jueves, 4 de febrero de 2021

Romance de Juan de Osuna: la historia de un condenado inocente, por culpa de una falsa acusación

Después de varias canciones ligeras y divertidas, es hora de hacer un cambio de registro e irnos con un tema mucho más truculento y dramático. Esto es lo bueno que tiene la copla: tan pronto estamos vendiendo sardinas por las rías bilbaínas como narrando la detención y encarcelamiento del personaje que protagoniza el poema de hoy. Se trata de unos jondos-tientos que Manolo Caracol popularizó en el año 1961 en su espectáculo Torres de España. Hoy vamos a analizar Romance de Juan de Osuna



A mí me duele, cómo me duele

El alma me está doliendo, señores, de tanto llorar

 

Ni flor como la amapola

Ni cariño como el mío

Que me sentencian a muerte

Por tenerlo repartío

 

Y a las dos de la mañana

Me vinieron a llamar

Tres pares de ojitos negros

Y me tuve que entregar

 

La manita en el Evangelio

La pongo, que yo me muera

Que yo no he matado a nadie

De noche en la carretera

 

Los tormentos de mis negras duquelas

No se los mando ni a mis enemigos

Yo sufría con clavito y canela

Me despertaron pa darme castigo

 

Mi lunita clara

Eres mi sangre y mi vida

Por lo mucho que yo te quería

Te vas sin volver la cara

 

Por lo mucho que yo te quería

Te vas sin volver la cara

..................................................................

El argumento de esta copla está influido por la literatura folletinesca y el romance de ciego, corrientes en las que el amor, el despecho, el ajuste de cuentas y el castigo se unen para configurar una historia de gran atrocidad y tremendismo. Podríamos decir que la crónica de sucesos se acaba mezclando con los asuntos del corazón, aspecto que nos recordará a María la Portuguesa o Lola Puñales (coplas ya analizadas), pues habrá una venganza de por medio. La creación de una mentira (bulo) servirá para encarcelar injustamente y desgraciar al protagonista de la copla.

Juan de Osuna es un muchacho que nos recuerda a los protagonistas de los dramas románticos de Zorrilla o el Duque de Rivas. Representa el donjuanismo en su máximo esplendor (personaje creado por Tirso de Molina). Es un tipo varonil, dandi, caradura, vividor, que no para de conquistar el corazón de diferentes mujeres.

Gracias a su atractivo físico, su don de gentes, su carisma y sus habilidades sociales ha conseguido crear un enorme imperio de amantes, de tal forma que el hombre tiene que tomar las riendas de diferentes vidas a la vez, para complacer a cada una de las mujeres.

Un buen día, una de esas amantes descubre la vida múltiple del protagonista (se da cuenta de que Juanito tiene más novias). Harta de las infidelidades del muchacho y envuelta en un halo de odio y despecho, la mujer decide denunciarlo a la policía, acusándolo de asesinato. Por tanto, Osuna es perseguido, detenido y finalmente encarcelado por las fuerzas de orden público (a pesar de no haber matado a nadie).

Como veis, de manera indirecta, este poema refleja los abusos cometidos dentro del sistema judicial español. Inventándote un bulo fácil (sin pruebas, sin testigos, movida exclusivamente por motivos personales…), la mujer ha conseguido que el protagonista quede encarcelado sin haber quebrantado ninguna ley.

Aunque parezca surrealista, a lo largo de la historia de España, mucha gente ha utilizado los mecanismos judiciales como forma de venganza personal contra sus enemigos. Por ejemplo, en tiempos de la Santa Inquisición si un vecino te caía mal, la mejor manera de acabar con él era inventarte un bulo, y denunciarlo al santo tribunal por algo que jamás había hecho (por ejemplo, relacionarlo con la brujería o la práctica del judaísmo). Al momento, el pobre desafortunado era detenido y castigado a pesar de no tener pruebas sólidas de eso que se le culpaba. En la Guerra Civil, muchas denuncias se realizaban por motivos personales (envidias hacia el rico del pueblo, celos…). Nada más fácil que acusar a una persona de facha o de rojo (aunque fuera mentira) para que lo fusilaran

No hace falta remontarse a los tiempos de Maricastaña para ver este comportamiento en la gente. Actualmente, es relativamente fácil utilizar la vía judicial a partir de falsos testimonios para saciar una venganza personal. Pensemos, por ejemplo, en la mujer que se inventa que su marido le ha pegado (siendo mentira). Como veis, hay cosas que nunca cambian, y esta copla es reflejo de ello.

Uno de los principales rasgos del romance es su carácter fragmentario. Por eso, en el poema no se va a narrar la historia completa del personaje (desde la formación de ese imperio de amantes hasta su encarcelamiento), sino que se va a seleccionar un momento representativo, el más dramático, emotivo e intenso: la escena de su detención. Todo lo demás hay que presuponerlo (se supone que pasó, aunque el texto no profundice en ello). Tened en cuenta, que un romance se caracteriza por su brevedad. Por eso, hay que quedarse con la escena más relevante e intensa y arrinconar las demás.

Por eso, el comienzo del poema resulta súbito (lo que los filólogos llamamos, in medias res). No se exponen los antecedentes de la acción. Sin apenas introducción se nos sitúa bruscamente en mitad del hecho narrado (el protagonista perseguido por la justicia, a punto de ser detenido). Basta el primer verso para meternos de lleno en la atmósfera del poema y dinamizar la acción.

Resulta también significativo que el romance se trunque (se acabe) en el momento de mayor intensidad, cuando el protagonista se encuentra clamando hacia sí mismo, dolido por la injusticia cometida. La historia podría continuar (la vida en la cárcel, la reacción del personaje femenino, el posible remordimiento…). Sin embargo, la acción termina en el momento culminante (el protagonista encarcelado y dolido).

Lo que pasa después no importa. Todo queda a imaginación y sugestión del lector. La historia completa hay que conocerla para entender bien el romance en su contexto (ya que el romance es un trozo de esa historia), pero literariamente, la escena funciona por sí misma, autónomamente, con sus mecanismos retóricos y conceptuales, sin necesidad de establecer vínculos con los antecedentes y las consecuencias

En los dos primeros versos, el protagonista adopta una actitud de lamento, dirigiéndose a los espectadores mediante el vocativo (Señores), con el objetivo de buscar compasión.

En un espacio más o menos pequeño se concentran muchas palabras que denotan sufrimiento, dolor y pena: A mí me duele, cómo me duele, el alma me está doliendo, señores, de tanto llorar.

La intensidad dramática se consigue mediante la repetición léxica (duele-duele), el políptoton (presente “duele” y gerundio “doliendo”), la cuantificación del verbo (tanto llorar) y la acumulación de marcas de primera persona (a mí, me).

Las palabras elegidas crean una perturbación y una inestabilidad emocional en el yo poético, que engancha al receptor. Tened en cuenta que al espectador le encanta lo morboso. Por tanto, si ven a una persona clamando y llorando de esa forma, el receptor siente curiosidad por ver qué le pasa, y se interesa por la historia del romance.

El comienzo súbito (desde el primer verso hay dolor y pena) genera el morbo necesario para captar al auditorio. En general, el romance es un tipo de literatura que siempre ha gustado a la masa popular por el tipo de historia que cuenta.

El protagonista piensa que él no está cometiendo ningún delito, ya que lo único que está haciendo es querer a varias personas a la vez (tenerlo [el corazón] repartido).

La concepción tradicional del amor (la más arraigada ideológicamente) radica en su carácter binario, es decir, el sentimiento solo puede darse entre dos personas, de manera recíproca y unilateral. En una sociedad conservadora, el multiamor o poliamor (el hecho de querer a varias personas a la vez) no está bien visto y no se puede justificar.

Por eso, el protagonista piensa que esa concepción de amor tan adelantada y moderna para su época (se puede querer a muchas mujeres a la vez) es la que le ha provocado su desgracia (cárcel). Esto lo refleja muy bien con la anáfora y el paralelismo: Ni flor como la amapola/ ni cariño como el mío, que me sentencian a muerte.

La personificación de la flor y del sentimiento abstracto (el cariño) da fuerza a esta idea, pues la sociedad no está adelantada para entender el amor desde esa posición. Esa falta de empatía es la que le llevará al desastre.

En la segunda estrofa el protagonista nos cuenta cómo fue detenido por la policía. Este hecho resulta trascendental en la vida de Juan de Osuna, ya que supone un antes y un después en su biografía. Cuando un evento marca de una manera tan fuerte a alguien, se tiende a recordar todos los detalles que circunscriben a dicho acto (hasta las cosas más insignificantes). Así, el muchacho recuerda la hora exacta de la detención, ya que es un momento histórico: A las 2 de la mañana me vinieron a llamar. El hecho de situar la acción en un momento del día tan antisocial (la noche, la madrugada), genera mayor dramatismo. Parece la escena de una película.

La detención se recrea con el mecanismo de la sinécdoque. La sinécdoque consiste en nombrar una realidad, pero en lugar de hacer referencia al concepto completo, se hace referencia a una de sus partes. Así, en este poema, para designar a los policías (que sería el todo), se alude a una parte de ellos (ojos): Me vinieron a llamar tres pares de ojitos negros y me tuve que entregar. Detrás de esos ojos, hay policías jejjeje

Como veis, hay una tendencia a pronominalizar los verbos en primera persona (me tuve, me vinieron). Es una forma de focalizar la acción sobre el héroe.

