miércoles, 27 de julio de 2022

Como las alas al viento: una copla sobre el proceso místico y un Dios deseado y deseante

Si hay algo que me apasiona de este blog son los abruptos cambios de registro entre un análisis y el siguiente. ¿Habéis leído o estudiado el Libro de Buen Amor del Arcipreste de Hita (una de las obras más representativas del Mester de Clerecía del siglo XIV)?

En este libro, tan pronto estamos leyendo coplillas de corte erótico (sobre el cuerpo de la mujer, el apetito sexual, la libertad de elegir amante…), como poemas de contenido sacro (dedicados a Dios, a la virgen, los santos…). Resulta curioso pasar de un contexto profano a otro religioso en cuestión de segundos.

En el mundo de la copla pasa algo parecido: si el día anterior os deleité con una canción picante y extrovertida (El cordón de mi corpiño), hoy os traigo un poema que supone una exaltación al amor divino. La letra fue compuesta en 1993 para Rocío Jurado. Se titula Como las alas al viento.


Como las alas al viento,

yo le elevo a Dios mi corazón
a ese Dios que vive,
que me llena de su amor.

Como las alas al viento,
yo le llevo a Dios mi corazón,
ese Dios en mi vive
y me llena de su amor.

Ayudame, Ayudame, Ayudame,
Señor a caminar.

Ayudame, Ayudame, Ayudame,
Señor a caminar.

Ayudame... Ayudame, porque creo en ti Señor,
porque pienso que el hombre fuera de ti no vive,
no tiene esperanza y se encuentra perdío.

Ayudame, Ayudame, Ayudame
Señor a caminar.

Ayudame, Ayudame, Ayudame
Señor a caminar.

Hay... una manera mis hermanos de vivir,
Hay... una manera nueva de pensar.


Dios buscando al hombre allá en su reino de paz,
Dios intentando que el hombre vuelva a Él.

Lucha, Lucha, Lucha
hermano la batalla de Dios
Lucha, Lucha, Lucha
no quieras ser tu siempre un perdedor.

Ayudame, Ayudame, Ayudame
Señor a caminar.

Ayudame, Ayudame, Ayudame
Señor a caminar.

Ayudame... Ayudame, por que creo en ti Señor
por que pienso que el hombre fuera de ti no vive,
no tiene esperanza y se encuentra perdío.

Ayudame, Ayudame, Ayudame
Señor a caminar.

Ayudame, Ayudame, Ayudame
Señor a caminar.

Lucha, Lucha, Lucha
hermano la batalla de Dios
Lucha, Lucha, Lucha
no quieras ser tu siempre un perdedor

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El contenido está influido por la teología mística cristiana, que es una corriente religiosa que se caracteriza por la búsqueda de una experiencia personal, unitiva y amorosa con Dios. En España tuvo su auge durante el siglo XVI. ¿Habéis leído las obras de San Juan de la Cruz o los poemas de Santa Teresa de Jesús?

Esta copla constituye una exaltación a la unión entre el alma y Dios, tal como ocurría en la lírica mística del Renacimiento, pero empleando un lenguaje accesible y cercano a la gente común.

Tradicionalmente, la mística es un camino de tres vías o etapas, que aparecen reflejadas en la composición:

Por un lado, la vía purgativa, en la que el alma todavía no se ha unido a la divinidad y vaga perdida y confundida en medio de la oscuridad y la soledad. Según los místicos, la vida no tiene sentido para el hombre en estos momentos. Necesita unirse a Dios para orientar su existencia de forma correcta.

Esto se refleja en el tema con argumentaciones adheridas a las subordinadas sustantivas de complemento directo, en forma de enumeración: porque pienso que el hombre fuera de ti no vive, no tiene esperanzas y se encuentra perdido.

Evidentemente, se trata de una postura personal y subjetiva, con la que podéis estar o no de acuerdo. Para los místicos, el sentido de la vida se explica a partir de la fe. Para otros, la razón está por encima de la fe. Ya sabéis que la dicotomía fe VS razón ha dado lugar a debates muy interesantes en la historia del saber filosófico. ¿Quiénes somos? ¿Por qué estamos aquí? ¿Cuál es el origen de la vida?…En este caso, tenemos que situarnos en el contexto de la fe.

