De un icono de la música italiana como es Laura Pausini, pasamos a otro igual de importante: Albano. Hoy os traigo uno de sus primeros éxitos. El tema fue compuesto en 1968 por Ruggiero Leoncavallo y Vito Pallavicini. Se titula La mañana.
El poema describe el bello amanecer de dos personas que se quieren en un mundo de ensueño. El sol se refleja en la mirada de ambos y sólo ilumina el día si están juntos. El amor da sentido y luz a la propia existencia.
La canción se inspira en las alboradas de la lírica medieval provenzal. Una alborada es una composición en la que los amantes manifiestan su afecto y pasión a la salida del astro rey. En el folclore mexicano se conocen con el nombre de "mañanitas" y son serenatas matinales que canta el amado y la amada con la amanecida. El nacimiento de un nuevo día motiva, ilusiona y da energía a la relación.
El yo poético se muestra agradecido a la vida tanto por la belleza física que contempla (el mundo que se cubre de colores a medida que el Sol ilumina) como por el hecho de tener a su lado a la persona que quiere. La pieza celebra el hecho de despertar, amar y sentir la presencia del otro como motor del día
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En los primeros versos se describe la iluminación paulatina del cielo a medida que el astro rey sale por el horizonte: la aurora su sol va pintando al mundo cubierto de azul
El amanecer se describe de forma viva y motriz gracias a la personificación, ya que un concepto de tipo inanimado (Aurora) realiza una acción propia de seres humanos (pintar).
La aurora es el momento del día en que el astro rey todavía no ha salido por el horizonte, pero está muy cerca de emerger, por lo que los primeros rayos se empiezan a reflejar en el firmamento, haciendo que este pierda el toque negro de la noche y adquiere matices de azul oscuro.
En términos científicos este fenómeno se conoce como "crepúsculo matutino". La luz es muy tenue en estos momentos del día, pero a medida que el astro rey asoma por el horizonte, el cielo se va aclarando. Llega un momento que el ojo humano puede ver el paisaje sin necesidad de iluminación artificial ya que el azul claro va cubriendo el firmamento.
Fijaos que se recurre a un verbo creativo, asociado al ámbito artístico (va pintando). La aurora, que es una convección temporal abstracta (periodo anterior al amanecer) se presenta en el texto como ejecutora de una obra de arte. Es la encargada de pintar el mundo, de crearlo, de diseñarlo, de darle color. Como todo buen artista necesita herramientas e instrumentos. ¿Y cuál es el "medio" del que dispone para dotar de vida al entorno? El sol. El posesivo (su sol) expresa esta vinculación. La aurora necesita del sol para que el mundo pueda ser percibido por la humanidad. Sin la luz del sol no veríamos absolutamente nada. No habría color. No habría vida.
Como si de una obra de arte se tratara, la estructura sintáctica se representa a brochazos y pinceladas en función de la inspiración y la pasión del creador. Por eso, a veces, la creatividad supone transgredir y romper normas. De ahí la alteración de la sintaxis, la cual resulta confusa y ambigua:
-Por un lado, el sintagma "su sol" funciona como circunstancial de instrumento, ya que es el medio que emplea la aurora para pintar al mundo. Por cuestiones métricas, el autor ha suprimido la preposición de vínculo: [con]su sol.
-Por otro lado, "al mundo" funciona como complemento directo, ya que es el elemento efectuado. Es el objeto representado en la obra de arte: la aurora pinta al mundo.
-El sintagma adjetivo "cubierto de azul" funciona como predicativo del complemento directo:
-El verbo principal es la perífrasis de gerundio (va pintando) que expresa desarrollo o progreso. El acto de habla coincide de manera simultánea con el proceso de la amanecida. Mientras el yo se expresa, el sol va iluminando cada vez más.
El hipérbaton resulta violento, ya que el circunstancial de instrumento (su sol) se adelanta al verbo (va pintando) y al directo (al mundo). Esto refleja el caos cromático del cielo en estos primeros momentos del día: el azul claro y oscuro convive con rojos, rosas o naranjas creando una paleta de colores variada
En los dos primeros versos el foco de la canción está en el espacio, es decir, en el paisaje, el escenario, el entorno (el sol, el mundo, el cielo azul...). En el tercer verso el enfoque pasa al yo poético. De ahí, la desinencia verbal de primera persona (despierto...). Se establece una jerarquía implícita. Primero está el mundo (Dios). Es lo más importante. Luego venimos nosotros (hombre). Primero despierta la naturaleza gracias a la luz solar. Luego despertamos nosotros. La belleza y el color del mundo nos despiertan del letargo del sueño.