Las perífrasis verbales marcan la intención de cada uno de los personajes.

-La perífrasis tener que, además de expresar obligación (al protagonista no le queda más remedio que irse con la policía, sí o sí, ya que es una orden expresada por una instancia superior), también refleja la deshumanización, la pérdida de voluntad: ser detenido trae como consecuencia la pérdida de libertad: dejas de ser persona, te conviertes en una carga u objeto sometido a los patrones de la justicia

-La perífrasis venir a, además de expresar aproximación (los policías se acercan para detener al protagonista), también refleja la frialdad del proceso judicial: las autoridades se limitan a aplicar las leyes y llevar a cabo unas actuaciones y decisiones de una forma mecanicista, rígida, matemática, sin tener en cuenta los sentimientos de la persona, las circunstancias o las peculiaridades de cada persona.

A Juan de Osuna lo están deteniendo sin pruebas, solo porque alguien le ha acusado de una manera arbitraria y caprichosa, como forma de venganza personal.

La justicia se concibe como un código objetivo y homogéneo, pero se aplica sobre una realidad que es tan peculiar, tan cambiante, tan heterogénea, tan llena de matices, tan rica, tan variada, tan perspectivista, que es imposible que todo salga perfecto (resulta imposible sistematizar y normativizar algo tan complejo y difícil como es el mundo).

Por eso, es normal que en un contexto judicial se cometan fallos y errores (como sucede en esta copla). Hay gente mala que no usa la justicia como debe (y se inventa falsos testimonios). La justicia parece que no tiene en cuenta el mal uso que la gente pueda hacer de esta. De ahí esa frialdad que os comentaba en el primer párrafo.

El protagonista jura una y otra vez que él no ha hecho nada ni ha matado a nadie (que es de lo que se le acusa). Un cliché bastante común en el mundo de la copla a la hora de hacer un juramento o promesa es poner la mano en el Evangelio. El Evangelio contiene la palabra de Dios, y todo lo relativo a Dios es sagrado. Lo sagrado se caracteriza por su alto valor y por su importancia. De ahí que sea costumbre jurar por Dios, los Santos, la Biblia o a cualquier tipo de elemento ligado a la religión, e incluso jurar por tu propia vida: La manita en el Evangelio la pongo, que yo me muera, que yo no he matado a nadie de noche en la carretera.

Hacer juramentos apostando cosas de valor es algo que hacemos continuamente (lo juro por mi padre, por mi vida, por Dios…). El protagonista no va a ser la excepción. El diminutivo (manita) crea un sentimiento de efecto, para intentar conmover a la policía.

El hipérbaton (La manita en el Evangelio la pongo) es un reflejo de la perturbación anímica del protagonista, ya que lo está pasando realmente mal. En momentos límite las estructuras sintácticas no se ordenan de forma armónica. Es normal que se anteponga el complemento directo (la manita) y el circunstancial (en el Evangelio), y se posponga el verbo (pongo), como una manera de dar dramatismo y realzar el caos, en un contexto de desesperación lírica.

El yo poético busca empatizar con el receptor para intentar trasladarle todo ese malestar y perturbación, derivados de la situación tan injusta que está viviendo, pero a la vez manteniendo la cordura. Para eso, utiliza la táctica de no desear las desgracias, penas, dolores y tristezas por las que está pasando a su peor enemigo: Los tormentos de mis negras duquelas no se los mando ni a mis enemigos. Esto humaniza y engrandece al héroe trágico, convirtiéndolo en un ser que dentro de la desesperación intenta buscar racionalidad, contención, estoicismo, elegancia. La palabra “duquela” pertenece al lenguaje caló (el habla de los gitanos) y significa pena, preocupación o dolor

En cierta medida, parece que estamos asistiendo a la creación de un mártir en este poema. El objetivo es generar una especie de catarsis (como en la tragedia griega): que el espectador sienta temor y compasión al ver cómo una persona aparentemente normal (semejante a nosotros) es víctima de un proceso tan injusto. El oyente de esta copla sufre y se conmueve viendo cómo una persona inocente (que no ha matado a nadie) sufre unas consecuencias y unos castigos que no le corresponden. El receptor se identifica con el protagonista (esto mismo que le ha pasado Juan de Osuna podría pasarnos a cualquiera de nosotros y eso genera unos sentimientos de miedo).

Esto permite replantearnos muchas cosas: el personaje habrá sido muy golfo, queriendo a muchas mujeres a la vez, picoteando de flor en flor, siendo infiel, pero…¿Merece este castigo? Evidentemente, el protagonista tiene sus defectos y sus vicios (como todo hijo de vecino), pero el castigo recibido es totalmente desproporcionado, ya que se le está acusando de asesinato (y por tanto, atentando contra su honor y su imagen pública, además de privarle de la libertad). Esa desproporción es la que crea la catarsis.

Por todo esto, el protagonista nos recuerda a un héroe trágico griego (a un Edipo, por ejemplo), ya que se sitúa en un punto muy equilibrado entre la virtud y el vicio. El hombre no ha sido bueno del todo, ya que ha provocado estragos en esas mujeres, pero tampoco merece ese destino, ya que no ha hecho nada que se salga de la ley.

Querer a varias personas a la vez puede resultar una filosofía demasiado transgresora para determinados sectores sociales (provoca escándalo, polémica, prejuicios…), pero al fin y al cabo no es un delito ni una falta de moral. Se pueden generar sentimientos de amor sinceros y verdaderos hacia varios individuos a la vez (y eso no es malo). A lo mejor el protagonista, en ocasiones, ha jugado con fuego (dejándose llevar por la vena de lo carnal, lo superficial, y el aquí te pillo aquí me mato sin medir bien los daños que puede causar).

Sin embargo, podría darse el caso de que una persona se enamorara de verdad de varias personas, y esa posibilidad, ya genera una actitud de compasión y temor en el receptor de la copla. Pobrecillo…lo único que ha hecho ha sido querer a varias mujeres. La idea de que un inocente sea castigado crea compasión en el receptor. A partir de este caso concreto (el de Juan de Osuna) el receptor puede replantearse ciertas cosas de cómo funciona el mundo, y eso crea un flujo lírico.

Al final, una cosa que parecía buena, bonita, agradable, positiva (amor) se ha convertido en una pesadilla, en un sufrimiento, en algo feo, desagradable y terrible (cárcel): Yo sufría con clavito y canela. Me despertaron para darme el castigo.

Las especias simbolizan lo sabroso de la vida, las cosas ricas, agradables, placenteras (el amor). Sin embargo, la aparición del verbo sufrir anula todos los efectos positivos de las denotaciones léxicas, y la experiencia se convierte en traumática.

Al final, el protagonista se convierte en un muñeco al que se le puede hacer todo lo que se quiera. Parece que ha perdido la voluntad de ser, y solamente se limita a sufrir los castigos que se le asignen, sin ningún tipo de resistencia, queja o protesta.

En la última parte de la canción el yo poético se dirige a la mujer que es causante de todos esos males (aquella que le denunció a la policía y le acusó de asesinato), mediante metáforas: Mi lunita clara, eres mi sangre y mi vida.

Ya sabéis que un procedimiento muy común en la literatura y en la copla es identificar a una persona con un astro, ya que los astros son elementos inaccesibles, y todo lo que resulta inaccesible es valioso.

A pesar de la mala jugada que la mujer le ha hecho, Juan de Osuna todavía la sigue elogiando, como si no tuviera rencor.

También es común identificar a la persona que quieres con la sangre. La sangre es un elemento imprescindible para que nuestro cuerpo funcione. Sin sangre circulando por las venas, no hay vida. Sin amor y sin mujeres…¿Qué sería del protagonista?

Los dos últimos versos son los más dramáticos, ya que representan la penitencia del protagonista: además de ir a la cárcel, la relación sentimental con esta mujer termina para siempre. La imagen de la dama dándole la espalda representa el desdén, el odio, el rechazo, el fin del amor, la no correspondencia, la falta de empatía: Por lo mucho que yo te quería, te vas sin volver la cara. 

Ese desdén y ese despecho son los que han llevado a que la mujer lo denuncia y acuse de asesinato. Para el protagonista esto es muy duro, ya que él está enamorado de verdad de la mujer. Dentro de sus códigos y concepciones vitales, Juan de Osuna no entiende la reacción de la dama, ya que él ha dado todo por ella. Lo que pasa es que ella no logra entender que él puede amar a varias personas a la vez. Ella lo ve como una traición e infidelidad, y por eso, reacciona con tanto despecho.