Para los místicos, la purgación del alma es un proceso muy importante, ya que sin la purificación, la unión con Dios no es posible. El mundo está lleno de tentaciones, de vicios, de pecados, de cosas que resultan muy bonitas, apetitosas y atractivas, pero que nos impiden acercarnos a la persona que más nos quiere.

Imaginad que estamos en un parque de atracciones, en plena luz del día: el ruido de la gente, de los cacharros de montar y la luz del Sol aturden los sentidos y nos impiden ver y oír a la persona que queremos. Para ello, tenemos que renunciar a todas aquellas cosas que anulan los sentidos (aunque sean divertidas), para poder contemplar con claridad la realidad divina.

Este proceso se conoce como purgación de la memoria: limpiar el alma de apogeos sensitivos que provienen del cuerpo, o como decía San Juan de la Cruz “hay que perder el gusto por el apetito de las cosas”.

Las tentaciones y cosas apetitosas no son malas. Lo malo es el apogeo y el gusto que provocan en nuestra memoria, porque la impiden orientarse planamente hacia Dios.

La vida se representa de forma alegórica como una lucha contra los vicios y Pecados. El objetivo de esta batalla es vencer las tentaciones para lograr la unión con la divinidad.

Los imperativos reduplicados (Lucha, lucha, lucha), el vocativo (hermano) y la metáfora (en la batalla de Dios) ayudan a concebir la vía purgativa como una gran batalla contra las cosas apetitosas que anulan nuestros sentidos.

Debemos tener en cuenta que la mística está influida por la ascética y la meditación: si queremos la unión con Dios, hace falta alcanzar la perfección moral (ser bueno) y lograr un estado de atención concentrada en algo que queremos.

Los imperativos y vocativos a la entidad divina (Ayúdame, Señor, a caminar) enfatizan la urgente necesidad de unión por parte del yo poético: el hombre no puede estar solo. Requiere unirse a Dios para dotar de sentido a su vida, y así perder el estado de angustia y desesperación que provoca el desconocimiento y la indeterminación.

El tópico de la vida y de la existencia como senda está extraído de la vieja poesía de cancionero (véase Jorge Manrique).

Después de la purgación del alma, llegamos a la segunda etapa del camino místico: la vía iluminativa. Las cosas que anulaban nuestros sentidos han desaparecido tras esa limpieza. Por tanto, ahora somos capaces de ver, oír y notar la presencia de esa persona que nos quiere (Dios). Todavía no se ha producido la unión, pero al menos, ya estamos en el camino correcto. Hay que seguir trabajando para alcanzar la vinculación total.

En esta etapa se produce la elevación del entendimiento hacia Dios. Una vez el alma ha quedado limpia de toda relación con las cosas banales y pecaminosas, estará capacitada para entregarse a la “sabiduría oscura” o “sabiduría secreta”. ¿Y qué quiere decir esto?

Muy sencillo: esto significa que el ser humano es capaz de saber cosas, sin necesidad de entenderlas racionalmente. Solo sabemos que Dios existe y está ahí, aunque no haya razones científicas para comprobarlo. Es lo que se conoce con el término de fe.

Mediante la subordinada causal el yo poético se presenta como un ser creyente, movido por la fe: Porque creo en ti, Señor. El presente de indicativo refleja el pensamiento de forma limpia, sin dudas ni titubeos. Se trata de una verdad sincera.

Tener fe implica que la unión está cada vez más cerca. Mediante una comparación con elementos extraídos del mundo natural se expresa ese acercamiento: Como las alas al viento, yo le elevo a Dios mi corazón. De manera inherente, las alas entran en contacto con el viento para echar a volar.

La culminación de esto se produce en la tercera etapa del trayecto que es la vía unitiva, en la que se lleva a cabo la fusión entre el alma y Dios: Ese Dios que vive en mí y me llena de su amor. Es la purificación de la voluntad. El alma alcanza el grado más perfecto de unión, ya que ha vaciado su propia voluntad, lo más suyo, para entregarla a Dios. Es el AMOR con mayúsculas. Dios ha entrado en nosotros y va a formar parte de nuestra vida.

La representación de la divinidad recuerda a la que hacía Juan Ramón Jiménez en su última etapa poética (Animal de fondo). En esta obra no solo vemos a un Dios deseado por el hombre (la humanidad quiere unirse a Él), sino también deseante (Él quiere unirse a la humanidad).

