaba el amor. Por eso se elige ese momento concreto y no otro.

Evidentemente, ese final del amor tendrá su repercusión en la descripción de las gardenias. Ahora, las gardenias están marchitas: “Las gardenias de mi amor se mueren”. También es una parte del proceso vital. La flor, como el amor, nace, crece, se desarrolla y muere. Ya tenemos el ciclo completo. Si en la estrofa anterior celebraban la pasión, ahora las gardenias han perdido su belleza.

Desde la poética petrarquista el fin del amor se podía deber a varias causas: muerte de la amada, falta de correspondencia, surgimiento de otro amor más pasional…En este caso, el yo poético vincula el fin del amor con la existencia de otro querer. Y lo hace con la personificación de las gardenias: “Las gardenias […] han adivinado que tu amor me ha traicionado porque existe otro querer”. En este caso, se introduce un contexto de infidelidad. La mujer se ha enamorado de otro hombre. Y ante este hecho, la gardenia, manteniendo su coherencia con el estado del amor, no le queda más remedio que dejarse morir.

Como veis, se trata de un poema que sigue el proceso clásico amoroso del cancionero de Petrarca (declaración, esplendor y fin), proyectando todos los estados en la Naturaleza (en este caso, las gardenias).

Métricamente, el bolero combina a partes iguales versos de arte mayor (que serán tu corazón y el mío), y arte menor (con ellas quiero decir). Las rimas son totalmente libres.


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