Métricamente, la canción está formada por las siguientes estrofas:

-En primer lugar, un dístico (dos versos de arte mayor sin rima): 10- 17-

-En segundo lugar, tres coplas, es decir, tres estrofas de cuatro versos octosílabos en los que rima el segundo con el cuarto, mientras que el primero y el tercero quedan libres: 8- 8a 8- 8a

-Después, tenemos un serventesio: estrofa de cuatro versos de arte mayor (en este caso, endecasílabos) en los que riman primero con tercero y segundo con cuarto: 11A 11B 11A 11B

-Y por último, tenemos una especie de redondilla imperfecta. En la redondilla los versos son de arte menor y riman primero con cuarto y segundo con tercero (abba). En este caso, el tercer verso es de arte mayor. Por eso os digo que la redondilla no es perfecta del todo: 6a 8b 10B 8a

Llama la atención que en el título de la canción se indique que estamos ante un romance, y luego, la forma métrica de la composición no sea la de un romance. Si hubiera sido un romance, todos los versos serían octosílabos, manteniendo la misma rima asonante en los versos pares. Aquí, la variedad métrica es mucho mayor.


viernes, 29 de enero de 2021

Desde Santurce a Bilbao (canción popular): un homenaje a la figura de la sardinera

Hoy vamos a analizar una de esas canciones tradicionales y populares, de autor anónimo y fecha desconocida, que empezaron a cantarse en zonas muy concretas y específicas de España (en este caso, en la ría bilbaína).

Lo que empezó siendo un tema autóctono y localista se acabó extendiendo a todo el folclore español (gracias a la labor del pueblo, que se encargaba de transmitirlo de boca en boca, y de mantenerlo vivo), hasta convertirse en una canción conocidísima en el país. De hecho, formó parte del repertorio habitual de coplillas que los soldados del regimiento 262 de la División Azul, recitaban y cantaban para levantar el ánimo de las tropas

Tened en cuenta que después de la Guerra Civil (1939), con el país devastado y asolado por la muerte, el hambre y la miseria, no era el mejor momento para involucrar a España en el nuevo conflicto bélico que acababa de nacer: la Segunda Guerra Mundial. Franco se mantuvo neutral en esta batalla. Solamente mandó varios regimientos de voluntarios para que lucharan en el frente oriental (zona de Rusia), a favor de Alemania. Fue la División Azul.

En el regimiento 262 había soldados procedentes de las provincias del Cantábrico. Por tanto, entre batalla y batalla, los guerreros cantaban coplas que evocaban el ambiente de su tierra natal (las rías de Bilbao, las sardinas frescas, las lonjas, los pescadores, la venta del pescado…). Eso les servía para animarse en los momentos de flaqueza. Cuando estás lejos de casa, y sobre todo, en medio de una guerra, cantar canciones de la tierra de origen supone una inyección de moral, fuerza y orgullo. Por eso, no resulta extraño que se popularizaran temas como el de esta tarde: Desde Santurce a Bilbao

                                      Enlace del video: https://www.youtube.com/watch?v=W8uGzvWbbrE


Desde Santurce a Bilbao

Vengo por toda la orilla

Con mi saya remangada

Luciendo la pantorrilla

 

Vengo deprisa y corriendo

Porque me oprime el corsé

Voy gritando por la calle:

¿Quién compra? sardina frescué.

 

Mis sardinitas que ricas son,

Son de Santurce, las traigo yo.

 

La del primero me llama

La del segundo también,

La del tercero me dice:

¿A cómo las vende usted?

 

Si yo le digo que a cuatro

Ella me dice que a tres

Cojo la cesta y me marcho,

¿Quién compra? sardina frescué.

.......................................................................

Se trata de una copla costumbrista y realista, de estructura descriptiva, ya que el objetivo no es contar una historia, sino representar una estampa cotidiana del mundo marinero bilbaíno. Santurce era el puerto vizcaíno más importante en la pesca de bajura. A este municipio acudían todos los días cientos de mujeres que ejercían una de las profesiones más emblemáticas del mundo pesquero vasco: las sardineras.

El poema es un homenaje a la figura de la sardinera, la cual se encargaba de recoger las sardinas de los barcos pesqueros de Santurce, y recorrían a pie toda la margen izquierda de la ría, hasta la ciudad de Bilbao, donde se encargaban de vender el producto a la gente de la capital.

El trabajo de sardinera era muy duro, ya que tenían que hacer el camino descalzas, con el cesto de pescado en la cabeza, ante condiciones climatológicas adversas, pasando por zonas muy accidentadas y recónditas. A veces debían meterse dentro del agua y mojarse para llegar a ciertos lugares (de ahí que se remanguen la falda y luzcan las pantorrillas, tal como dice la letra de la copla, para que la ropa se moje lo menos posible)

Una vez llegaba a Bilbao, la sardinera iba de casa por casa, por las principales calles y plazas de la ciudad, vendiendo las sardinas a la gente. De ahí que la copla adquiera tintes de pregón en su estribillo. Ya sabéis que el pregón es un subgénero literario dentro de la copla que tiene como objetivo vender un determinado producto a unos compradores (ya lo vimos hace unos meses con El pregón de la gitana). De ahí que el yo poético divulgue las buenas propiedades y la calidad de su producto, de un modo algo ruidoso: Mis sardinitas, que ricas son. Son de Santurce las traigo yo

Para vender un producto y atraer la atención de los compradores es necesario dar fuerza al discurso. Una manera de hacerlo es con las marcas de primera persona, ya sea en forma de posesivo (MIS sardinitas) o de pronombres (las traigo YO).

El hecho de que el yo poético (protagonista) establezca una vinculación natural con la mercancía (sardinas) da autoridad a su argumentación como vendedora, ya que de cara a la gente, está siendo testigo de la calidad del producto: es una manera de decir, que ha estado cerca de esas sardinas (las ha visto, las ha tocado, has ha olido) y puede decir que son de primerísima calidad, ya que ha estado presente desde el momento de sacarlas del mar, durante el transporte y hasta el punto de venta.

Al marcar la procedencia geográfica del producto (Son de Santurce), la vendedora está dando motivos para que la gente compre. Las sardinas del famoso municipio vizcaíno son una etiqueta de calidad. Cosecha propia. Son conocidas por todo el mundo. Por sí solas forman una especie de marca publicitaria. La gente prefiere comprar cosas que son conocidas, y circulan de boca en boca, en lugar de adquirir algo nuevo y desconocido. Las marcas publicitarias desconocidas no venden tanto.

Otra manera de dar fuerza al discurso es el procedimiento de la tematización. En la estructura informativa de una oración siempre hay un tema (información conocida: aquello de lo que se habla) y un rema (información nueva: aquello que se dice de ese tema). En el estribillo, las sardinas se convierten en el tema del discurso (es el foco principal), ocupando la primera posición oracional. El rema son las cualidades de ese tema (que están muy buenas, que son de Santurce…).

El diminutivo (sardinita) da un carácter afectivo y cercano al pregón, ya que para vender algo es necesario tener gancho con la gente y usar un lenguaje que tenga sintonía con el modo de hablar del pueblo llano. La anadiplosis (que ricas son/ son de Santurce) permite distribuir las diferentes virtudes y cualidades del producto, para conformar razones de peso que favorezcan la compra de esas sardinas.

La melodía es alegre y pegadiza. Al fin y al cabo este tipo de canción funciona muy bien como pasacalles de espectáculos musicales. Normalmente, eran números ligeros, intrascendentes destinados a ocupar los espacios entre dos actuaciones dramáticas y/o trágicas. Esto permitía al espectador bailar un poco, desfogarse y relajarse antes de otro momento trascendental.

En la copla, la protagonista habla en primera persona, la cual se manifiesta en formas verbales (vengo, oprime, voy, digo, cojo), posesivos (mi saya) y pronombres (me oprime, me llama, me dice).

En la primera estrofa se describe el camino que realizan las sardineras, el cual queda delimitado por los complementos circunstanciales de lugar (desde Santurce a Bilbao, vengo por toda la orilla). Los complementos modales y oraciones subordinadas de modo ahondan y profundizan en las condiciones del viaje: Con mi saya remangada, luciendo las pantorrillas

En la segunda estrofa, la sardinera llega a Bilbao y comienza la labor de vender la mercancía por las calles. El uso de expresiones sinonímicas (deprisa y corriendo) enfatiza la dureza del oficio de sardinera, ya que era un trabajo muy estresante: Vengo deprisa y corriendo porque me oprime el corsé. Aunque la melodía sea alegre, ser sardinera era un trabajo que requería mucho sacrificio y capacidades físicas.

En el discurso de la protagonista se incluyen palabras en vasco, para dar un aire realista y costumbrista a la estampa descrita, y dar fuerza al pregón: Voy gritando por la calle: ¿Quién compra? Sardina frescué

La anáfora de los versos 2 y 5 (Vengo por toda la orilla/Vengo deprisa y corriendo) permite profundizar en diferentes matices del oficio de sardinera, que como ya dijimos es uno de los más duros que existen

En la tercera y cuarta estrofa, la protagonista va de casa en casa, vendiendo el género a las vecinas (que era otro de los momentos míticos de este trabajo). Esto se refleja mediante estructuras en paralelismo, que dan mucho ritmo y musicalidad al tema, y también reflejan el estrés diario de este oficio: La del primero me llama, la del segundo también, la del tercero me dice…. Se trata de una estampa cotidiana, que incorpora diálogos realistas por parte de los posibles compradores: ¿A cómo las vende usted?