De esta manera, la unión mística es más perfecta, ya que se trata de algo recíproco. En esta canción, vemos a un Dios activo, que lucha por la unión con el hombre, con el fin de guiarle por el Buen camino: Dios buscando al hombre…, Dios intentando que el hombre vuelva a él. En lugar de esperar a que el hombre llegue, el ente divino se mueve para encontrarlo. El gerundio (intentando, buscando) refleja la implicación de la deidad en el proceso místico.

El uso de verbos que transmiten empeño (intentar, buscar) y perífrasis verbales que implican reiteración y rectificación (volver), dibujan a Dios como un ser cargado de amor, al que no le importa mandar señales y recoger en su rebaño a gente que lo había abandonado: Dios buscando al hombre en su reino de Paz/Dios intentando que el hombre vuelva a Él.

La anáfora (los dos versos empiezan con la palabra Dios) intensifica la voluntad de Dios, el cual no solo es deseado, sino también deseante.

Como veis, la divinidad no hace distinción ni discriminación (habla del hombre en general), desea la paz espiritual mundana y da segundas oportunidades. Esa imagen de un Dios bueno se contrapone a la del Dios medieval que juzga y castiga.

Recordad que esto es solo un punto de vista, una perspectiva, una forma concreta de pensar y dar sentido a la existencia, pero no quiere decir que sea la correcta. El sentido de la vida es una cuestión muy compleja. El yo poético intenta atraer a la gente a esa forma de concebir la vida haciendo apelaciones con estructuras en paralelismo (Hay una manera de vivir/Hay una manera de pensar) y vocativos (mis hermanos), pero eso no quiere decir que sea la única forma de plantear la existencia. Habrá gente que esté de acuerdo y otra que no. Eso es lo bonito de este tema. La copla refleja literariamente una mentalidad, una forma de ver las cosas, se comparta o no se comparta

Métricamente, el tema es irregular: hay versos hexasílabos (a ese Dios que vive), dodecasílabos (Ayúdame, ayúdame, ayúdame), alejandrinos (porque pienso que el hombre fuera de ti no vive), octosílabos (Como las alas al viento), decasílabos (yo le elevo a Dios mi corazón), heptasílabos (Señor a caminar).

Con la rima pasa algo parecido: encontramos algunas asonancias sueltas (corazón-amor, Dios-perdedor), pero en la mayoría de los casos los versos van por libre.

Para terminar, una pequeña curiosidad. En los últimos años de Rocío Jurado, cuando ya estaba enferma con el cáncer, este tema adquirió una dimensión trascendental desde el punto de vista de la interpretación extratextual. Normalmente, al analizar un texto hay que limitarse a los elementos lingüísticos y literarios que en este aparecen. Sin embargo, en ocasiones, los contextos y circunstancias personales (elementos externos al texto) son tan poderosos, que el texto puede llegar a cobrar nuevas dimensiones y sentidos.

Pongo un ejemplo para que me entendáis.

En la Navidad del 2005 se emitió la última gala de Rocío Jurado por televisión (Rocío siempre). El tema con el que la chipionera abrió el show fue Como las alas al viento.  Todas esas exaltaciones a Dios, esas peticiones de ayuda (Ayúdame, Señor, a caminar), esos imperativos (Lucha, lucha, lucha) adquirieron sentido de cara a las circunstancias personales de la más grande. Parecía que ella estaba pidiendo ayuda a Dios para superar su enfermedad y se animaba a sí misma a salir del pozo. Recordad que estaba en pleno tratamiento. Daba la sensación de que el tema estaba diseñado para ese momento tan delicado de salud que estaba viviendo.

No obstante, el contenido original de la canción (al que hay que ceñirse para interpretar bien el tema) es de carácter místico. Lo otro es bonito e interesante reseñarlo, pero no nos podemos dejar llevar por eso a la hora de hacer el análisis. Lo digo porque mucha gente se cree que esta canción es una plegaria a Dios para que le ayude a curarse, y no es así. ¿Se puede dar una interpretación extratextual? Por supuesto, pero no es la que el autor concibió. El tema es de 1993. Rocío Jurado estaba bien de salud en ese momento.

 


 

viernes, 15 de julio de 2022

El cordón de mi corpiño: una copla prohibida por la censura debido a sus connotaciones eróticas

Durante los años de la dictadura franquista (1939-1975) era frecuente que la censura hiciera acto de presencia en el panorama artístico y cultural español. Todas las novelas, obras de teatro, canciones, fotografías y películas debían someterse al control de las autoridades gubernativas, con el fin de que estos productos no entraran en conflicto con las ideologías políticas, morales y sociales del régimen.