La belleza de la estampa hace que la voz lírica manifieste ilusión, felicidad y buen humor ante la llegada del nuevo día: es otra mañana alegre lo mismo que tú.
El indefinido (otra) va ligado al concepto cíclico de la naturaleza: hay día y noche. Cuando acaba el día llega la noche, y cuando acaba la noche llega al día. La noche sucede al día y el día a la noche. El hecho de que los días sean unidades segmentadas e independientes (nacen y mueren) suponen un aliciente para el ser humano, ya que cada nuevo día es una oportunidad para vivir cosas nuevas. A lo mejor un día nos toca llorar y sufrir, pero al siguiente podemos reírnos y pasarlo bien. Cuando nos levantamos de la cama siempre nos hacemos esta pregunta: ¿Qué ocurrirá hoy? Y eso es lo que da magia a la vida y hace que nos levantemos con los ánimos renovados.
La actitud ante el nuevo día es de vitalismo para el yo poético. El encanto de la mañana se equipara al encanto de un alma enamorada: alegre lo mismo que tú. El mundo descrito es jovial, colorido, afable, bello, placentero. La situación anímica del yo poético es de júbilo y plenitud. Hay una correspondencia entre el mundo exterior y el mundo interior. El sol ilumina la naturaleza pero también la vida del yo. De ahí, que el protagonista se levante emocionado, con ganas de vivir.
El pronombre de segunda persona en el complemento comparativo (alegre lo mismo que tú) representa a la persona amada, la cual da sentido a nuestra vida. Es el concepto renacentista de amor que expresó Garcilaso o Petrarca: la pasión como energía vitalizadora y elemento purificador. Sin amor no hay vida. Espiritualismo en estado puro.
La naturaleza (mañana) aparece personificada, pues se le aplica un adjetivo que denota carácter o rasgo psicológico humano, tal como refleja el complemento predicativo (alegre)
Además, el entorno se representa de forma sensorial aludiendo a sonidos propios del amanecer: hay un ruiseñor que me canta, y un carro se oye gemir.
A primera hora de la mañana, sobre todo en verano, es normal escuchar el canto de las aves y pájaros. En la lírica popular medieval (por ejemplo, el romance de Fontefrida) el ruiseñor simboliza a un amante elocuente y apasionado, que hace todo lo posible por conquistar a la dama. Es una especie de galán. En este caso, el canto del ruiseñor puede estar relacionado con el amor (ya que acompaña a una pareja que está consolidada y estabilizada), pero también es una celebración al acto de vivir (empieza el nuevo día, siguen juntos y están vivos). Hay motivos para estar contentos y recrearse en la belleza visual y sonora del mundo.
Mientras que el canto del ruiseñor representa el sonido natural, el ruido del carro representa el sonido de corte humano/material. El entorno es la suma de naturaleza y hombre. Los dos contribuyen a configurar el espacio. Ambos son necesarios, pero siempre aparece en primer lugar la creación divina (ruiseñor) y luego la invención artificial del hombre (carro). De nuevo, la jerarquía cristiana. Es la naturaleza la que despierta al hombre y no al revés. El dominio es de Dios.
Un elemento inanimado/inerte (carro) realiza una acción propia de seres humanos (gemir) haciendo que el paisaje se humanice y vivifique
Los amados son testigos de esta bella estampa sensorial gracias a las oraciones impersonales ya sean de tercera persona con el verbo haber (hay un ruiseñor) y de impersonal refleja con se (se oye gemir).
La pareja da trascendencia a la relación equiparándose al funcionamiento de la naturaleza. Esto se ve en la anadiplosis: y es otra mañana que nace/ y nace mi vida en ti. El funcionamiento del ciclo natural (el día que nace) se pone al mismo nivel que el funcionamiento del amor (la pasión que nace de contemplar a otra persona)
El polisíndeton (y un carro...y es otra mañana...y nace mi vida...) crea un efecto motivante ya que se suman o añaden razones por las que merece la pena la existencia.
El paso al estribillo se marca con una imagen de unión, propia de la mística (mi vida en ti). Se produce la combinación del posesivo en primera persona (mi vida) con la preposición de lugar y el pronombre de segunda persona (en ti). El amado aparece dentro la amada.
En la lírica espiritual tanto bíblica como áurea la pasión amorosa está simbolizada con elementos de luz y calor. En este caso, la amada es fuente de luz. El astro rey ilumina y da vida a la relación: y también tú cual la mañana un sol reflejas en mi mirar.