Una escena habitual para la sardinera era la de regatear los precios del pescado con los compradores. La clientela hacía lo posible para que la sardinera bajara un poco el precio inicial del alimento. Evidentemente, para la sardinera era una faena, ya que después de un largo viaje, tenía que aguantar las quejas de las vecinas, que no paraban de decir que las sardinas caras y que querían una rebajilla.  

Al final, la sardinera apenas ganaba nada con tanta rebaja. De ahí, que la protagonista de la copla se niegue a negociar, y solo venda sardinas al precio estipulado. Este se refleja muy bien mediante diálogos en estilo indirecto: Si yo le digo que a cuatro, ella me dice que a tres. Cojo la cesta y me marcho.

El poliptoton (el verbo decir aparece en primera persona del presente “digo” y en tercera persona “dice”) permite marcar el contraste entre el punto de vista de la sardinera (que quiere vender las sardinas a precio alto para ganar más) y de la clienta (que quiere comprar las sardinas a precio bajo para intentar gastar menos dinero).

Métricamente, el estribillo está formado por dos versos que forman un pareado en asonante. Mis sardinitas, que ricas son/ son de Santurce, las traigo yo.

Las estrofas son coplas, es decir, 4 versos octosílabos que riman segundo con cuarto, y el primer y el tercero quedan libres: 8- 8a 8- 8a

Evidentemente, hay canciones más literarias, con un lenguaje más rico y elaborado que esta. Sin embargo, la riqueza de la filología (y de la música) no solo está en lo estético, sino también en el reflejo del contexto de una época. Los poemas se convierten en una fuente, en un documento importante que nos proporcionan datos de cómo funcionaba el mundo en un determinado momento histórico. Y esta copla es un ejemplo de ello.

La figura de la sardinera es el símbolo del mundo marinero bilbaíno de la primera mitad del siglo XX. El desarrollo de los transportes, las infraestructuras y las comunicaciones han contribuido a la extinción de este oficio (sobre todo, a partir de los años 60). Por eso, es una maravilla disponer de temas como este, que nos recuerdan que hasta hace bien poco había unas personas humildes y trabajadoras llamadas sardineras que se ganaban la vida vendiendo el pescado de puerta en puerta.

La música nos ayuda a que la realidad de una época anterior no caiga en el olvido, ya que crea fotografías apasionantes de nuestro pasado.


miércoles, 27 de enero de 2021

La lumbre de tu cigarro: una visión del amor estoica y epicúrea

En el año 1965 se produjo la vuelta a los escenarios de la copletista Gracia Montes. Había estado 9 años apartada de la vida pública, ya que había dejado todo (sus discos, sus espectáculos, sus intervenciones en cine, sus conciertos…) para casarse con el hombre del que estaba enamorada. Sin embargo, la relación salió mal, y finalmente, Gracia decidió volver al mundo de la canción española, con su espectáculo “La rosa de las marismas”, al cual pertenece el tema que vamos a analizar hoy: La lumbre de tu cigarro. Se trata de una copla con aires de rumba y farruca, con muchísimo ritmo y apta para el baile. 



Si me quieres dímelo, si no

Si no, dame veneno, si

Si no, dame veneno.

Yo no seré la primera que

Que muere por su dueño, que

Que muere por su dueño.

 

¡Ay, cógeme, cógeme,

Cógeme en tus brazos,

Creí que era una estrellita

La lumbre de tu cigarro.

 

Si piensas que por tu enojo

Tengo que echarme a llorar,

Calla, pobrecito tonto,

Que otro ocupa tu lugar.

 

¡Ay, cógeme, cógeme,

Cógeme en tus brazos,

Creí que era una estrellita

La lumbre de tu cigarro.

 

¡Ay de mí, que siendo niña, di

La palabra a un moreno di

La palabra a un moreno,

Y ahora que soy mocita, a

Cumplirla no me atrevo, a

Cumplirla no me atrevo.

 

¡Ay, cógeme, cógeme,

Cógeme en tus brazos,

Creí que era una estrellita

La lumbre de tu cigarro.

 

Los ojos de Juan son lirios

Los de Francisco claveles,

Los de Antonio clavellinas

Y azucenas los Manueles.

 

¡Ay, cógeme, cógeme,

Cógeme en tus brazos,

Creí que era una estrellita

La lumbre de tu cigarro.

 

Aunque voy al cortijo,

No voy por nada,

Voy por ver a mi amante

Que está de guarda,

 

¡Ay, cógeme, cógeme,

Cógeme en tus brazos,

Creí que era una estrellita

La lumbre de tu cigarro.

.......................................................

El yo poético femenino adopta una postura muy equilibrada y optimista en cuanto a su filosofía amorosa. Por un lado, la vemos profundamente enamorada del hombre al que quiere (siente una necesidad de amar y ser amada). Pero por otro lado, tampoco busca obsesionarse con los temas sentimentales, de tal forma que ella sabe que si una relación sale mal, tampoco hay que sufrir, martirizarse, ni pasarlo mal, ya que el amor nunca se acaba, pues el mundo está lleno de personas a las que se puede querer.  

Esta concepción puede resultar contradictoria, ya que mezcla el trascendentalismo amoroso (necesito que me achuches, que me abraces, me gustas mucho, dime que me quieres, te voy a amar para siempre...) con la frivolidad (si no me quieres ya habrá otro que me quiera, tú no eres el único hombre que existe, seguro que hay gente igual o más interesante que tú, no voy a derramar una lágrima por ti, no hace falta ser tan pomposo y rimbombante a la hora de tratar a la pareja…)

La actitud de la chica resulta muy serena y madura (a pesar de lo alocado que puede resultar el tema en algunos momentos, y en general, el carácter desenfadado de la melodía), muy del gusto de la filosofía estoica: se puede disfrutar del amor, dejando de lado los problemas, sin que los aspectos negativos nos afecten. Desde el vitalismo y la positividad debemos gozar de la gente que nos ama.  

Puedes estar enamorado de alguien, pero a la vez, debes saber que hay mundo más allá de esa persona, y si las cosas no salen como uno espera, no hay que caer en la depresión y el hundimiento, ya que el amor no acaba con esa pareja. Puedes seguir proyectando tus sentimientos hacia el mundo, probando y experimentando cosas, ya que siempre hay contenido sobre el que verter nuestro amor. El amor debe ser algo agradable y positivo, y nunca un sufrimiento. Como veis, se trata de una postura muy optimista.

En la primera estrofa, el yo poético pide a su amado nitidez en los sentimientos, es decir, la protagonista quiere que el hombre tenga las ideas claras sobre lo que quiere hacer con su vida (en especial, sobre el tema amoroso). Todo esto lo expresa mediante el paralelismo: Si me quieres, dímelo. Si no, dame veneno. 

Como veis, los elementos de este paralelismo se contraponen (si me quieres/ si no [me quieres], dímelo/dame veneno) para reflejar la oposición entre el amor y el no amor.

Esto ayuda a concebir una visión perfectamente dualista del sentimiento amoroso: a una persona se la puede querer, o no se la puede querer (eso de querer mucho, querer poco, querer regular, no existe). El amor es un estado inherente, que se tiene o no se tiene, sin necesidad de establecer una gradación de matices o intensidades.

De todas formas, la metáfora del veneno resulta muy radical y truculenta, ya que normalmente el veneno queda asociado al odio, al rencor, a lo nocivo. Y en este caso, lo contrario de “amor” no es “odio”, sino “no amor” (que no quieras a una persona no signifique que la odies). Simplemente, hablaríamos de indiferencia (que no es odio). Por eso, esa metáfora resulta algo excesiva: da fuerza al discurso, pero queda desligada de la filosofía amorosa planteada.

La protagonista pide a su amado sinceridad desde el principio: quiere saber si de verdad el hombre está enamorado de ella. Al fin y al cabo, tener las ideas claras es un proceso imprescindible para que una relación salga bien (sería absurdo empezar una relación con alguien del que no estás enamorado, ya que todo sería una mentira que haría daño a ambas partes).

La chica asume que el hecho de no ser correspondido por la persona que quieres es algo universal (no solo le pasa a ella, sino a todo hijo de vecino). Esto lo expresa mediante una afirmación muy hiperbolizada y coloquial: Yo no seré la primera que muere por su dueño.

La clave para no pasarlo mal con los temas amorosos está en concienciarse y saber que el desengaño es algo normal, que le pasa a todo el mundo. Por tanto, el no flechazo, el te dejo, el ya no te quiero, forma parte de la propia naturaleza del sentimiento: hay que saber convivir con ello, sin obsesionarse, pues no se acaba el mundo porque esa relación termine.

El hecho de que la melodía sea divertida da autoridad a las palabras del yo poético, como si todo lo tuviera bien asumido y asimilado (el desengaño es algo tan cotidiano y habitual que no necesita tanto dramatismo). Como veis, se asume una postura muy humanizada y naturalista de la relación amorosa: nace, crece, se alimenta y muere. Aunque una historia de amor muera, no muere la capacidad de amar. Ese es uno de los mensajes que intenta transmitir el autor de esta copla

Leyendo la letra del poema, da la sensación de que la mujer resulta bastante frívola. Ese discursito de “ya habrá otro hombre”, “no hay que llorar por amor”, “hay gente en la misma situación de desengaño que yo”…, puede parecer un poco superficial e incluso infantil.