Algunas coplas también se vieron afectadas por la censura y llegaron a ser prohibidas. Es el caso del tema de hoy, una sensual mezcla de carnavalito y tango gaditano que los maestros Guerrero y Castellanos compusieron en el año 1957 para Antoñita Moreno. Se titula El cordón de mi corpiño



Tu quieres que yo te dé,

lo que no te debo dar,

el cordón de mi corpiño, mi niño,

que no lo puedo cortar,

el cordón de mi corpiño, mi niño,

que no lo puedo cortar.

 

Ay!, sol y luna,

ay!, luna y cielo.

Dónde estuviste anoche,

que mis ojos no te vieron,

dónde estuviste anoche,

que mis ojos no te vieron.

 

Ay!, ay!, ay!,

cuando tu besas mi boca.

Ay!, ay!, ay!,

yo por ti me vuelvo loca.

Tra, la, la, rá,

tra, la, la, rá,

yo por ti me vuelvo loca.

Tra, la, la, rá,

tra, la, la, rá,

yo por ti me vuelvo loca.

 

Si tu quieres el cordón,

tijeras te traigo aqui,

pa' que cortes el corpiño, mi niño,

que no lo puedes sufrir,

pa' que cortes el corpiño, mi niño,

que no lo puedes sufrir.

 

Ay!, sol y luna,

ay!, luna y cielo.

Dónde has estado rondando,

que tan guapo te pusieron,

dónde has estado rondando,

que tan guapo te pusieron.

 

Ay!, ay!, ay!,

no me dejes vida mía.

Ay!, ay!, ay!,

que sin ti no sé que haría.

Tra, la, la, rá,

tra, la, la, rá,

que sin ti no sé que haría.

Tra, la, la, rá,

tra, la, la, rá,

que sin ti no sé que haría.

 

Ay!, sol y luna,

ay!, luna y cielo.

Dónde has estado rondando,

que tan guapo te pusieron,

dónde has estado rondando,

que tan guapo te pusieron.

 

Ay!, ay!, ay!,

no me dejes vida mía.

Ay!, ay!, ay!,

que sin ti no sé que haría.

Tra, la, la, rá,

tra, la, la, rá,

que sin ti no sé que haría...

que sin ti no sé que haría...

que sin ti no sé que haría...

que sin ti no sé que haría...

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Esta pieza fue catalogada de peligrosa para la moral de los españoles, pues su letra impregnaba un ligero tufillo de erotismo que fomentaba pensamientos y deseos impuros en el que la leía. El poema invitaba a hacer una interpretación picante e insinuadora, que no encajaba con los principios de orden y rectitud propios de los años cincuenta

El hecho de encontrar una copla en la que se aluda de forma explícita a una prenda interior femenina (el corpiño, una especie de sujetador largo, ajustado, sin mangas, que se adosa al cuerpo por debajo del pecho hasta la cintura) generó bastante polémica entre los puristas de la época.

Muchas personas se echaban las manos a la cabeza cuando escuchaban esta canción, ya que no solo se aludía a esta prenda tan íntima, sino también se jugaba con la posibilidad de que la protagonista se quitara dicha ropa: el corpiño se ataba al cuerpo mediante un sistema de cordones. El yo poético se dirige a su amado y le pide que le corte el cordón para así liberarse del accesorio.

Como veis, se trata de un tema subidito de tono, que tuvo muchísimos problemas con la censura. Era como ver una película con la protagonista todo el rato en ropa interior, haciendo gestos insinuadores y provocadores al espectador masculino. Aunque no se llegara al desnudo, la escena resultaba tan sugerente y picante que los censores se vieron obligados a actuar con contundencia.

La frontera entre lo sensual y lo sexual es finísima. La dictadura no permitió escenas de películas con mujeres ligeritas de ropa, a pesar de no mostrar contacto carnal. Generar cualquier tipo de estímulo placentero corporal estaba mal visto.

Aunque la protagonista de la copla no se llega a quitar el corpiño, el hecho de insinuar que se puede desprender de él genera una situación lo bastante morbosa y caliente como para alarmar al receptor puritano. Además, el contexto tampoco ayuda a rebajar el tono (que si trae tijeras, que si los besitos, que si me vuelves loca…). Si un hombre casado acude a un espectáculo teatral con semejante número, la experiencia sería pecaminosa.