La comparación realza la magnitud del amor (cual la mañana) ya que el afecto de la pareja se equipara al poder de la naturaleza: el sol de la mañana ilumina el paisaje igual que la mirada de la amada al yo.
La dualidad día-noche simboliza la presencia/ausencia de vida: si tú no estás es todo noche. Donde tú estás hay amor.
La falta de luz (noche) nos evoca a la primera vía de la mística, que es la vía purgativa. En esta etapa las almas se encuentran separadas y perdidas en medio del vacío. Al no haber una fuente lumínica, resulta imposible la percepción física y sentimental de los entes. La vida deja de tener sentido si desaparece la figura de la amada (si tú no estás es todo noche). El uso del presente de indicativo tanto en la prótasis como en la apódasis de la condicional, universaliza el mensaje convirtiéndolo en certeza o verdad.
En cambio, la presencia de la luz (mañana) se identifica con la tercera vía, que es la vía unitiva. Gracias a la iluminación del sol, las almas se perciben tanto a nivel físico como emocional. Se fusionan en un solo ente. En definitiva, surge el amor, que da sentido a la vida: donde tú estás, hay el amor. Otra vez se recurre a tiempos de presente tanto la subordinada de lugar (estás) como la principal (hay).
Fijaos en las antítesis ya sean en forma sintáctica (estás/no estás) o léxica (amor/noche). La oscuridad y la no presencia de la amada simboliza el caos, la amargura, la tristeza., la depresión, el vacío. La luz y la presencia de la amada representa el orden, la armonía, la plenitud, el sentido.
En la tercera estrofa se introduce un contexto de espiritualidad, influido por el pensamiento cristiano. El yo poético se encuentra con una iglesia, la cual representa el lugar sagrado: y junto a la iglesia yo paso. En la tradición católica es el templo, el lugar de la celebración litúrgica y la eucaristía.:
De nuevo, en la estructura sintáctica se antepone el circunstancial de lugar que alude al elemento divino (junto a la iglesia...) mientras que el sujeto, que es el elemento humano, se pospone junto al verbo (yo paso...). El hipérbaton refuerza la corriente de pensamiento teológico.
Sin embargo, el yo poético no necesita pasar a la iglesia (no entro, pues he de partir). La fe la expresa en la gratitud íntima por el amor: me acuerdo que rezo, yo solo doy gracias por tenerte a ti. Amar es una forma de rezar, de conexión divina. Para demostrar amor a Dios y a la vida no hace falta participar en ceremonias ruidosas y pomposas. La parafernalia sobra. El erasmismo del siglo XVI decía que era una cuestión de actitud. El sentimiento se demuestra de forma intimista y permanente. No es necesario ir a una procesión o darte latigazos en la espalda llorando y berreando cual mártir en Semana Santa.
La fe se puede expresar de forma más discreta y silenciosa, como sucede en esta canción, rezando para sí mismo e interiorizando ese sentimiento de gratitud: estar agradecido a la vida por todo lo que nos da: una mañana preciosa, unos paisajes preciosos, unas personas preciosas...
El yo poético no necesita rodeos para decir que no necesita ceremoniales. Simplemente con una oración breve negada (no entro) y una subordinada causal con una perífrasis verbal de obligación (he de partir)
Por cuestiones métricas, se produce un queísmo: me acuerdo que rezo. Lo gramaticalmente corrector es "me acuerdo de que rezo". El verbo acordarse rige la preposición "DE". Esto da fluidez y naturalidad al discurso del yo, que no necesita crear un contexto de polémica por no entrar a la iglesia. Lo importante es el sentimiento de fe. Lo vive desde dentro. No necesita demostrarlo pasando al templo.
Es adverbio (solo doy gracias...) crea una sensación de humildad y desnudez. Se puede creer en Dios sin tanto aparataje escenográfico o escénico. Simplemente dando las gracias o rezando. Se puede hacer en cualquier momento y lugar. No hace falta ir a Lourdes o hacer una peregrinación a Santiago.
El agradecimiento a la vida no se debe a motivos materiales (riqueza, trabajo...) sino espirituales: tener a tu lado a una persona a la que quieres un montón y con la que vas a pasar tu vida. La acumulación de marcas de segunda persona (tenerte, ti) enfatiza la necesidad de unión y vinculación con otras almas. En soledad la viene no tiene sentido.
Los versos son eneasílabos. En las estrofas se produce asonancia entre los versos segundo y cuarto (ti - gemir), mientras que el primero y el tercero van por libre (pintando-mañana). En los estribillos no hay rima.