Tened en cuenta que estamos en el contexto de una filosofía amorosa: se trata de una teorización, en la que el yo poético expone, desde su intelecto y pensamiento, una serie de ideas, enfoques y concepciones muy personales sobre el sentimiento de amor. Es lo que piensa/opina/concibe (plano teórico-ideológico) y no tanto lo que hace (plano pragmático).

En la práctica, ella está muy enamorada de su amado, totalmente feliz. Su teoría amorosa sí puede resultar un pelín alocada y frívola (ya que desdramatiza mucho las cosas, de cara a su futuro, a lo que pueda pasar), pero su práctica amorosa es totalmente convencional (representa un amor feliz, trascendental, en el momento presente).

En el estribillo es donde mejor se representa esa felicidad amorosa presente. La protagonista se dirige a su amado mediante imperativos, en los que pide contacto físico con él (besos, abrazos, caricias…), que es un signo de demostración de la sintonía amorosa entre las dos partes: Ay, cógeme, coge, cógeme en tus brazos

Hay una serie de elementos, que por su naturaleza, resultan antipoéticos y antiliterarios, ya que denotan cosas feas, desagradables, sórdidas o poco agraciadas para hacer con ellas juegos retóricos (metáforas, comparaciones, personificaciones…). En esta copla, un elemento antiestético, como es el cigarro (de fumar) es moldeado y proyectado en el texto con un sentido estético y poético, creando una imagen de gran belleza.

Lo feo se acaba convirtiendo en el poema en algo agradable: Creí que era una estrellita la lumbre de tu cigarro. ¿Entendéis la metáfora? Cuando alguien está fumando y da una calada al cigarro, la parte por la que sale el humo, empieza a encenderse, a iluminarse, con un color anaranjado. Este fotograma doméstico servirá de inspiración para crear una imagen literaria (identificando la luz de la lumbre, con la luz de una estrella). Lo banal, lo intrascendente, lo nimio cobra trascendencia en esta canción.

Al fin y al cabo, cuando una persona está enamorada, tiende a distorsionar y desfigurar la realidad, y muchas veces, las cosas feas, desagradables (los defectos de la persona que amas) te dan igual o resultan imperceptibles (el amor anula ciertas objetividades y elementos sensoriales).  Por eso, un elemento indecoroso y nocivo (cigarro) puede verse como algo positivo, bonito y agradable. Se hace poesía con algo antiestético

Recordemos, además, que la luz y el calor (presentes en el cigarro), en el lenguaje de la mística, quedan vinculados a la pasión

En la segunda estrofa volvemos a la teoría amorosa. El yo poético vuelve a dar una visión desdramatizada del sentimiento: no hay que sufrir ni llorar por amor, ya que si algo sale mal, siempre quedarán hombres en el mundo y seguro que conoce a alguien mejor: Si piensas que por tu enojo tengo que echarme a llorar, calla, pobrecito tonto, que otro ocupará tu lugar. Un clavo saca a otro clavo jejjeje

Las marcas verbales de segunda persona (Si piensaS), el posesivo de segunda persona (otro ocupará TU lugar) y el imperativo (calla) dan fuerza y autoridad al discurso de la voz poética.

Además, la mujer adopta una postura de superioridad respecto al amado, como si ella fuera la que dominara y llevara las riendas de la situación. En el vocativo detectamos ciertas pinceladas de humillación hacia la parte masculina (pobrecito tonto).

Esta humillación queda atenuada con la intención burlesca y juguetona de la estrofa (dando lugar a cierta ambigüedad, ya que en ocasiones, parece un juego, y en otras ocasiones, una humillación de verdad).

De todas formas, se crea una concepción del amor de usar y tirar, muy frívola: si algo no funciona (como los mecanismos de una máquina), se cambia por otra cosa que funcione, como si la anterior no hubiera existido. No hay que perder el tiempo en dudas, miserias y penas, llorando por las esquinas, ya que la vida son cuatro días (tópico del Carpe Diem).

Esto da lugar a una visión totalmente desdramatizada, deshumanizada, mecanicista y cosificada del sentimiento amoroso. Parece que la vida solo es el presente, y las personas que han formado parte de tu pasada no han dejado huella (como si esa relación anterior jamás hubiera existido).

En cierta medida, la protagonista es defensora de tomarse la vida de forma desenfadada (todo es humor, no hay nada serio, todo es fiesta de luz y de color, no hay que enfadarse por nada, hay que reírse hasta de tu propia forma…). Por eso, ella dice que jamás se comerá la cabeza por los enfados y enojos de su amado. Es la metáfora de la vida como feria (muy frecuente en la historia de la copla). De todas formas, os insisto: esto es solo teoría, ya que en la práctica (estribillos) vemos a la chica totalmente compenetrada con su amado.

En la tercera estrofa, el yo poético establece una oposición entre dos momentos de la relaciona amorosa:

-Por un lado, el principio, cuando hay ilusiones, proyectos de futuro, juramentos (te voy a querer para siempre). Estos elementos se sitúan en el plano del deseo, de la ingenuidad (cuando la protagonista es joven)

-Por otro lado, el desarrollo, el paso del tiempo, cuando te das cuenta de que esas cosas que tenías en mente no se están dando (desengaño, decepción). Estas cosas se sitúan en el plano de la realidad, de la madurez (cuando la protagonista es más mayor).

Como veis, la oposición deseo-realidad, e ingenuidad-madurez se refleja muy bien en esta tercera estrofa: siendo niña, la palabra a un moreno di, y ahora que soy mocita a cumplirla no me atrevo.

Esto trae algunas consecuencias:

-En primer lugar, cuando eres joven piensas que las cosas funcionan de una manera fácil y sencilla y crees que todo está atado y bien atado, como un cuento de hadas que sigue su curso sin alteraciones. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, te das cuenta de que la vida es más compleja y no todo sale como queremos. Esto genera decepción y te acaba expulsando de ese estado de inocencia infantil.

-En segundo lugar, es muy fácil prometer y jurar cuando las cosas van bien. Al empezar una relación (ya en la misma ceremonia de boda) queda muy bonito eso de decir “te voy a querer hasta que la muerte nos separe”.

Al fin y al cabo, comprometerse a algo con palabras es muy fácil, efectivo y sencillo, ya que no se necesitan muchos recursos (ya lo vimos en el tema Castillitos en el aire). Con la palabrería está al alcance de la mano dibujar una realidad idílica y perfecta, llena de buenos propósitos. Sin embargo, al final, es más fácil decir que hacer. Y con ello, llega el desengaño.

Por eso, desde la perspectiva de la madurez, la protagonista dice que jamás se atrevería a jurar amor eterno a alguien, ya que luego vienen las decepciones. No hace falta poner una fecha de caducidad al amor, sino que el propio devenir de las cosas nos irá diciendo qué hay que hacer. 

La reduplicación de oraciones (La palabra a un moreno di, a cumplirla no me atrevo) enfatiza la postura de la protagonista, la cual incorpora al poema su experiencia personal, sus vivencias, para dar autoridad y fuerza argumentativa a lo que expone

El hecho de posponer el verbo (hipérbaton: “la palabra a un moreno di”) y anteponer la subordinada sustantiva de suplemento (hipérbaton: “a cumplirla no me atrevo”), además de contribuir al ritmo de la copla, permiten hacer énfasis en el hecho amoroso (la realidad) y no tanto en la persona que lleva a cabo ese hecho (el agente).

La cuestión no es juzgar o analizar la conducta de las personas, sino configurar una filosofía amorosa (los juramentos no son buenos en una relación, ya que llevan a la decepción). Es una manera de dar didactismo y objetivismo, ya que el yo poético actúa como un maestro de la vida que da consejos.

La presencia de encabalgamientos abruptos (a/cumplirla no me atrevo) permite que las estructuras sintácticas resulten llamativas y su contenido, por tanto, no pase inadvertido.

En la cuarta estrofa, volvemos a la frivolidad, y esta vez, envuelta en una atmósfera de sensualidad. La mujer enfatiza el atractivo físico de los hombres con metáforas que hacen referencia al campo semántico de las flores, las cuales se distribuyen en frases paralelísticas: Los ojos de Juan son lirios, Los de Francisco claveles, Los de Antonio clavellinas

El paralelismo (ojos+nombre de persona+tipo de flor) se rompe en el último verso, creándose una estructura sintáctica contraria (cruzada) respecto a las anteriores (Y azucenas los Manueles: tipo de flor+nombre de persona). Este paralelismo cruzado recibe el nombre de quiasmo.

Como veis, se recurren a nombres varones frecuentes en la onomástica española (Antonio, Francisco, Manuel, Juan), con el objetivo de dar cercanía al texto y que el receptor pueda crear referentes reales y conocidos para él, con los que contextualizar la copla. Las elipsis dan agilidad al texto_ los [ojos] de Francisco [son] claveles

Recurrir al campo semántico de la botánica, da un toque sensual a la copla, ya que permite resaltar la belleza de los ojos de esos varones (las flores, al fin y al cabo, son elementos bellos, agradables, bonitos, poéticos, que dan juego en textos literarios).