Esta copla se puede concebir como una especie de juego erótico preliminar entre los amados. Realmente, es una canción que tiene poco contenido y resulta muy repetitiva, ya que se recrea todo el rato en el mismo detalle (la posibilidad de que la chica corte el cordón del corpiño y muestre sus encantos). En ese sentido, el tema está muy influido por la fantasía y el fetiche.

El hecho de contemplar una estampa como esta (una chica guapa, simpática, con ganas de marcha, ataviada solo con el corpiño, insinuando que se le corte el cordón…) eleva la temperatura del ambiente y provoca alteraciones de índole sexual en el cuerpo de todos los varones. El hombre representa la estampa con su mente e imaginación (transforma el texto en una imagen) y obtiene sensaciones placenteras, como si realmente estuviera delante de una mujer medio en cueros.

Los accesorios femeninos (corpiño) se convierten en una fuente de deseo sexual, lo cual conecta con la corriente fetichista. Esta copla intenta activar el deseo erótico de todos los receptores masculinos. El objetivo es que cada espectador traslade los elementos de la historia (la chica, el cordón, las tijeras…) y les dé forma de película, la cual puede ser visualizada en nuestra mente, obteniendo estímulos sensitivos casi reales.  

Puede parecer una tontería, pero una copla como esta despierta instintos perversos en las cabecitas masculinas. Por eso la censura no tuvo más remedio que actuar. Con el poder de nuestra mente se pueden alcanzar situaciones orgásmicas jeje. En este caso, la poesía es un estímulo

La voz poética tiene consciencia de estar creando una situación dramática pecaminosa, prohibida, tabú, polémica…Tened en cuenta que estamos en un periodo de la historia en el que las reglas morales-sociales son muy importantes (esto no se dice, esto no se hace, de esto no se habla…).

En la sociedad de los cincuenta hay temas que generan pudores y vergüenzas en el seno familiar, amén de ser controvertidos en la vida cotidiana: relaciones sexuales, fetiches, desnudos, ropa interior, cuerpo humano…

Las prohibiciones y normas estaban a la orden del día: no se puede mantener relaciones prematrimoniales, no se puede hablar de sexo, no está bien que una chica irradie tanta tensión sexual, no está bien que ella lleve la iniciativa…

Por eso, al inicio del poema, la protagonista habla en primera persona, empleando una perífrasis verbal de prohibición, que es reflejo, de esos pudores que había en la década de los cincuenta respecto a estos temas: Tú quieres que yo te dé, lo que NO TE DEBO DAR: el cordón de mi corpiño, mi niño, que no lo puedo cortar.

La oración subordinada sustantiva de complemento directo (lo que no te debo dar) tiene, en principio, un carácter eufemístico, ya que permite retrasar lo máximo posible la introducción del elemento prohibido o transgresor (el corpiño). El eufemismo, en este caso, no va a impedir la aparición del elemento tabú. Solo tiene una función retardatoria o moratoria: hacer que lo pecaminoso aparezca unas palabras después.

De hecho, tras la subordinada completiva de objeto directo hay un sintagma nominal en aposición que conceptualiza y pone etiqueta a ese elemento prohibido del que no se puede hablar: el cordón de mi corpiño, mi niño, que no lo puedo cortar. La protagonista se enfrenta a los tabúes de la época para vencerlos y superarlos. Trata explícitamente, con total naturalidad y sin miedos, un asunto íntimo y personal como es la ropa interior femenina.

El hecho de poner en primer lugar el eufemismo y luego el término tabú es una manera de irradiar una actitud de rebeldía, de desafío, de transgresión: el yo poético sabe que está hablando de un tema inmoral, prohibido, feo…pero le da igual.

La relación entre la chica y el amado queda marcada con los pronombres personales (TÚ quieres, YO, TE dé), las formas verbales de primera y segunda persona (quieres, dé, debo dar, puedo cortar), los posesivos (MI corpiño), y el vocativo (mi niño).

El poliptoton (el verbo dar aparece en presente de subjuntivo “dé” y en infinitivo “dar”) marca el contraste entre la realidad (una sociedad que mira con malos ojos todo aquello que tiene que ver con el cuerpo, e impone una serie de reglas y prohibiciones) y el deseo (una muchacha a la que se la suda todo, busca ir a contracorriente, disfrutar de su cuerpo y del placer de una buena compañía masculina, sin importar qué dirán los demás y no cumplir con las rígidas convenciones establecidas de la época).