El hecho de que la protagonista alabe rasgos físicos de otros hombres delante de su amado, crea un contrapunto muy interesante. Recordad que el yo poético no tiene pelos en la lengua en exponer su filosofía amorosa (sin tapujos y sin trabas).

Con esta enumeración, la mujer nos hace ver que el mundo no es solo la persona que quieres (amado), sino que hay mucha gente interesante a la que puedes conocer, y si por algún casual, la relación sale mal, no hay que hundirse, sino probar nuevas cosas y estar con otros individuos que pueden ser maravillosos.

En la quinta y última estrofa, la copla transmite un mensaje claro: hay que disfrutar del presente, de lo que tenemos y queremos en este momento. No hay que obsesionarse con el futuro. Lo que tenga que ser, será. Mientras tanto, hay que disfrutar del hoy. Como veis, un final muy Carpe diem

Para eso, se incorpora al poema una escena narrativa, en la que se dibuja un encuentro de la mujer con el amante: aunque voy al cortijo, no voy a por nada, voy por ver a mi amante que está de guarda.

El encuentro y la unión simbolizan el presente, el ahora, que es en lo que hay que recrearse. El hecho de que la amada vaya en busca del amado está muy influido por la mística, y para ciertos estudiosos del tema, podría estar cargado de erotismo (como el cazador que va en busca de la caza).

Aunque la mística tradicionalmente se ha interpretado en clave religiosa, realmente, muchos teóricos consideran que se trata de una forma de enmascarar una lírica erótica y amorosa

La reiteración del verbo ir en tres versos diferentes (voy…voy…voy) permite al yo poético dar trascendencia al encuentro, intensificar el momento, poner una intención al contexto dramático, en plan “hoy toca hacer esto, que es disfrutar con mi amado, y mañana Dios dirá.

Gracias a la doble negación (No voy por nada) el yo poético centra toda la atención y protagonismo sobre el amado. Ahora (momento presente) el corazón está ocupado por esa persona. Luego (momento futuro) ya se verá, pero en el aquí y ahora, su amado es el “guarda”. Y por tanto, se convierte en un ser importante para ella.

Métricamente, el poema es muy irregular. Hay un predominio de los versos de arte menor (hexasílabos, heptasílabos y octosílabos).

La epífora se utiliza en las estrofas 1 y 3, que son las más largas, ya que están formadas por 6 versos frente al resto que solo tienen 4. Casi todos los versos de las estrofas cortas acaban en palabra monosilábica (que, di, a). En las estrofas largas no hay rima, salvo en los versos 3 y 6 que detectamos una ligera asonancia (veneno-dueño, moreno-atrevo).

El estribillo está formado por coplas, es decir, 4 versos de ocho sílabas en los que riman el segundo con el cuarto, mientras que el primero y el tercero quedan libres (8- 8a 8- 8a)

El resto de estrofas cortas son cuartetas, es decir, siguen el esquema abab.

Aparentemente, estamos ante una canción alegre, desenfadada, de ritmo divertido y pegadizo. Sin embargo, si nos ponemos a analizar profundamente su significado a partir del contenido de la letra, la canción resulta muchísimo más interesante ya que recoge una filosofía de tomarse el amor, y la vida en general. Evidentemente, podéis estar o no de acuerdo con el yo poético, pero esa mezcla de trascendentalismo y frivolidad, teoría y práctica amorosa, le da al poema un toque muy realista y maduro, lleno de matices.

Por eso, en canciones como estas, no solo hay que quedarse con lo superficial, con el significante (el ritmo tan divertido, la melodía tan pegadiza…), sino también hay que reflexionar sobre su contenido, el cual nos puede aportar muchísimo a nuestra manera de ver la vida.

Una canción de aspecto banal y frívolo (que si abrázame, que si la lumbre del cigarro parece una estrella, que si hay hombres más interesantes que tú …) acaba encerrando toda una manera de plantear la vida: ¿Qué importancia hay que darle al amor? ¿Merece la pena sufrir por amor? ¿O mejor es tomarse las cosas como hace la protagonista (disfrutar del presente y desdramatizar el desencanto que provoca toda ruptura)?

lunes, 18 de enero de 2021

Romance Pascual de los Pelegrinitos: la historia de dos primos que viajan a Roma a pedir al papa permiso para casarse

La copla que os traigo hoy tiene su origen en una composición del cancionero popular español. Este tipo de producciones tradicionales eran habituales en la España rural de los siglos XVIII, XIX y XX. Las mujeres las cantaban para amenizar y hacer un poco más llevadera la dureza de las faenas domésticas y agrícolas (ir a lavar al río, cocinar, limpiar la casa, recoger la cosecha…).

En general, eran canciones sencillas, de argumento simple, de fácil memorización, con tendencia a la reiteración (a la repetición de palabras, oraciones e incluso estrofas) pero dotadas de un ritmo muy pegadizo y bailable. Las letras, casi siempre, hacían referencia al mundo rural, agreste y folclórico.

En muchos pueblo era una estampa habitual ver a los vecinos cantando, bailando o recitando este tipo de canciones en las plazas, en los ríos o en las casas como una forma de ocio y divertimento, o también, para celebrar diferentes eventos culturales (romerías, matanzas, cosechas, ferias, mercados, fiestas del patrón del pueblo…). Con el paso de las décadas, debido a la llegada de los medios de comunicación de masas, el éxodo rural, y en general la expansión tecnológica, muchas de las costumbres y tradiciones de los pueblos han ido extinguiéndose, entre ellas, estas canciones populares.

El poeta granadino Federico García Lorca (perteneciente a la Generación del 27) se consideraba un gran apasionado del folclore tradicional español. Hizo una recopilación de estas canciones populares, las cuales fueron pulidas, armonizadas y adaptadas

El punto de partida fueron los textos originales (poemas). Sobre ellos, Lorca empezó a trabajar: creó una melodía a piano e hizo algunas modificaciones y ajustes en la letra original (eliminando algunas partes de las canciones y añadiendo otras nuevas), de tal forma que la gente reconocía la procedencia popular del tema (que tenía varios siglos de antigüedad) pero a la vez, había algunos elementos innovadores. El poema nuevo creado por Lorca, era, en realidad, una adaptación-actualización de un texto ya existente, en el que se unía el sabor añejo de la canción popular con algunas aportaciones personales del autor andaluz

De esta manera nacieron coplas como Los cuatro muleros (ya tratada en este blog) o Los peregrinitos (que es la que vamos a analizar hoy). Ambas canciones, junto a otras diez más, fueron creadas (adaptadas) por Lorca en un disco del año 1931, para la cantante Encarnación López Júlvez (más conocida como La Argentinita).

Enlace del video de la versión de Rafael: https://www.youtube.com/watch?v=uhZdKvxscIU


Hacia Roma caminan dos peregrinos,

a que los case el Papa, mamita,

porque son primos, niña bonita.

Sombrerito de hule lleva el mozuelo,

y la peregrinita, mamita,

de terciopelo, niña bonita.

 

Al pasar por el Puente de la Victoria,

tropezó la madrina, mamita,

cayó la novia, niña mamita.

Han llegado a Palacio y suben para arriba,

y en las salas del Papa, mamita,

lo desanima, niña bonita.

 

Les ha preguntado el Papa como se llaman,

él le dice que Pedro, mamita,

y ella que Ana, niña bonita.

Les ha preguntado el Papa que edad tienen,

ella le dice que quince, mamita,

y él diecisiete, niña bonita.

 

Les ha preguntado el Papa que si han pecado,

él le dice que un beso, mamita,

que le había dado, niña bonita.

Y la peregrinita que es vergonzosa,

se le ha puesto la cara, mamita,

como una rosa, niña bonita.

 

Y ha respondido el Papa desde su cuarto,

ay quien fuera peregrino, mamita,

para otro tanto, niña bonita.

Las campanas de Roma ya repicaron,

porque los peregrinos, mamita,

ya se casaron, niña bonita.

..............................................................................

El poema nos cuenta la historia de dos jóvenes que hacen un viaje a Roma para ver al papa. Ambos están muy enamorados y quieren casarse. Sin embargo, hay un pequeño problema: los dos están emparentados por lazos familiares ya que son primos hermanos.

Antiguamente, si dos personas de la misma familia querían unirse en matrimonio, necesitaban la aprobación y el permiso del papa, ya que muchos curas no veían con buenos ojos que dos jóvenes emparentados mantuvieran relaciones (se veía como un incesto).

El papa era el que analizaba el asunto y concedía el permiso (el cual no siempre se daba, ya que dependía de muchos factores). Por eso, los protagonistas de la copla deciden peregrinar a Roma, con el objetivo de que el papa les dé la aprobación para casarse.

El argumento de la peregrinación a Roma mantiene algunas conexiones con Los trabajos de Persiles y Sigismunda de Cervantes (que fue la última novela del escritor manchego antes de morir). Tanto en esta copla como en la novela, los protagonistas hacen un viaje a Roma para ver al papa y que este les conceda permiso para el matrimonio.

La primera estrofa se corresponde con el planteamiento de la narración: Hacia Roma caminan dos peregrinos a que los que case el Papa, porque son primos.  

El hecho de adelantar el circunstancial de dirección al verbo principal y posponer el sujeto (Hacia Roma caminan dos peregrinos), además de dar musicalidad a la copla, permite al narrador recrearse en el componente aventurero. Se da trascendencia al hecho de que para conseguir un simple permiso de boda, hay que organizar toda una odisea (ir hasta Roma en una época en la que no había medios de transporte). Los viajes podían durar semanas. Adelantando el circunstancial se crea una sensación de alargamiento, de eternidad, de duración, como si estuviéramos en el inicio de una gran aventura.

Los momentos narrativos se combinan con los descriptivos. Así, el narrador incorpora una descripción física sobre la indumentaria (vestimenta) de los héroes: Sombrerito de hule lleva el mozuelo, y la peregrinita de terciopelo. El diminutivo (sombrerito, peregrinita) da un carácter afectivo y cálido a la expresión (que ayuda a ganarse la atención del espectador).

Las descripciones dotan de realismo y costumbrismo a la copla, ya que hacen alusión a complementos del vestido típicos de la época (sombreros de hule y terciopelo). El hule es un material de tela resistente y flexible, barnizada en óleo con el objetivo de hacer la prenda impermeable (para que el agua de la lluvia no te moje la cabeza). El terciopelo es una tela de seda muy tupida y compacta, que posee una textura suave y agradable. Al contrario, que el hule, no es impermeable. De esta manera, se crea un contraste entre la parte masculina y femenina.

Como veis, a la hora de elaborar la prosopografía (descripción de las cualidades físicas de alguien), el narrador selecciona UN rasgo representativo (en este caso el sombrero), dejando de lado todo demás (ojos, boca, pelo, vestimenta…).

Es una manera de dar realismo al contexto narrativo. Cuando tú vas por un camino y te encuentras con una persona, normalmente te fijas en un elemento que resulte llamativo y que permita identificar a un individuo (en comparación con los demás, ya que esa persona tiene ALGO por lo que puede ser reconocido y que los demás no tienen). En este caso, lo que llama la atención son los pequeños detalles (los sombreros).

Sería absurdo caracterizar a los protagonistas con rasgos comunes y recurrentes en un porcentaje alto de la población (ojos marrones, pelo negro…). Lo mejor es hacer hincapié en las peculiaridades (en lo llamativo, en lo estridente), y no tanto en las generalidades. Si decimos “la mujer de sombrero de terciopelo” tiene más fuerza que decir “la mujer de ojos marrones”, ya como esta hay muchas mujeres. En el contexto dramático (peregrinación), resulta más adecuado hacer una descripción monográfica.

La copla hace un pequeño guiño al género de la novela griega (también llamada, novela bizantina). En este tipo de composiciones los protagonistas realizaban un viaje y debían superar un montón de percances (batallas, naufragios, accidentes, caídas, raptos…). El mecanismo fundamental de la narrativa bizantina es la acumulación de trances. A los personajes les pasa todo tipo de desgracias y contratiempos: salen de Málaga y se meten en Malagón. Así hasta el final de la aventura.

A los protagonistas de la canción, también les sucederán algunos percances por el camino, como si fueran los héroes de una novela griega: Al pasar por el puente de la Victoria, tropezó la madrina, cayó la novia. El paralelismo (verbo + sujeto [artículo+sustantivo]) enfatiza la acumulación de desgracias: Tropezó la madrina/cayó la novia. El viaje es un cúmulo de infortunios jejjee

Como suele ocurrir en todas las novelas de este tipo, a pesar de las turbulencias que han vivido los personajes a lo largo del peregrinaje, al final, llegarán a sus destinos sanos y salvos, como si hubiera una fuerza (fatum, Hado, destino, fortuna, suerte o como queramos llamarle), que determinara el final feliz: los personajes sufrirán, lo pasarán mal, pero al final, siempre finalizan el viaje: Han llegado a palacio y suben arriba

En la tercera estrofa se recoge el diálogo entre el papa y los protagonistas, mediante estructuras en paralelismo de estilo indirecto: Les ha preguntado el papa cómo se llaman, él le dice que Pedro y ella que Ana/ Les ha preguntado el papa qué edad tienen, ella le dice que quince, y él diecisiete”.

Ya sabéis que en el estilo indirecto es el narrador el que se encarga de relatar lo expresado los personajes (mediante oraciones subordinadas sustantivas con función de complemento directo), en lugar de que estos se expresen directamente reproduciendo de manera literal sus palabras.

La elipsis, es decir, la supresión de elementos redundantes que no aportan información al texto (ya que han aparecido anteriormente), contribuye a dar agilidad y cohesión al diálogo: Ella le dice que [tiene] quince, y él [dice que tiene] diecisiete. El objetivo es reproducir una lengua cercana a la conversacional. Cuando nos expresamos oralmente, las elipsis son muy frecuentes. Se busca el realismo lingüístico.

Cuando un papa tenía que conceder el permiso para que dos familiares se casaran, antes, les hacía una serie de preguntas, sobre los pecados que habían cometido. Si el papa consideraba que esos pecados eran leves, les condecía el beneplácito del matrimonio. Si los pecados eran graves (por ejemplo, haber mantenido relaciones sexuales antes de la boda), el papa no concedía el permiso. Por tanto, este interrogatorio con el papa es vital para que los personajes puedan cumplir sus deseos

Esta entrevista se expresa en estilo indirecto, por parte del narrador: Les ha preguntando el papa que si han pecado. Él le dice que un beso que le había dado

A día de hoy (año 2021) un diálogo como este os puede resultar absurdo e incluso de risa (el protagonista califica de pecado el hecho de dar un beso a la persona que quiere). Sin embargo, antiguamente, en una época de tanta rectitud moral (recordad el poder que tenía la Iglesia en ese momento) y mentalidad puritana, las relaciones prematrimoniales eran todo un escándalo (y más, tratándose de dos primos).

Este tipo de episodios atentaban contra el honor y la imagen pública de las personas (la gente se escandalizaba cuando dos jóvenes mantenían relaciones antes de casarse o se perdía la virginidad antes de tiempo). Esto era motivo de vergüenza y escarnio público. Actualmente, esta mentalidad tan conservadora resulta ridícula, pero antiguamente era un tema muy serio.

De hecho, la protagonista se siente avergonzada cuando su amado le comenta al papa todos los pecados cometidos. Esto se expresa muy bien mediante la comparación: Y la peregrinita, que es vergonzosa, se le ha puesto la cara como una rosa. Aunque solo hayan sido besos, la protagonista, que es una chica muy recatada, pasa un mal rato, ya que para ella un beso antes del matrimonio es un pecado grandísimo. 

En este caso, la imagen de la rosa (que normalmente se utiliza con fin estético en poesía amorosa), se ha proyectado con un fin enfático, con el objetivo de coloquializar la expresión (dar fuerza al contexto). Las rosas son rojas. La chica se ha puesto roja de la vergüenza ante el papa

Los personajes irradian mucha inocencia, mucha ingenuidad, mucha falta de rodaje en la vida (como muchos jóvenes de esta época). Se nota que todavía no han alcanzado la madurez ni han conocido el lado escabroso de la vida. Son como niños, con cierta confusión y caos en su concepción del mundo. En esta época no había tantos medios de información como hoy, y los temas sexuales eran un tabú en la sociedad de la época (nadie orientaba a los jóvenes en estas cuestiones), de tal forma que se incorporaban de una manera intuitiva en la juventud, sin tener las ideas claras.

Los protagonistas no han mantenido relaciones sexuales todavía. Lo único que han hecho ha sido darse besos. Sin embargo, por la manera de reaccionar de la chica, parece que hubieran cometido el gran pecado del siglo (y de hecho, se avergüenza delante del papa).  

Muchos chicos de esta época tenían un “cacao mental” en la cabeza sobre lo moral y lo no moral, y lo carnal y lo no carnal, fruto de la educación recibida. Lo correcto (lo moral, lo bien visto, lo decente) era llegar virgen al matrimonio. Un pecado muy grave, como os he dicho, era perder la virginidad antes de casarse. Como consecuencia de esto, mucha gente también miraba con malos ojos aquellas cosas que pudieran incitar de manera indirecta una relación sexual (llevar ropa ajustada, enseñar carne, besarse, abrazarse…).

Estas cosas, en teoría (para la Iglesia), no eran en sí mismas pecado, pero la gente las consideraba malas costumbres (porque provocaban placeres y deseos eróticos).  Por tanto, mucha gente también las acabó asociando al pecado (aunque oficialmente no lo fueran). Una buena educación por parte de los padres consistía en alejar a los hijos de este tipo de actos.

En el contexto educativo de la época TODO era considerado pecado (un beso podía llegar a ser tan grave como una relación sexual). Eso es lo que les pasa a los chicos, que creen que van a arder en el infierno por haberse besado.