Mediante la oración subordinada de relativo (el cordón […] que no lo puedo cortar) la protagonista busca sugerir, insinuar, provocar placer, “jugar”, estimular la fantasía del receptor: ¿Qué pasaría si cortásemos el cordón? Por eso os dije que esta copla es como una especie de juego preliminar. Los detalles están llenos de sensualidad, voluptuosidad y delectación.  

Aparte de generar placer superficial en el amado, la voz poética desafía a la sociedad franquista (hablo de esto porque quiero, porque me da la gana, porque soy más chula que un ocho, porque me siento bien, porque estoy buena, y nadie ni nadie me lo va a impedir).

En la segunda parte del tema la protagonista sigue su labor de estimular la fantasía del receptor con el tema del cordel: Si tú quieres el cordón, tijeras te traigo aquí, pa que cortes el corpiño.

La oración subordinada condicional encierra mucha picardía y juego, ya que la mujer se entrega al amado, permitiendo el contacto sensorial, sin mostrar resistencia, dejando que el chico tome el control de la situación. La pelota está en el tejado del amado. Ella le ha dado permiso para el acercamiento. Él decide si ir a cortarle o no el cordón. Lo que pase a partir de ahora queda en manos del muchacho.

Fijaos en los tiempos verbales de las subordinadas condicionales. Están en presente de indicativo: quieres, traigo.

El presente implica REALIDAD, certeza, seguridad en lo que va a pasar. No se trata de algo hipotético o imaginativo, sino de algo que va a pasar sí o sí, si se cumplen unas condiciones. El deleite y el goce sensual están garantizados para el amado si él quiere. Ella está dispuesta a “jugar”. No se va a echar atrás. No es una calienta…(ya sabéis)

La temperatura en esta sección del poema es máxima. Seguramente, muchos de vosotros estaríais deseando estar ahí y ser el chico para cortarle el cordón a la chica. A partir de ahí, la imaginación hace el resto. El cordón es solo una excusa para hacer “otras cositas” que vienen después. La frontera entre lo sensual y lo sexual es mínima. De ahí el motivo de la censura.

En el estribillo, la protagonista se dirige al amado mediante vocativos metaforizados, reforzados por una interjección, y formando estructuras en paralelismo: Ay, sol y luna, Ay, luna y cielo.

El hecho de identificar al amado con elementos astrales (cielo, Luna, Sol) potencia la sensualidad del tema. Os recuerdo que todos estos conceptos irradian luz, y la luz, desde la óptica de la mística se traduce en PASIÓN. En un contexto como este, el amor está cargado de connotaciones eróticas y físicas.

Esto no es ningún disparate: muchos estudiosos de la mística han considerado siempre esta tendencia como una forma de poesía erótica: la unión espiritual lleva implícita la unión física. La belleza y sensualidad de los astros del cielo es reflejo de la sensualidad del cuerpo humano, y eso siempre genera placer y atractivo.

Mediante la interrogación retórica, la mujer interroga al amado, insinuando que este ha mantenido relaciones con otras mujeres: ¿Dónde estuviste anoche que mis ojos no te vieron? ¿Dónde has estado rondando que tan guapo te pusieron?

La musicalidad y el ritmo que dotan las estructuras en paralelismo al tema convierten el posible reproche en juego superficial, desprovisto de cualquier tipo de sentimiento profundo: adverbio (donde/donde) + verbo (estuviste/ has estado) + circunstancial (anoche/rondando) + oración explicativa (que mis ojos no te vieron/ que tan guapo te supieron)

Si hacemos una interpretación literal de estos versos, muchos de vosotros podríais pensar que el chico se ha liado con otra, a espaldas de la protagonista. De ahí ese interrogatorio por parte de la mujer (dónde has estado, a quién has rondado…).

Sin embargo, haciendo una interpretación más personal (que eso no significa que sea la correcta), yo creo que todo esto es una especie de juego mutuo. La mujer en ningún momento muestra rencor ni enfado al amado. Al revés, todo es sensualidad, picardía, guasa, deseo…No hay romanticismo. Solo placer físico. El chico se puede liar con otra, y a la vez, cortarle el cordón a ella. Nadie busca la trascendencia amorosa. Se busca disfrutar del placer inmediato con el cuerpo. No hay más.  