La reacción del papa resulta muy llamativa e inesperada. Sus palabras son reproducidas textualmente, en estilo directo: Y ha respondido el papa desde su cuarto: Ay quién fuera peregrinito

Cuando escuchamos la copla por primera vez, todos pensamos que el papa se va a enfadar con los primos (los besos pueden dar lugar a tentaciones muy fuertes). Sin embargo, en lugar de recriminar a los jóvenes o acusarles de pecadores, lo que hará será esbozar, con cierta sonrisa y ternura un “Bendita inocencia”. En lugar de ver al papa como un juez terrible y un acérrimo defensor de la rectitud moral, lo vemos como un ser empático, cercano, comprensivo, muy liberal, sonriendo, haciendo ver que a los jóvenes se les está dando una educación demasiado recta, en la que un simple beso es pecado.

Como veis, la copla está teñida de un componente crítico (envuelto en ironía, pero es una denuncia al fin y al cabo). Hasta el propio papa reconoce en el poema la mentalidad tan cerrada y retrógrada de la sociedad (no lo hace abiertamente, pero sí jocosamente, entrelíneas, con una pullita). Hay gente más papista que el papa. Este es el mensaje que quiso transmitir Lorca, utilizando como pretexto la historia de unos peregrinos. No tiene sentido un sistema de vida basado en el miedo, la contención, el tabú. Hay que satisfacer nuestros deseos.

Evidentemente, la copla tiene final feliz, pues el papa les da la aprobación y los novios pueden casarse: Las campanas de Roma ya repicaron porque los peregrinos ya se casaron. Evidentemente, darse besos no es un pecado, así que el pontífice les concederá el permiso.

Estilísticamente, estamos ante una copla muy reiterativa tanto en el ritmo como en la sintaxis (gracias a los paralelismos). La acción se ve interrumpida por la presencia de vocativos que forman epíforas (mamita, niña bonita). Las proposiciones subordinadas de las oraciones compuestas están separadas por signos de puntuación (Hacia Roma caminan dos peregrinos, a que los case el papa, Al pasar por el puente de la Victoria, tropezó la madrina). Esto permite que la historia pueda dividirse en fragmentos o estampas bien delimitadas, que favorecen la comprensión del texto, dejando una pausa para que el receptor pueda asimilar el contenido.

Métricamente, la copla está formada por 5 estrofas de 6 versos de cada una (sextetos). Los versos son de arte mayor (decasílabos y dodecasílabos). El hecho de que la mayoría de los versos terminen con las palabras “mamita” y “bonita” favorece que haya rima.

viernes, 8 de enero de 2021

Somos novios (Armando Manzanero): historia de un amor idílico

Hoy vamos a analizar uno de los boleros más emblemáticos del recientemente fallecido Armando Manzanero. Fue compuesto en los años 60 del siglo pasado. Se ha convertido en todo un himno de la música latina, y ha tenido muchísimas versiones a lo largo de su historia: Mina, Luis Miguel, Elvis Presley, Andrea Bocelli (entre otros). Estamos hablando de Somos novios.

Enlace de la versión de Luis Miguel: https://www.youtube.com/watch?v=FnOw7vIv9yA

Somos novios

Pues los dos sentimos mutuo amor profundo

Y con eso

Ya ganamos lo más grande de este mundo


Nos amamos

Nos besamos como novios

Nos deseamos

Y hasta a veces

Sin motivos, sin razón

Nos enojamos


Somos novios

Mantenemos un cariño limpio y puro

Como todos

Procuramos el momento más oscuro


Para hablarnos, para darnos

El más dulce de los besos

Recordar de qué color son los cerezos

Sin hacer más comentarios, somos novios


Somos novios

Mantenemos un cariño limpio y puro

Como todos

Procuramos el momento más oscuro


Para hablarnos, para darnos

El más dulce de los besos

Recordar de qué color son los cerezos

Sin hacer más comentarios, somos novios


Somos novios, solo novios

Siempre novios, somos novios

......................................................................

El yo poético erige un vínculo amoroso con una segunda persona. Los dos mantienen una relación sentimental de cierto calado. Como dice el título, son novios, se quieren, se aman. Y además, con un grado importante de intensidad y afectividad. A muchos de vosotros, la letra os parecerá demasiado dulzona y empalagosa, pero cuando hay amor de verdad, la cursilería germina sin que los propios amantes de den cuenta.

La unión del yo con el tú se materializa en la primera persona del plural (somos, sentimos, ganamos…), así como en numerales (los dos), fórmulas de reciprocidad (mutuo amor) y etiquetas léxicas que marcan la convención amorosa (novios).

El sentimiento cobra un sentido trascendental, tal como se manifiesta en la adjetivación (amor profundo). Cuando habla el corazón, sobran las palabras. Ya lo dicen los místicos: la pasión llega a ser tan fuerte que el lenguaje resulta insuficiente para expresar la felicidad. De ahí el uso del género neutro, ya sea pronombre demostrativo (con eso) y el artículo superlativo (lo más grande). La voz poética no encuentra la palabra precisa para manifestar el amor y recurre a estos mecanismos de inconcreción. 

Hay intentos de querer racionalizar la emoción gracias a la subordinada causal (pues los dos…) y la coordinada copulativa (y con eso…), pero al final, por mucho que se intente explicar y argumentar, el sentimiento se impone sobre la razón.

La pasión amorosa se manifiesta mediante estructuras en paralelismo y similicadencia (nos amamos, nos besamos, nos deseamos, nos enojamos…): pronombre de primera persona del plural (nos) + forma verbal + desinencia de primera persona de plural -mos

Casi todos los verbos están relacionados con la connotación de la sensualidad, concupiscencia, liviandad, e incluso erotismo (amar, besar, desear…). Incluso los que transmiten sensaciones negativas (enojar), también quedan enmarcados en un contexto muy placentero. Las parejas se quieren, pero de vez en cuando riñen y discuten, y no pasa nada. Forma parte de la historia de amor jejjeje

El amor no responde a causas objetivas, tal como se manifiesta en la reduplicación sinonímica en paralelismo (sin motivos, sin razón). El sentimiento fluye porque sí, porque sale del corazón. Y no hay más. El amor es irracional, ilógico, misterioso. Ya lo decía Bécquer jejjee.

La comparación refuerza el vínculo emocional entre los amados: nos amamos como novios. Son una pareja formal.

A lo largo del poema, los amantes adoptan dos posturas, que en principio son contradictorias, y se crea como una lucha:

-Por un lado, el platonismo, el sentimiento puro, desprovisto de connotaciones físicas. La voz poética lo manifiesta en la bimembración adjetival: cariño limpio y puro. La limpieza y la pureza son dos conceptos vinculados a la esencia, a la sencillez. Mientras haya sentimiento, lo demás da igual (incluso la falta de contacto físico).

-Por otro lado, el materialismo. Los amantes son seres humanos, con sus necesidades y sus pasiones. Por tanto, aunque haya pinceladas platónicas y mucha teoría idílica, al final, como todo hijo de vecino, necesitan materializarlo a través de la pasión carnal y física.

Mediante el circunstancial de modo (como todos…), el yo intenta justificar esas ganas de plasmar tangible y sensorialmente ese amor. Al fin y al cabo, el amor es un sentimiento universal. Todo el mundo necesita proyectar sus emociones íntimas de una forma material para quedar satisfecho y pleno: como todos procuramos el momento más oscuro para hablarnos, para darnos el más dulce de los besos

La oscuridad funciona como metáfora de lo íntimo. Todas las parejas necesitan tiempo para ellos solos, apartados del mundo, alejados del mundanal ruido y de la luz del gentío. El amor es cosa de dos. Los demás, sobran jejjeje. Los amantes buscan alejarse del foco mediático, no quieren estar a la vista de los demás, para poder vivir pasionalmente el sentimiento. De ahí esos momentos de oscuridad para dar rienda suelta al placer.

La oración subordinada final crea un paralelismo con similicadencia (para hablarnos, para darnos…): conjunción de finalidad (para) + verbo (hablar, dar) + desinencia en primera persona del plural (mos). La voz poética justifica esa necesidad de soledad para los amantes. Es normal que dos personas que se gustan, busquen quedarse solas para charlar, besarse, abrazarse...

Y por supuesto, el sentimiento se vive en un grado de intensidad importante. De ahí el comparativo de superioridad (más oscuro, el más dulce…). Cuando estás enamorado de verdad, todo se magnifica.

Cualquier banalidad/pequeñez se convierte en algo grande y trascendental, tal como se expresa en la oración de infinitivo: recordar de qué color son los cerezos.

La propia voz poética se da cuenta de que no necesita justificar más esos sentimientos. De ahí que corte su argumentación de una forma contundente, mediante la subordinada modal: sin hacer más comentarios, somos novios. Cuando hay amor, el lenguaje es secundario.

Respecto a la métrica, se alternan versos de arte menor, fundamentalmente tetrasílabos (somos novios), pentasílabos (no enojamos) y octosílabos (sin motivos, sin razón); con versos de arte mayor, que en este caso son dodecasílabos (pues los dos sentimos mutuo amor profundo).

A veces, detectamos pequeñas asonancias entre dos versos consecutivos (profundo-mundo, amamos-deseamos-enojamos, puro-oscuro).


Enlace de la versión de Armando Manzanero: https://www.youtube.com/watch?v=rG0h9eZZK6E