La amada está jugando con el amado. Buscan disfrutar mutuamente, sin hacerse daño. A ella le da igual que el amado haya estado con otra. Como no quiere nada profundo con él, no importa lo que haya hecho la noche anterior.  

La actitud frívola de los amados (anoche estuviste con otra, hoy estás conmigo, corta el cordón…) tiñe la copla de un tono morboso y pecaminoso. La protagonista se recrea en el goce de lo prohibido. Se puede pasar un rato divertido sin hacer daño a nadie. Esas preguntas de dónde y con quién has estado forman parte del juego superficial, ya que no duelen.

Hay veces que nosotros mismos cuando estamos contentos nos hacemos preguntas cuya respuesta conocemos de sobra y/o no es relevante en nuestra vida, pero las formulamos de manera jocosa para pasar un rato ameno, porque estamos contentos/alegres/felices y nos gusta recrearnos en banalidades

En este poema no hace falta hablar de cuernos o infidelidades. Es la propia protagonista, que en un afán de disfrutar de la situación que está viviendo, juega a hacerse preguntas triviales. Humor picante se llama jejjeje.

Cada cual que lo interprete como quiera. Lo bueno de esta copla es que deja bastante libertad en su análisis.

De todas formas, el tema se recrea en momentos deleitosos, relacionados con el placer del cuerpo y el contacto físico: Ay, Ay, Ay, Cuando tú besas mi boca, Ay, Ay, Ay, yo por ti me vuelvo loca. Las interjecciones enfatizan la sensualidad del ambiente.

Como veis, la unión yo-tú (enmarcada con la subordinada adverbial temporal “cuando”) se potencia en sentido físico y corporal, y no tanto espiritual (a través del beso). Por eso, debemos dar la razón a aquellos que dicen que la mística es un pretexto para el erotismo

El tópico del amor como enfermedad (locura), propio de la vieja poesía de cancionero, aparece en un contexto mucho más amable y sensual. También hay frases y sintagmas que se dirían en registros dramáticos, pero aquí se manifiestan en un tono más ligero, y por tanto, pierden su sentido trascendental: No me dejes vida mía, que sin ti no sé que haría.

Está claro que en un tema tan juguetón como este, el tópico del sin ti no soy nada, no encaja. Aparece desvirtuado y desdramatizado, en un contexto ligero y frívolo.

La voz lírica recurre a juegos puramente fónicos con el objetivo de recrearse en el placer físico y en el acto amoroso (Tra la la la). Es una forma de reírse y de burlarse de todas esas prohibiciones y tabúes de la época, y también de estimular la imaginación y la fantasía del receptor.

Cuando una experiencia resulta maravillosa, grata e importante, nos cuesta encontrar la palabra exacta que describa el placer de lo vivido. Bécquer lo llamaba inefabilidad.

Por eso, la chica recurre a un juego de significante, sin un significado concreto (tra la la la). Esto resulta mucho más expresivo e insinuante que el lenguaje convencional. En la mística pasaba igual: la unión era algo tan majestuoso que muchas veces no había manera de describirla. Aquí la unión física es tan grande que no se puede elegir una palabra exacta. Es el éxtasis en su sentido más físico.

Métricamente, predomina el verso octosílabo. De vez en cuando, encontramos alguno decasílabo (el cordón de mi corpiño, mi niño) y pentasílabo (Ay sol y luna).

Las repeticiones de versos permiten al yo poético ahondar en el placer y el goce físico: mi niño, tra la la rá, que no lo puedo cortar, yo por ti me vuelvo loca…

Si obviamos las reduplicaciones e interjecciones, las estrofas están formadas por coplas, es decir, cuatro versos de ocho sílabas, con rima entre el segundo y el cuarto (dar-cortar, aquí-sufrir), mientras que el primero y el tercero quedan libres.

Solo encontramos una excepción en el tercer verso de la copla, que es de diez sílabas por la adición del vocativo “mi niño”.

Los estribillos constan de la unión de una copla octosilábica con un pareado (cuando tú besas mi boca / yo por ti me vuelvo loca). Lo que pasa es que a este pareado se le han añadido repeticiones, interjecciones e incluso el juego fónico de “tra la la rá”, que han engordado su estructura métrica.